Regina la propagandista social
batalladora, que ha alcanzado la distinción —por primera vez obtenida por una
mujer— de llevar la representación de España a la conferencia Internacional del
Trabajo, que se celebrará en este mes de Mayo en Ginebra, da esta respuesta a
nuestra encuesta:
—Es compleja la pregunta, y no se puede, a mi ver, contestar
generalizando más que en esta forma: Poner todas sus actividades dentro y fuera
del hogar, en una o en otra edad, al servicio del nuevo régimen, procurando
estabilizarlo y fortalecerlo.
Dentro del hogar, educando a los hijos en un sano sentido
democrático y ampliamente liberal, inculcando en ellos un elevado concepto de
la vida social y haciéndoles ciudadanos conscientes de sus deberes.
Fuera del hogar, haciendo una intensa propaganda de los ideales
republicanos, teniendo el valor cívico de sostenerlos aún en los ambientes más
hostiles y siendo en todo momento consecuente con las propias convicciones, que
deben colocarse por encima de todas las cosas de la vida
Magda Donato
La notable periodista da en su respuesta una nota de singular
desinterés y que encierra una clara visión de lo que significaría en los
actuales momentos el incorporar a las mujeres al sufragio, antes de dotarlas de
la necesaria preparación cívica y moral.
—En estos momentos —afirma Magda Donato— creo que el primer
deber de las mujeres republicanas consiste en anteponer el cariño a España —y
quien dice España dice República— a las convicciones feministas.
Pensemos que dado el actual estado mental y cultural de la mayoría
femenina de España, si las mujeres hubieran tenido el voto municipal no es
seguro que la República hubiera podido implantarse, y si las mujeres tuviesen
hoy el voto general, la consolidación definitiva de la República tampoco sería
tan segura como afortunadamente lo es.
A veces hace falta más valor para abstenerse que para actuar;
tengamos, pues, el valor de «no» pedir el voto.
Y emprendamos inmediatamente, con toda urgencia y con toda
energía, la educación cívica de las mujeres españolas, para merecer cuanto
antes el derecho a asumir los deberes de ciudadainía.
Elisa Soriano
Desde hace algunos años. Elisa Soriano ocupa un cargo de que nos
habla graciosamente este retrato, en el que se adivina una coquetería muy
femenina. Es inspectora de Sanidad Marítima, y en concepto de tal ha atravesado
varias veces los mares dentro de su pintoresco uniforme.
La doctora Elisa Soriano da a nuestra pregunta la siguiente
respuesta:
—La mujer debe laborar por dos clases de problemas: de índole
general, unos; de orden de sexo, otros.
Entre los primeros están: La protección a la infancia, para que
deje de ser una ilusión. La humanización de cárceles y presidios, para que sean
lugares de regeneración y no de envilecimiento. Los asilos, escuelas, etc, para
que dejen de ser cárceles de la infancia y de la vejez, y pasen a ser lugares
de verdadera cultura y de reposo. Los hospitales, para que dejen de ser lugar
frío de hacinamiento del dolor. La emigración, para que ese éxodo doliente y
mísero se convierta en embajada de trabajo y en colonización de tierras. El
divorcio, para liberar a tantos hombres y mujeres de una esclavitud odiosa,
como es la del matrimonio cuando se terminó el amor o cuando uno de los dos
cónyuges es un ruin o un malvado.
De índole privativo del sexo es la consecución de todos los
derechos políticos, económicos y sociales, que como ser humano le corresponden
voto integral, derecho a ser elegible y a ocupar toda clase de puestos en todos
los ramos del saber, sin más limitación que su capacidad personal, igualdad de
salario a igualdad de trabajo, etc., etc., y tantos otros problemas que en el
breve espacio de que disponemos ni aún enumerar es posible, pero que son de
importancia capital si queremos una humanidad mejor, cosa que sólo
conseguiremos con JUSTICIA, justicia igual para todos, en el orden moral, en el
económico; en todo momento y en toda ocasión, justicia siempre, justicia.
Matilde Muñoz
Crónica, 17 de mayo de 1931
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