Tomasa Canduela Calvo, alcaldesa de Osorio, 1933 |
Estamos en uno de los salones de actos del Ayuntamiento de Osorno. Ocupa la
Mesa presidencial la alcaldesa, dona Tomasa Canduela Calvo, maestra nacional.
Sentados con ella están don Teódulo Cuesta y don Gregorio Barrio, contribuyente
y obrero. El joven secretario, don José García, somete a estudio de la Comisión
gestora numerosos expedientes...
No vemos cercano el momento de comenzar nuestra información. Pero
estamos en Castilla, donde las mujeres son tesoro de simpatía y cordialidad...
Y la joven alcaldesa suspende unos instantes el trabajo para contestar a
nuestras preguntas.
—¿Cuánto tiempo lleva ejerciendo el Magisterio en esta
villa?
—Año y medio, aproximadamente.
—¿Contenta en el nuevo cargo?
—¿Por qué no? La labor es abrumadera; pero todo se va haciendo,
gracias a la eficaz colaboración de mis compañeros de Comisión y a la
competencia de nuestro secretario.
—¿Muchos proyectos?
—Bastantes. Construcción de grupos escolares para tres secciones
de niños y otras tantas de niñas. Arreglo de calles y aceras. Reparación del
hospital. Establecimiento de un nuevo refugio para los indigentes transeúntes.
Y algunos más...
—¿Problema obrero?
—No existe realmente en esta villa. Hay un ambiente de comprensión
y de cordialidad entre patronos y obreros, y al Ayuntamiento sólo le alanza la
obligación de prestar una pequeñísima ayuda, que nunca se ha negado. De suerte
que en este importantísimo aspecto Osorno es una población envidiable.
No podemos seguir preguntando. El señor secretario ha terminado en
este momento de preparar as candidaturas de una votación en cierto asunto de
Policía rural.
En el salón central, contiguo al que nosotros ocupamos, el pueblo
espera impaciente...
Nos despedimos. Y desde nuestro observatorio vemos cómo la joven
alcaldesa ocupa el sillón destinado a la presidencia y da principio el acto con
las frases de ritual:
"Se abre la sesión..."
Eusterio B. Alario
Estampa, 4 de marzo de 1933
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