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3409. Palabras de Marañón ...

Censuro la actitud de los que se llaman prematuramente a engaño porgue ante todo hay que ayudar a lo que acaba de nacer, que si tiene sus naturales imperfecciones, es algo inaudito en nuestra historia... 

Y creo que el porvenir político de España está en el partido socialista, que ha de iniciar la trayectoria a seguir durante muchos años... 


Unos minutos de charla con el ilustre médico

Una de las figuras más destacadas de la nueva generación política es esta de don Gregorio Marañón, hombre de tan clara visión que sabe anteponerse a todos los acontecimientos, que otros consideran dificultosos y complicados. Por esta razón, en momentos de inquietudes y de incertidumbres, creemos interesantísimas las declaraciones del eminente médico que encarna dos cualidades esencialísimas de la democracia; intelectualidad y trabajo. 

—¡No es un poco aventurado emitir ahora juicios concretos! —dice Marañón, haciendo un alto en su labor abrumadora.

 —La opinión requiere —insinúo— la voz de los hombres que iniciaron su conducta política con un contorno puro y democrático. 

—Entonces hablaré, porque es en estos momentos cuando debe de imponerse una verdadera orientación al país. 

—¿Impaciente, verdad? 

—No. La impaciencia de la opinión pública es preciso interpretarla exactamente. El estado de su inquietud obedece a un incontenible deseo de consolidar aquello que nació por su propio impulso. Concedo a la soberanía popular un instinto de visión tan claro y tan definido que no soy de los que creen en su total desorientación. El pueblo confía en que lo que acaba de nacer estabilizará de un modo perfectamente jurídico la intuición democrática que le anima. 

—De lo que se deduce que condena usted el gesto de los rebeldes y de los descontentos. 

—Si. Me parece muy bien que en este período de resurrección de la conciencia nacional cada cual diga su opinión y cada cual se constituya en vigilante de la pureza de la nueva España: pero censuro la actitud de los que se llaman tan prematuramente a engaño, porque ante todo hay que ayudar a lo que acaba de nacer, que si tiene sus naturales imperfecciones, es algo inaudito en nuestra historia, tan pobre en episodios de exaltación democrática como pródiga en dinastías. 

—¿No juzga usted estas pequeñas rebeldías como falta de disciplina en los partidos? 

—Pueden muy bien responder las «pequeñas rebeldías» que usted dice a exigencias temperamentalógicas. Sin embargo, la perfección jurídica que todos ambicionamos para España se conseguirá no por la protesta airada, sino por otros medios menos estridentes y más eficaces, precisamente en estos instantes en que el verdadero credo de los que nos afanamos por traer la República debe ser la unión de todas las fuerzas republicanosocialistas.

—¿Cuáles son para usted los problemas más importantes que han de resolverse en las Cortes? 

—Hay uno esencialísimo: el de las responsabilidades; después, los que son inherentes a todo pueblo que quiere sacudirse el lastre de muchos años de esclavitud 

—¿Usted lleva a las Cortes algún programa? 

—Si. Es necesario que los hombres que lleguemos a la tribuna soberana vayamos perfectamente compenetrados con quienes nos designaron para representarlos. Se impone desterrar de la política ese absurdo personalismo que hizo de la nuestra una profesión para los audaces. 

—¿La agrupación al servicio de la República, establecerá distintivos políticos dentro de la República? 

—Nuesta agrupación se integra por hombres desprovistos de ambiciones bastardas. Es y será un núcleo siempre al servicio de la República. 

—¿Qué fuerza política cree usted se impondrá? 

—El porvenir político de España está en el partido socialista, no cabe duda, como creo también que será éste el partido que inicie la trayectoria a seguir durante muchos años.

—¿Cuál debe ser la actitud de la juventud ante el problema políticosocial de España? 

—Los jóvenes deben colaborar a la consolidación del nuevo régimen prestándole el amor desinteresado y heroico de su juventud. Porque lo que acaba de nacer podía morir si le faltase un cariño maternal. 

—¿De los viejos políticos? 

—U silencio absoluto. Los hechos nefastos hay que olvidarlos piadosamente.

Esto nos dice Marañón, el hombre sencillamente genial, que un día, en la cárcel, por no interrumpir su obra por la Libertad, comenzó a escribir sobre El Empecinado.


Antonio García
Crónica, 19 de julio de 1931








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