Instrucción reservada nº 1 firmada por Mola en Madrid
el 25 de mayo de 1936:
"Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en
extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien
organizado. Desde luego, serán encarcelados todos los directivos de los
partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al movimiento,
aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los
movimientos de rebeldía o huelgas".
El 19 de julio de 1936, iniciado el Golpe, también decía
Mola:
"Hay que sembrar el terror... hay que dejar la
sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no
piensen como nosotros". "Eliminar sin escrúpulos ni vacilación a
todos los que no piensen como nosotros".
Queipo de Llano desde Radio Sevilla llama a la
violencia contra las mujeres rojas.
"Nuestros valientes Legionarios y Regulares han
demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombre de verdad. Y,
a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas
y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son
hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que
berreen y pataleen. Mañana vamos a tomar Peñaflor.
Vayan las mujeres de los "rojos" preparando sus mantones de luto.
Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza
inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando
sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a
ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de
toda responsabilidad".
Discurso
de Indalecio Prieto (dirigente del PSOE) el 24 de julio de 1936.
"Por
muy fidedignas que sean las terribles y trágicas versiones de lo que ha
ocurrido y está ocurriendo en tierras dominadas por nuestros enemigos, aunque
día a día nos lleguen agrupados, en montón, los nombres de camaradas, de amigos
queridos, en quienes la adscripción a una idea bastó como condena para sufrir
una muerte alevosa, no imitéis esa conducta, os lo ruego, os lo suplico. Ante
la crueldad ajena, la piedad vuestra; ante la sevicia ajena, vuestra clemencia;
ante los excesos del enemigo, vuestra benevolencia generosa [..] ¡No
los imitéis! ¡No los imitéis! Superadlos en vuestra conducta moral;
superadlos en vuestra generosidad. Yo no os pido, conste, que perdáis vigor en
la lucha, ardor en la pelea. Pido pechos duros para el combate, duros, de
acero, como se denominan algunas de las milicias valientes -pechos de acero--
pero corazones sensibles, capaces de estremecerse ante el dolor humano y de ser
albergue de la piedad, tierno sentimiento, sin el cual parece que se pierde lo
más esencial de la grandeza humana".
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