José Celso Doval Barbeito nació en la parroquia de Santa María de Tourón en 1911, municipio de Ponte Caldelas, provincia de Pontevedra. Era nieto de una familia que llegó a Tourón procedente de Abegondo, provincia de A Coruña, mandados a llamar por una familia noble que poseían casas señoriales y grandes tierras de cultivo en el sur de Galicia. "Parece ser que tenían título nobiliario equivalente a marqueses". Estos "marqueses" les ofrecieron a los abuelos de José Celso Doval vivienda y tierras para trabajar en una casa en Tourón llamada Oh! Pombal, una casa señorial con semejanza a un castillo medieval de grandes dimensiones con una enorme extensión de tierra para que la trabajaran y llevaran todo aquello como caseros (contrato de aparcería). Los abuelos de José Celso en este castillo tuvieron una hija, la madre de José Celso, y le pusieron por nombre Sofía en honor a una de las propietarias del Pombal, llamada Dª Sofía, quien también fue su madrina en la pila bautismal.
Con el tiempo los abuelos de José
Celso adquirieron en propiedad una casa con terreno frente a la puerta
principal de Pombal y vivieron entre la nueva casa y aquel
castillo. Siguieron llevando y trabajando todo aquel inmenso
territorio del Pombal y otras propiedades que
los "marqueses" tenían también en Caldelas, Fornelos y por
la comarca de Ribadavia.
En la nueva casa frente al castillo fue
donde nació José Celso Doval Barbeito, nuestro protagonista. Creció y pasó toda
su infancia y juventud entre esa casa, el castillo y todo el territorio
del Pombal, y entre muchos otros lugares de Tourón y comarca,
porque ya de muy joven iba a trabajar para extraer piedra en
las canteras con un tío abuelo y carretar pastas y propiaños de granito en
carros de bueyes en la comarca de Puente Caldelas, y por otros muchos
lugares de la provincia de Pontevedra. En su tiempo libre también
recorría con su escopeta y con su perro muchos lugares para ir a cazar conejos,
perdices y liebres, y en ocasiones también lobos y otras piezas de caza.
(Celso aún, hacia el final de su vida, contaba historias de caza y
de cazadores con gran interés y emoción, y las personas le
escuchaban con el mayor respeto y atención).
Así trabajando en labores
agrícolas y trabajos de cantería en granito de la zona, se destacó en
muchas esculturas hechas por sus manos, y otras de su intervención con su tío
abuelo, como por ejemplo en la reparación del monumento a
San Ramón en Tourón sobre el año de 1927. Hoy existen por muchos lugares
de la comarca de Caldelas, Lugo y Ourense, esculturas labradas y
esculpidas por José Celso Doval Barbeito. La mayoría no tienen la
inscripción del autor. A día de hoy es muy fácil ver en
Tourón una lira en el palco de la música esculpida por él con
una inscripción que dice "voluntarios de Touron y Buchabad", pues el
palco lo construyeron personas de Touron y Buchabad, pero la lira fue idea y
trabajo sólo de él.
Regresando una tarde con el carro y los
bueyes vio una piedra en la montaña, la cargó en el carro, la
transportó, la esculpió y el mismo la colocó y allí. Está en el
palco de la música entrando para la iglesia de Tourón, acogida y
protegida por patrimonio de la Diputación Provincial de Pontevedra.
Además de cantero, también
trabajó de herrero en la casa donde nació en el lugar de Acosta,
frente al portalón de Pombal en Tourón. Allí tenía dos forjas
donde moldeaba y trabajaba el hierro, y también en otro tiempo
tuvo una carpintería de madera en Tourón, donde su especialidad era
la fabricación de carros para bueyes y caballos, aunque también colocó
armazones en los tejados, pisos, puertas y ventanas de madera en las
casas.
Su tiempo y su juventud
transcurrían sin grandes problemas ni grandes sobresaltos, pero como en
otros lugares de toda España también empezaron a aparecer grandes y negros
nubarrones por el horizonte del cielo de Tourón y comenzaron los
tiempos difíciles, la sublevación militar y el inicio de la
guerra civil contra la República del año de 1936.
A José Celso Doval Barbeito lo
vieron los falangistas por Caldelas el día de la feria, y allí en el
campo de la feria (hoy la Alameda de Puente Caldelas), tratando y
discutiendo la venta de dos vacas que había llevado y que
no se ponían de acuerdo en el precio por culpa de los traquillones
(tratantes), allí mismo le detuvieron, le recordaron hechos acaecidos
ya hacía tiempo atrás, y lo acusaron de ir con otros jóvenes a
meter un impreso del sindicato de los
trabajadores U.G.T. en el buzón de un cacique de Caldelas, e ir
entre varios a hablar con unos canteros que estaban trabajando en un pueblo de
la comarca de Ponte Caldelas sobre un convenio para mejorar los salarios
de los obreros de la construcción. También por haber ido él y otros
jóvenes a escuchar un mitin de Dolores Ibárruri (la
Pasionaria) al municipio de Lavadores, en la actualidad integrado en
Vigo.
Lo metieron preso en la cárcel de
Caldelas. Durante el cautiverio, compartió celda, entre otros, con
Alexander Bóveda, conversaron y entablaron una gran amistad. Celso siempre
hablaba de Bóveda refiriendo que era una buena persona y un gran
intelectual. De la prisión de Puente Caldelas a Bóveda lo llevaron para la
ciudad de Pontevedra y lo fusilaron por la zona de la Caeira.
A Celso también lo
trasladaron y lo metieron preso en el penal de la isla de
San Simón, también llamado el Lazareto, en la ensenada de Redondela
(Pontevedra). Allí coincidió con Adrio Barreiro, con quién Celso a
veces conversaba. Explicaba que cuando podían hablaban y escribían
algo de poesía, que contaban los días, las noches y las badaladas que
daba el reloj de aquella prisión desde el mismo día en que
llegaron allí. (Adrio Barreiro, al igual que Alexander Bóveda, fue
fusilado).
Según explicaba Celso, el
Lazareto era un infierno lleno de terror. Vio a dos prisioneros arrojarse
al mar para escapar nadando hasta la playa de Cesantes. Les dispararon y a
uno lo mataron mientras nadaba, mientras el otro logró
llegar a la orilla, donde ya lo estaban esperando. Celso decía que
al que sacaban de la celda o de la isla nunca regresaba, que no
dormían, que no eran capaces, que aquello era un terror, que sufrían
humillaciones, insultos, golpes, que eran
martirizados. Recordaba Celso con semblante de tristeza más
que de odio, cómo aquellos verdugos los golpeaban con
las culatas de de los mosquetones en los pies descalzos. Que en
aquellas noches de miedo y de terror escuchaban abrir los cerrojos de las
celdas de algunos compañeros y pensaban "ahora me toca a
mí, ahora van a abrir el cerrojo”, que estaban con miedo siempre
escuchando por si abrían el cerrojo. Contaba Celso que por las mañanas, al
dejarlos salir, ni se conocían unos a otros hasta que pasaba un buen
rato.
A su madre Sofía y su esposa Lucila,
bajo estrecha vigilancia y con la debida autorización les permitieron ir a
visitarlo alguna vez, debido a que ellas se movieron y entre los dueños
del Pombal y algunas amistades, sobre todo familiares de
aquella casa castillo en Tourón, intercedieron por él y lo dejaron en
libertad.
Libre de aquella prisión,
pero le esperaba volver a padecer y volver a sufrir.
Los que lo metieron en el Penal de San
Simón, los que no eran de las ideas de él, los sublevados, los que
luchaban contra la República, contra el gobierno legalmente elegido por el
pueblo español, lo llamaron a filas y fue obligado y forzado a ir
a luchar por Francisco Franco Bahamonde, por sus verdugos. No le
quedó otra, decía Celso.
Lo enviaron al frente directamente
a combatir en las trincheras. Combatió en los frentes de Castilla y
Asturias. A su batallón siempre lo mandaban a combatir como fuerza
de choque, en terreno desfavorable, sabiendo que serían completamente
aniquilados y masacrados, como así efectivamente sucedía. Contaba Celso
que los enviaron a morir sin contemplaciones, a propósito y adrede. Recordaba
que en uno de aquellos combates escuchaba como silbaban
las balas a su lado y todos corrieron colina abajo, y cuando Celso
llegó a un riachuelo, se encontró con otro soldado de frente, ambos
levantaron sus mosquetones y se iban a disparar en el fragor de la batalla. No
se habían dado cuenta de que pertenecían a la misma compañía. Celso
decía que empezaron a hablar en gallego. Celso hablando en gallego de la
costa atlántica y el otro hablando gallego del interior de Galicia, porque
aquel soldado era de la provincia de Ourense.
Celso relataba que había muchos casos
como éste. A menudo ocurrían durante las batallas y sobre todo cuando
eran a bayoneta o a bayoneta calada, que no se distinguían las personas ni
se conocían en ocasiones, incluso vecinos del mismo pueblo de la misma parroquia
y como en este caso los dos de Galicia, uno de Pontevedra y el otro de
Ourense. También contaba Celso, que muchos
familiares, amigos, y vecinos, incluso hermanos, combatían
en aquella guerra fratricida.
Celso detallaba que aquel soldado
de la provincia de Ourense le dijo: “será mejor que
sigamos caminando por la orilla de este riachuelo hacia abajo, porque
si volvemos colina arriba está llena de cadáveres” y que los
acribillarían y si conseguían llegar serían humillados y tal
vez fusilados por no morir como los demás, que para eso era para lo que
los enviaron a aquel sitio. Así que hablaron y acordaron
quedarse dos o tres días por allí y luego aparecer. Y así lo
hicieron. Regresaron a los dos días, buscaron a su compañía y cuando
se presentaron dijeron que se habían desorientado y
perdido y hasta vítores les dieron.
Celso terminó la guerra
siendo soldado de primera, pero con esa amargura de tener que ir a luchar
por sus verdugos y contra sus ideales.
José Antonio Regueiro Docampo
6 de enero de 2021
(Esta historia está basada en un hecho
Real. Si alguien deseara más amplia información, pueden dirigirse a Tourón, a
la Villa de Puente Caldelas, y municipio, Allí viven
familiares y vecinos qué recuerdan a José Celso Doval Barbeito)
Un gran hombre,mi querido abuelo
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