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3340. Una falla valenciana construida por mujeres

La comisión de la falla recorre las calles para recaudar fondos. Valencia, 1934 - Foto Barberá Masip


El año pasado, y a los pocos días de extinguirse la alegría del festejo fallero, un grupo muy nutrido de encantadoras mujercitas tuvo la feliz idea de construir uno de los satíricos monumentos que adornan las calles de Valencia en la popular fiesta de San José. 

Y un buen día, cuando nadie lo esperaba, las calles de la populosa barriada del Mar se vieron invadidas por las nuevas falleras, que se desplazaban bulliciosamente para comenzar la tarea difícil de la recolecta... 

Nadie pudo resistir la gracia de estas muchachas, que abandonaron por unos días las cotidianas ocupaciones domésticas, y hasta los elementos más humildes del vecindario ofrecían su óbolo modesto. 

—¿Qué da usted para nuestra falla, que será la mejor? 

—Pues no sé; pero... 

—No hay pero que valga. Necesitamos su cooperación como buen valenciano. 

—¿Cuánto?

—Ponga un chavo. 

Y la cajera apunta en una lista interminable al nuevo contribuyente. 

Después, y cuando ya se aproximan los preliminares de las fallas, abandonan la calle por unos días y se recluyen entre las paredes del taller. Dentro de unos días, los "muñecos" reposarán en el taller femenino, esperando el momento oportuno que las falleras los trasladen al tablado de madera para lucir sus gracias y crear la pintoresca falla, que se acoplará exactamente al boceto que ellas mismas dibujaron con la esperanza y el deleite de rendir públicamente un homenaje a los dos genios de la pintura y de la literatura valenciana: Joaquín Sorolla y Blasco Ibáñez. Unas magnificas labradoras aposentadas en una gigantesca cesta de flores, dejan caer pétalos de rosa, cubriendo las cabezas de los homenajeados. Todos los relieves que la adornan tienen un puro sabor de rancia valencianía. 


Vicente Viñals
Estampa, 17 de marzo de 1934








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