Carmen Fernández - Foto de Vidal Corella |
Carmen Fernández, la
heroína madrileña, que ha ganado el grado de teniente combatiendo, y a la que,
una de las veces que fue herida, hubo que amputarle una pierna.
Una mujer con uniforme militar
Calle abajo va una muchacha con su traje militar. Llama la
atención no sólo porque en su uniforme lleve las insignias de teniente. Llama
la atención, dolorosamente, porque le falta la pierna derecha. Anda
difícilmente, entre las muletas y auxiliada por una muchacha robusta, que ciñe
sobre su brazo la cruz roja.
—Es una heroína. ¡Brava mujer! Su acción es un episodio hermoso
de esta guerra— dice el amigo que me acompaña.
Para el reportero, una noticia así es de tan suma importancia,
que no cesa hasta verse frente a la heroína, dispuesto a obtener la información
precisa para hilvanar el reportaje.
Y heme aquí frente a esta muchacha madrileña, dispuesto a no
perder detalle de su vida en los frentes de guerra.
Del taller al puesto de enfermera. La primera lucha en los
frentes
Carmen Fernández trabajaba en una fábrica de papel de Madrid.
Ella y su hermana Consuelo sostenían su casa, ya que sólo ellas tenían trabajo.
Pero ello no bastaba. El jornal de la fábrica apenas servía para cubrir las más
apremiantes necesidades. Y Carmen Fernández y su hermana Consuelo, después de
salir de la fábrica, cosían en sus casas ropa para los sastres: eran
pantaloneras.
El movimiento militar sorprendió a las dos hermanas en casa.
Sabían, por reuniones del partido, que se preparaba una rebelión. Por eso, en
los primeros momentos en que brotó el chispazo de la contienda Carmen y
Consuelo dejaron su hogar para contribuir, en lo que ellas fueran útiles, a la
lucha contra los rebelados. Y se incorporaron, como enfermeras, a las fuerzas
de Mangada.
Ya desatada la guerra, las dos muchachas tomaron parte activa en
diferentes frentes de lucha. En el de Toledo, Carmen recibió un balazo en el brazo
izquierdo. Otra vez fue herida por la metralla en el cuello. Ingresó en el
hospital. Pero la estancia allí se hacía larga, y Carmen salió del hospital sin
completar la cura, y volvió otra vez al frente.
En Las Rozas, primero, y en Guadarrama, después, Carmen actuó
como responsable del almacén de víveres, subiendo a los parapetos la comida
para los muchachos y alternando esta labor con sus servicios de enfermera.
En Tablada y Collado Mediano intervino activamente en la
instrucción y organizado de batallones. Recibió el grado de brigada en
Peguerinos. Ya había sido ascendida a cabo en Guadarrama. En Cercedilla
prosiguió su labor en la organización de fuerzas, y lavaba la ropa de los
soldados en las horas de que disponía para el descanso.
La gesta heroica
Se había enrolado en el Batallón de Acero, y con él entró en
fuego en Gargantilla, durante un combate durísimo. Allí se reveló ya su
heroísmo.
Pero donde escribió la página más gloriosa de su actuación fue
en Cabeza de Híjar, la posición más alta de la Sierra.
Carmen Fernández estaba dada de baja, por encontrarse un poco
enferma, cuando comenzó el terrible combate. Pero la valiente muchacha acudió
inmediatamente junto a sus compañeros y combatió entre ellos. Horas y
horas de lucha. Carmen, tomó parte en una descubierta, acompañando a un
teniente, un sargento y cuatro soldados. Fue fructífera la acción. Se apoderan
de cuatro ametralladoras y de cinco cañones.
Pero de vuelta a la posición, con la alegría del triunfo, Carmen
fué alcanzada por un obús, que estalló a su lado, y cuya metralla le destrozó
una pierna.
Quedó allí tendida, desangrándose. No se le podía recoger porque
los facciosos hacían un fuego infernal cuando un soldado intentaba llegar hasta
la herida. Pero uno se jugó la vida, y logró recoger a Carmen y llevarla hasta
la posición leal. Se vio la gravedad de la herida, y Carmen fue trasladada a
Santa María de la Alameda. De allí, en una ambulancia, al Hospital de Sangre.
Los médicos se esforzaron en salvarle la pierna. Pero a los cuatro días no hubo
más remedio que amputársela.
Carmen convaleció en Madrid. Pero los ataques de la aviación
facciosa destruían hogares, clínicas, hospitales... Y un día, con otros
heridos, fué evacuada hacia Alicante, con las insignias de teniente en la
bocamanga.
La lucha en Toledo y el combate de Tablada
Nuestra heroína recuerda fechas de emoción en su magnífica
historia guerrera: aquella lucha en Toledo contra el cuartel de la Guardia
Civil, durante la cual ella entró en fuego por primera vez. El combate de
Tablada, en el que la aviación bombardeó el Sanatorio estando ella curando a
unos heridos, hecho que fue el que más impresión causó en el ánimo de la
muchacha.
Todos ellos, y muchos más que relata, emocionantes y gloriosos.
Pero ninguno como aquel en que la muchacha madrileña tiñó con su sangre la
nieve del Guadarrama.
Vicente Vidal Corella
Crónica, 9 de mayo de 1937
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