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105. Un año más








Como dice la célebre canción de Mecano, un año más, hacemos el balance de lo bueno y malo, no sé si cinco minutos o cinco días antes de la cuenta atrás, pero lo hacemos, al mismo tiempo que llenamos una lista de propósitos para el nuevo año que casi siempre se quedan en nada.

Y es que el cambio de año remueve nuestras conciencias, lo mismo que el alcohol ingerido las empaña. Sea como sea, tomar doce uvas en treinta y seis segundos, tiempo que tardan  las doce campanadas que marcan el cambio de año, debe ser lo único que hacen todos los españoles a la vez. Y digo hacen porque yo me excluyo. Nunca ingerí las famosas uvas de la suerte a pesar de proceder de una familia de viticultores.

Cuarenta y seis millones de personas se sientan cada Nochevieja delante del televisor e intentan tomarse ni más ni menos de 500 millones de uvas, un fruto tan antiguo como el hombre sobre la tierra,  como ritual para atraer la suerte.

Absurda costumbre desde mi modesta opinión que cuyo origen no está muy claro. Se cree que el inicio de esta tradición española comenzó en diciembre de 1896. La prensa madrileña comentaba en enero de 1897: "Es costumbre madrileña comer doce uvas al dar las doce horas en el reloj que separa el año saliente del entrante" (Gedeon, 14 de enero de 1897, pp.3). Al año siguiente el periódico El Imparcial, en su edición del 31 de diciembre de 1997  animaba a esta tradición con un artículo titulado "Las Uvas milagrosas".

Sin embargo ya en el siglo XIX existía la costumbre entre los burgueses españoles de comer uvas y brindar con champán para despedir el año. La primera referencia escrita sobre las doce uvas aparece en la Nochevieja de 1895. En esta fecha fue el Presidente del Consejo de MinistrosPráxedes Mateo Sagasta, quien despidió el año con uvas y champán. (La Correspondencia de España, Madrid, Año XLVII, No. 13.844, Miércoles 1 de enero de 1896, pp.3). Se cree que en diciembre de 1986 un grupo de madrileños decidieron ironizar esta tradición acudiendo a la Puerta del Sol para comer uvas acompañados del sonido de las campanadas.

Existe otra versión que cuenta que en 1882 el Ayuntamiento de Madrid, del que era alcalde José Abascal,  obligó a pagar a los madrileños el impuesto de un duro (5 pesetas) por salir a recibir a los Reyes Magos la noche del 5 de Enero. Era costumbre esa noche entre los madrileños beber y armar jarana. El impuesto sentó tan mal  que el día de Nochevieja un grupo numeroso se acercó a la Puerta del Sol para burlarse de las costumbres burguesas de la época, como era la celebración con uvas y champán, y acompañaron las campanadas con uvas.

Lo cierto es que en 1903 la tradición comienza a extenderse por otras ciudades españolas y parece ser que acabó popularizándose en 1909. Aquel año la cosecha de uvas fue tan generosa en Alicante y Murcia, que los viticultores con objeto de sacar al mercado la producción repartieron gratuitamente en la Puerta del Sol de Madrid centenares de racimos la noche del 31 de diciembre.

Esta noche la historia se repetirá. Cambiaremos de año sí, pero nuestra vida seguirá igual que un minuto antes, nos tomemos las uvas o no. Y si optamos por ellas, lo de siempre: atragantamientos, risas, llantos, besos y la pregunta del millón: ¿Esto son los cuartos o las campanadas?

Con uvas o sin ellas, yo os deseo que sobre todo el próximo año os acompañe la Vida y que la sorpresa nos encuentre juntos.

¡Feliz 2012! ¡Feliz Vida!


María Torres




2 comentarios:

  1. Nuestra vida , aparentemente, seguirá igual pero... aparentemente.. estamos, como dices en tu blog,
    en alguna parte del ciclo de la vida y cada puntito de ese círculo que compone el ciclo es diferente.. ¿quién sabe? ...

    Mucha suerte y muchos besos para ti y tu reina, Jimena.

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  2. Gracias querida Carmen.
    Caminemos, puntito a puntito ...
    Besos!

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