Lo Último

3482. Mutilado de Guerra

—Mi juventud era de roca viva.
Mi sangre era de lumbre y de centella.
Mis pies iban ligeros por el mundo
como las horas por la primavera.
Y ahora soy un inválido...
Qué fatigosa cuesta,
qué interminable andar el de mi vida
con el vacío doble de mis piernas.

—Yo llevaba dos fuentes en mis ojos
que manaban color y formas bellas:
siluetas delicadas de mujeres
como corzas ligeras,
montañas de cristal,
ríos de claras venas
y árboles armoniosos
en las orillas de las alamedas.
Y ahora voy por mi noche impenetrable
con mis dos fuentes ciegas...

—Yo soy un mutilado.
Sobre mi frente quema
la palabra infamante: ¡mutilado!

No es voz de hoy ni es voz de ayer la que contesta
sino voz de mañana:



—Mutilado del pueblo, sobre tu herida seca
ponga sus labios la mujer del pueblo,
la mujer verdadera,
y que te inunde el corazón cansado
su roja sangre buena.
Que la rosa florezca en tu muñón
y la espiga del trigo en tus órbitas huecas;
y que el pecho del mundo se abra en flor
y ponga la dulzura de sus yemas,
la miel hecha rocío de su aliento
sobre tu herida seca,
mutilado,
mutilado de guerra.


Pedro Garfías
Hora de España núm. XXII, Octubre de 1938








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