Hablar de Francesc Boix es contar la historia de un prisionero y superviviente del campo de exterminio de Mauthausen. Un héroe que no fué anónimo y que supo enfrentarse a la peor adversidad con coraje y valentía. Tanto, que aprovechó su trabajo en el servicio de identificación de Mauthausen para esconder centenares de fotografías y negativos que más tarde se utilizarían como pruebas en los juicios de Nuremberg.
María Torres / 6 Mayo 2012
Francesc Boix nació en Barcelona en 1920. Militante de
las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña, durante la Guerra española actuó como fotógrafo de la revista Juliol. No se conoce con
certeza si llegó a participar como combatiente, aunque si que estuvo en varios
frentes siempre con su Leica al hombro.
En febrero de 1939 se exilió en Francia y fue
internado en los campos de Vernet d'Ariège y de Septfonds. De este último salió
hacia el norte en septiembre de 1939 junto con excombatientes republicanos
encuadrados en la 28 Compañía de Trabajadores extranjeros. En mayo de 1940
cuando las líneas defensivas francesas son destrozadas por la Wehrmacht, Boix
es hecho prisionero por los alemanes, y tras pasar por varios campos
es llevado a Mauthausen el 27 de enero de 1941.
Boix pasa a trabajar a finales de 1942
y junto con dos españoles más, en el laboratorio fotográfico que la
administración del campo (Erkennungsdienst) destinaba principalmente a
usos policiales de identificación de presos, aunque la realidad era que se
hacían fotografías de muertes por arma de fuego, suicidios,
accidentes, asuntos de naturaleza médica y acontecimientos varios como las
visitas de altas jerarquías de las SS.
Junto con la organización clandestina del
PCE, deciden esconder negativos sobre las prácticas de exterminio de los
presos, donde aparecen los rostros de los responsables. Y no sólo se hizo con
los negativos, si no que además, consiguió sacarlos del campo, con la ayuda de
un grupo de españoles que trabajaban en el Bahnholkommando, un grupo
de trabajo que salía diario desde el campo hasta la estación de Mauthausen.
Uno miembro de este grupo, Jacinto Cortés pidió a una vecina
del pueblo, Anna Pointer que ocultase el paquete de fotografías y negativos que
habían sido robados en el campo.
Cuando Mauthausen es liberado el 5 de mayo de 1945,
Boix se marcha a París. Trabajó como reportero gráfico para L'Humanité, Ce
Soir, Regards y escribió un libro sobre su estancia en
Mauthausen, al que tituló Spaniaker, la forma despectiva con que se referían a
los españoles los nazis.
En 1946 Boix declaró como testigo en dos procesos: el
de Nuremberg (Tribunal Militar Internacional) contra la cúpula dirigente del
Tercer Reich, llamado por la acusación francesa y en Dachau, en el proceso de
la Sección Crímenes de Guerra contra 61 antiguos SS de Mauthausen. En ambos
casos las acusaciones presentaron como pruebas las fotografías que Boix había
hecho y robado en Mauthausen. Su testimonio y las fotografías presentadas
fueron determinantes para sostener varias acusaciones y condenas.
Boix residió en París hasta su muerte en 1951.
Francisco Boix, es el único español que declaró contra importantes miembros del gobierno nazi en el Proceso de Nuremberg. El documental nos narra la vida de este fotógrafo, que al exiliarse tras la Guerra Civil Española, acabó en el campo de concentración de Mauthausen.
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