Momento del rodaje del documental «A pegada dos avós», en el Campo da Rata. (Fotografía: María Torres)
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Doscientos figurantes
toman el Campo da Rata. Grabaron
una escena del documental «A pegada dos avós», sobre las víctimas del
franquismo.
Marina Estarque / La Voz de Galicia /22 de julio de 2012
Siete adolescentes caminan
por el Campo da Rata observando a los menhires. Parecen estar solos. Pero no
están. Poco a poco, centenares de personas se entrecruzan y se acercan a ellos.
La escena es parte del documental A pegada dos avós, que rinde un homenaje a las
víctimas del franquismo.
La película habla de la
trayectoria de siete jóvenes, investigando los recuerdos de la Guerra Civil. Lo
hacen por medio de entrevistas a los «avós», no
los de su propia familia, sino a represaliados escogidos por ellos para
contarles su historia.
La idea del documental fue de
la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica da Coruña, que contó con el
director Xosé Abad para el proyecto. Para el presidente de la Comisión,
Fernando Souto, el objetivo es usar el medio audiovisual para llegar a las
generaciones que no vivieron aquel período. «¿Pode existir unha vida sen memoria? O futuro non o
coñecemos, pero os erros do pasado si podemos coñecelos para no repetilos»,
explicó.
La Comisión consiguió
financiamiento para la primera parte del largometraje y ahora están recaudando
fondos en Internet para terminarlo a final de año. Según Abad, las imágenes
grabadas ayer tienen un poder simbólico de «recordar a la gente las 600
personas asesinadas en la comarca de A Coruña». El rodaje reunió a cerca de 200
personas, a las 10 de la mañana, en el Campo da Rata, donde se fusilaban
oponentes del régimen franquista y donde hoy hay un monumento de Isaac Díaz
Pardo en memoria de las víctimas.
Julia González, de 55 años,
fue una de las personas que participó de la escena. «Los perdedores están en el
olvido y eso no puede ser», dijo. Iria Martínez, de 18 años, se despertó a las
8 de la mañana para estar en el rodaje: «No me importó madrugar, es por una
buena razón».
Ni el fortísimo sol ni la
espera prolongada desanimó a Antón Santamaría, de 83 años, hijo de un militar
represaliado. «Tuve que irme de España de niño y no podía volver. Por eso me
parecen muy importantes iniciativas como la de hoy», contó.
Y es que la memoria de estos
hechos no están tan fresca como se puede creer. Un señor que asistía al rodaje,
preguntado sobre la historia del Campo da Rata, contestó: «No hay nada, esto es
solo un sitio muy bonito».
Gracias María, eres incansable.
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