Respetable señor,
Muchas habrán sido las cartas recibidas por usted en estos años en los que el diario do su hija ha conmovido a millones de hombres y mujeres. Sin embargo esta carta le resultará, con toda seguridad, inesperada.
Es la carta de un preso político español. Le escribo desde una cárcel franquista donde llevo sepultado en vida 22 años, para comunicarle que durante los días 25 y 26 de marzo se va a celebrar en París la Primera Conferencia Europea pro-Amnistía, para los presos y exiliados políticos españoles.
He pasado por la emoción de leer el diario de su hija Ana. Lo tuve unos días escondido en mi petate y era como compartir la celda con un corazón vivo. Lo leí y releí tres o cuatro veces y me conmovió profundamente, como a cualquier ser humano que tenga el corazón en su sitio. Después pude ponerlo en el amor de otras manos, y en otras, y así sucesivamente, hasta que la palabra de Ana Frank llegó a todos los presos como un mensaje no sólo de dolor sino, a la vez, de fe y esperanza.
Y hoy, en nombre de esa esperanza y recordando aquellas horas, he pensado en usted y me he decidido a solicitar su apoyo a esta conferencia a la que asistirán múltiples personalidades de la jurisprudencia, la política y la cultura universales. Su presencia, o su adhesión, tendría un significado singular: Ana Frank un símbolo contra la intolerancia. Su martirio es nuestro martirio. La esperanza en la fraternidad humana que su hija legó al mundo, es nuestra esperanza.
Como usted sabe, señor Frank, el fascismo español llenó las cárceles de mi país antes de que sus amos abrieran las fosa de Auschwitz y Belsen. Pero lo más triste, lo más inconcebible es que aún seguimos encarcelados. Estamos ya en 1961 y en las prisiones de España quedamos todavía centenares de españoles, hombres y mujeres, presos políticos, después de 15, 18, 20 o —como en mi caso particular— 22 años de ininterrumpido cautiverio. Lo que para ustedes es hoy una lejana pesadilla, sigue siendo para nosotros una terrible realidad. ¿Hasta cuándo?
No es posible mirar el bosque de los abetos simbólicos de Israel sin pensar en nosotros. No se puede leer el diario de Ana Frank sin reparar en el dolor y en los muros que aún padecemos. Hemos recibido y estamos recibiendo pruebas conmovedoras de la fraternidad universal. Si la pequeña Ana viviera estaría a nuestro lado, lucharía por nosotros, porque su diario es, ante todo, “una acusación contra la inhumanidad del hombre para con el hombre".
Estamos igualmente seguros de que nuestro llamamiento encontrará eco en su corazón, marcado también con el sufrimiento y el amor a la libertad, y que contaremos con su adhesión a esta gran Conferencia que pretende proyectar la luz de los derechos humanos sobre el drama inaudito que vivimos los presos políticos españoles.
Con anticipado agradecimiento le saluda desde una cárcel de España,
Con anticipado agradecimiento le saluda desde una cárcel de España,
Marcos Ana
Maravillosa carta María, enhorabuena, ¿donde encuentras estos tesoros?. Cada día que pasa aumenta mi admiración por Marcos Ana, la persona mas humana que jamás he conocido y afortunadamente he tenido el gran honor de conocer.
ResponderEliminarCuánta tristeza me da, me saco lágrimas. Cómo es posible tanta cosa njustucia?
ResponderEliminarMuy reconfortante leerla en estos días de auge de la intolerancia y el olvido de la historia de los patriotas que dieron su vida por la democracia.
ResponderEliminarEs indigno que el régimen franquista siga teniendo la mueca de la impunidad en su rostro
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