El 24 de agosto de 1940, un
tren con 927 refugiados españoles, cargado con familias enteras, la mayoría
catalanes, salía de la estación de Angulema, en la región francesa de la
Charente. Cuatro días más tarde llegaron al pueblo de Mauthausen. Los soldados
alemanes obligaron a apearse a los varones mayores de 13 años, no les importaba
si eran ancianos o niños. Cuatrocientos setenta quedaron recluidos en el campo
que llegaría a convertirse en uno de los símbolos del holocausto y el
exterminio.
Los españoles deportados desde Angulema fueron los
primeros en llegar al campo de concentración. Fueron los primeros en sufrir las
consecuencias de la ira de los nazis, en un momento en que ni los judíos ni los
rusos habían llegado todavía para ser objeto de su locura exterminadora.
Nunca se les reconoció como
españoles ni se aceptó su repatriación. Los documentos
encontrados prueban que las autoridades nazis preguntaron a sus homólogos
españoles qué debían de hacer con los "dos mil rojos españoles de
Angulema". El Gobierno de Franco nunca se molestó en ocuparse de este
asunto y ni siquiera contestó, dejandoles expuestos a la maquinaria de exterminio
nazi.
Ni un solo monumento honra su
memoria en España, ni la más mínima conciencia de haber tenido ese macabro
privilegio histórico.
"El convoy de los 927"
recoge el testimonio de una treintena de supervivientes, tanto de los que
acabaron en Mauthausen como los que regresaron a España, así como de refugiados
que no llegaron a subir al tren en Angulema.
Esta es su historia:
“No nos está permitido conceder a
Hitler ninguna victoria póstuma”
(Emil L. Fackenheim)
(Emil L. Fackenheim)
gracias por este reportage, un dia sera un testimonio muy util.
ResponderEliminarSerrano suñer vivio tranquilo hasta 101 años
No sólo tenemos que recordar a las víctimas. También hay que poner nombre a los verdugos. El silencio absuelve. Salud!
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