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30. Leila Khaled, يلى خالد,, una vida luchado por la Liberación de Palestina

  




"Las instituciones, gobiernos y países que están en contra de la paz siempre consideraron la resistencia como un acto terrorista, pero en realidad la ocupación es el terrorismo. Por lo tanto, la base del terrorismo en el mundo es Estados Unidos e Israel. Yo me considero parte del pueblo palestino que resiste a la ocupación, y la resistencia es un derecho que tiene cualquier pueblo ocupado”  (Leila Khaled)



María Torres / Septiembre 2011

El 11 de abril de 1944, dos días después de que naciera Leila Khaled, en plena II Guerra Mundial, Anna Frank escribía en su diario: "¿Quién hizo a los judíos diferentes al resto de la gente? ¿Quién permitió que sufriéramos tanto hasta el día de hoy? Fue Dios quien lo hizo, pero será también él quien nos vuelva levantar una y otra vez".

Leila es resistencia, lucha y rebelión equiparable a la imagen del Che Guevara en América Latina. Con apenas 24 años, puso cara a la causa palestina al participar en el secuestro de dos aviones de pasajeros, el primero en 1969, siendo la primera guerrillera palestina que formaba parte de una operación de esta envergadura.

Años después, la típica kefiya árabe, el anillo, la granada, y el Kalashnikov, convirtieron a Leila en el símbolo de resistencia para los palestinos. Su imagen de belleza y violencia plasmada en una fotografía que dio la vuelta al mundo, la convirtió en estandarte de la resistencia palestina y del poder de las mujeres.

En la actualidad sigue luchando por una Palestina libre. Leila Khaled es presidenta de la Unión General de Mujeres Palestinas, miembro del Consejo Nacional Palestino, miembro del Buró Político del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) e historia viva de la resistencia.

Nació en 1944 en Haifa, entonces parte del Mandato Británico de Palestina. Cuando los árabes rechazaron en 1947, el plan de partición de Palestina de Naciones Unidas, la lucha entre los árabes y los judíos sionistas se desató. La familia Khaled, madre y ocho hijos, decidió marcharse al Líbano en 1948, de donde era originaria la madre de Leila, dejando atrás a su padre, que era combatiente y fue una de las primeras víctimas de la ocupación israelí. Cuando tenía cuatro años recuerda que su madre le decía que no recogiera naranjas, porque estaban en el Líbano y las naranjas no eran suyas y que en Haifa tenían muchos naranjos que les estaban esperando a su regreso. Su madre nunca dejó de recordarla que el Líbano era para ellos un refugio temporal hasta que pudieran regresar a su hogar en Palestina. La vida de los refugiados palestinos en los campos fue dramáticamente dura sobre todo en los años que siguieron al Nakba (La Catastrófe). Su refugio temporal se estaba convirtiendo en permanente y sus vidas dependían tan sólo de las escasas raciones de ayuda suministradas por la UNRWA, de la ONU para los refugiados.

Su padre se reunió con ellos años después, tras un periplo de combates por varios puntos de Palestina y ser arrestado y encarcelado en Gaza. Para entonces, la joven Leila sólo pensaba en emularle.

Los profesores de Leila insistían a ella y a otros niños, a manifestarse contra los "días negros" , como el día de la creación del estado de "Israel" el 15 de Mayo de 1948, o la declaración infame de Balfour el 2 de Noviembre de 1917, que llamaba al establecimiento de un hogar para los judíos en Palestina. Sólo tenía ocho años cuando por primera vez tomó parte en una manifestación. Su madre se vistió de negro y nunca volvió a cocinar los días 15 de mayo, en recuerdo a aquel negro día.

Comenzó a militar en el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) desde el exilio, siendo una adolescente de 15 años, impulsada por la frustración de la ocupación y sus propios recuerdos de la 'Nakba', la 'catástrofe' con la que los árabes señalan la creación del Estado de Israel en Palestina. Con quince años se hizo militante del Movimiento Nacional Árabe, cuyo objetivo era la liberación de Palestina y la unidad árabe. La Guerra de los Seis Días, con la que Israel conquistó toda Palestina, motivó que varios líderes de este Movimiento fundaran el FPLP, enfocado en la liberación de Palestina, al que Leila se integró, dedicándose durante dos años a reclutar simpatizantes en Kuwait, hasta que en 1969 se traslada a Jordania para iniciar su entrenamiento como militante armada, que no abandonaría hasta 1982 para convertirse en líder política.

Durante tres meses permaneció en un campo de entrenamiento en Amán aprendiendo a usar armas, junto con otras mujeres. Algunas de ellas una vez entrenadas regresaban a sus hogares, pero muchas otras rechazaban volver antes de completar alguna misión, y una de ellas fue Leila.

El 29 de agosto de 1969 formó parte del equipo que secuestró el Boeing 707 de la TWA Flight que se dirigía a Atenas. El avión fue desviado a Damasco, no sin antes sobrevolar Haifa, por deseo de Leila, que deseaba ver, aunque fuese a miles de pies de distancia, su ciudad. Una vez en territorio sirio, la tripulación y el pasaje fueron evacuados antes de hacer explotar el avión. Nadie resultó herido, ni en este secuestro ni en los que se produjeron hasta 1970 ya que había instrucciones estrictas de no herir a nadie, El objetivo a realizar este acto y los que le siguieron era llamar la atención sobre el pueblo palestino. La comunidad internacional les ayudaba como refugiados, pero nadie les veía como un pueblo con una causa. Era una táctica, no una estrategia a seguir, ya que no pretendían obtener una respuesta de los secuestros, sino de la revolución que siguió a ellos.

Tras someterse a cirugía estética, destinada a cambiar su aspecto físico, donde la realizaron unas ligeras modificaciones en nariz y barbilla, sin anestesia general, porque ella dijo que “Tengo una causa más grande y noble que la mía propia, una causa en la cual todos los intereses privados tiene un segundo lugar", un año después participó en su segundo secuestro, una acción simultánea en la que fueron capturados tres aviones, el 6 de septiembre de 1970. Khaled y Patrick Arguello, un miembro de la resistencia palestina de origen nicaragüense, intentaron el secuestro del vuelo Al Flight 219 de Ámsterdam a Nueva York. El secuestro fue frustrado por la seguridad israelí. Arguello murió tiroteado en la operación y Leila fue alcanzada por la parte baja del cuello por una bala, causándole una pérdida de conocimiento. Cuando despertó estaba atada de pies y manos y siendo pataleada.

Fue detenida cuando tomaron tierra en Londres, convirtiéndose en titular de primera página en todos los informativos del mundo. Aun así el FPLP no estaba dispuesto a perder a su guerrillera más mediática, y una serie de atentados y secuestros convencieron a los británicos de que era mejor liberarla. Y tras pasar 28 días en prisión, el 1 de octubre de ese año, y en el transcurso de un intercambio de prisioneros con el FPLP, Leila Khaled recuperó la libertad, convirtiéndose en una leyenda viva del terrorismo internacional o de la resistencia como a ella le gusta denominarlo.

Las mujeres de occidente, por aquel entonces, consideraban a Leila como un ejemplo de protesta contra el machismo. Las mujeres de la época de los 70 recuerdan lo que Leila significó para ellas, y nunca fue considerada como una terrorista, ya que entendieron que defendía una causa justa, "Si el mundo no te escucha, mientras siga tu represión, todos los métodos son factibles para llamarle la atención a tu problema". Leila lo consiguió, y con ello abrió el camino de Palestina al mundo.

Regresó al Líbano tras su liberación, ya que el monarca hachemí había expulsado a los militantes palestinos de Jordania durante el ‘Septiembre Negro’. Años después, en 1973, se enfrascó en otra lucha, esta vez contra el Ejército libanés que intervenía en los campos palestinos para abortar cualquier intento de rebelión. En 1974 fue nombrada miembro del Comité Ejecutivo de la Unión de Mujeres Palestinas, lo que duplicó su trabajo en los campos de refugiados.

Faltaba un año para que estallase la Guerra Civil libanesa, precisamente con un ataque contra un autobús palestino en Beirut. Leila confiesa que se vio obligada a tomar de nuevo las armas y, con más razón, lo hubiera hecho en 1982 cuando los israelíes invadieron el Líbano, pero entonces se encontraba embarazada de su primer hijo Bader, por lo que abandono el país de los cedros junto con el resto de militantes de la Organización para la Liberación de Palestina, que englobaba a todos los grupos y era liderada por Yasir Arafat. Con ello, se cumplía el acuerdo de cese al fuego de la ONU, que implicaba también la retirada israelí, algo que no hicieron.

Su destino sería esta vez, Siria, donde se ocuparía de la responsabilidad de educar a sus hijos hasta 1992, cuando regresó a Amán, desde donde hoy, observa, con pesar, cómo el conflicto Israel-palestino ha derivado en una lucha fratricida.

Leila no ha podido volver jamás a Haifa pese a que su mayor sueño. Ni siquiera sabe si su casa sigue en pie, aunque las últimas noticias, de hace cuatro años, era que permanecía entera y deshabitada.

En los últimos 60 años, desde la 'Nakba', Leila sólo ha pisado Israel en 1996, tras ser elegida parlamentaria en las elecciones palestinas. No pudo visitar Haifa ni tampoco Jerusalén, pero sí Gaza y Ramala.

Su deseo es la instauración de un estado democrático donde los refugiados regresen, y palestinos e israelíes convivan en igualdad de condiciones.

"Que nos dejen regresar y entonces discutiremos juntos, podemos llegar a una solución democrática y humana que ponga fin a este conflicto. Si no tomamos en consideración a ambas partes en conflicto no habrá solución. Debemos tomar el ejemplo sudafricano para lograr la paz". (Leila Khaled)




Elegía de Leila Khaled

Te rompieron la infancia, Leyla Kháled
lo mismo que una espiga o el tallo de una flor,
te rompieron
los años del asombro y la ternura,
y asolaron la puerta de tu casa
para que entrara el viento del exilio.
Y comenzaste a andar,
la patria a cuestas,
la patria convertida en el recuerdo
de un sitio que borraron de los mapas,
y dolía más hondo cada hora,
y volvía más triste del silencio,
y gritaba más fuerte en el castigo.
Y un día, Leyla Kháled, noche pura,
noche herida de estrellas, te encontraste
los campos, las aldeas, los caminos,
tatuados en la piel de la memoria,
moviéndose en tu sangre roja y viva,
llenándote los ojos de sed suya,
las manos y los hombros de fusiles,
de fiera rebeldía los insomnios.
Y comenzaron a llamarte nombres
amargos de ignominia,
y te lanzaron voces como espinas
desde los cuatro puntos cardinales,
y marcaron tu paso con el hierro
del oprobio.
Tú, sorda y ciega, en medio
de las ávidas zarpas enemigas,
ardías en tu fuego, caminante
de frontera a frontera,
escudando tu pecho contra el odio
con la incierta certeza del regreso
a la tierra luctuosa de que fueras
por mil manos extrañas despojada.
Te vieron los desiertos, las ciudades,
la prisa de los trenes, afiebrada,
absorta en tu destino guerrillero,
negándote al amor y los sollozos,
perdiéndote por fin entre la sombra.
Nadie sabe, no sé cuál fue tu rumbo,
si yaces bajo el polvo, si deambulas
por los valles del mar, profunda y sola,
o te mueves aún con la pisada
felina de la bestia que persiguen.
Nadie sabe. No sé. Pero te alzas
de repente en la niebla del desvelo,
iracunda y terrible, Leyla Kháled,
oveja en lobo convertida, rosa
de dulce tacto en muerte transformada


(Meira Delmar)




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