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346. Me llamo Ana y soy republicana




"Me llamo Ana y soy republicana. Mi compañero murió en Valencia en el 37, en plena guerra civil. Su cuerpo aún lo están buscando mis hijos. Mi segundo compañero fue asesinado el 3 de enero del 48 por pertenecer a la guerrilla (maquis). Su cuerpo aún lo siguen buscando mis hijos.

Por ser republicana y compañera de un maqui me encarcelaron por más de tres años dando a luz en la cárcel a mi hija, en condiciones inhumanas. Suerte tuve de que no me la quitaran como a otras muchas de mis compañeras. Mis descendientes siguen esperando justicia.

¿Hasta cuándo?"


María Torres / Septiembre 2012.

Esta es la petición que Ana Marín Muñoz, hubiera hecho de haber vivido y tener la ocasión de participar en el anuncio “Cultura contra la Impunidad”.

Ana nació en Benamargosa, Málaga, y falleció cuando solo le faltaba un mes para cumplir los 95 años, repitiendo las mismas preguntas que llevaba décadas haciendo: ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Hasta cuándo?

A través de sus ojos azules cuya luz hacía aún más blanca su piel, se derramaba un retazo de la historia que se atrevió a contar a su nieta. No le costaba recordar, pero dolía a pesar a los años transcurridos.

La imagen de aquellos años en su retina y la boca llena de preguntas sin respuestas.

Se casó joven con José Calderón Yuste, con el que tuvo dos hijos. Poco tiempo después José, como tantos otros portadores de sueños, se marchó a defender la libertad tras la sublevación militar.  Resultó herido de bala y cuando intentó incorporarse al frente, los fascistas asaltaron el tren de heridos en el que viajaba y asesinaron a casi todos los ocupantes. Murió en Valencia nada más comenzar la guerra en Levante, en 1937. Le dieron por desaparecido, aunque varios testigos manifestaron que había sido asesinado. Jamás apareció su cuerpo. Ana nunca pudo cobrar la pensión de viudedad.

Al poco tiempo Ana inició una relación con su cuñado, Antonio Calderón Yuste, con el que tuvo otros dos hijos. Parecía que el destino de Ana se repetía, ya que Antonio tuvo que echarse al monte al finalizar la contienda. Tenía miedo de ser represaliado por el régimen franquista que se llenaba la boca con la amenaza de exterminar a todos los “Rojos”.

Formó una “partía” que es como se denominaba a las formaciones de dos o más maquis: “La Partía el Rata”. Se dedicaban a abastecer a sus familias de comida que era robada  en las haciendas ricas y a ejecutar secuestros de personas adineradas. Parece ser que estos secuestros eran un desastre, ya que si no se escapaba el secuestrado, al final se compadecían de él y lo dejaban libre a los pocos días.

La partía de Antonio contaba con un enlace muy especial: su sobrino José Calderón, que con escasos 5 años era el encargado de ir al monte y dejar o recoger la información o los víveres de las estafetas, que era como se llamaban los puntos de recogida o entrega. Eran escondites que solo conocían los maquis y el enlace.

Un día cuando bajaba del monte fue capturado por la benemérita y lo trasladaron al cuartel, donde fue torturado, a pesar de su corta edad, para que hablase sobre el paradero de “El Trinche” pero él no soltó palabra.

El nombre y el mote de Antonio Calderón Yuste, “El Trinche”, pronto se hizo famoso en los alrededores de la zona de la Axarquía y de Alhama de Granada. La guardia civil puso precio a su cabeza y un vecino de los campos de la Viñuela, aprovechó la confianza de Antonio y le disparó a bocajarro en la cabeza destrozándosela y dejándolo medio enterrado en las tapias del cementerio de la Viñuela. Después fue alardeando de que había matado al “Trinche”. Era el 3 de enero de 1948.

La guardia civil desenterró el cuerpo para cerciorarse de que era verdad la “hazaña” que contaba el paisano. Reconocieron a Antonio por los restos de metralla que tenía en una mano de un encuentro anterior con ellos.

Fue lo último que se supo de El Trinche. Ni tan siquiera la familia logró averiguar donde enterraron su cuerpo, aunque siempre intuyeron que aún permanece en las tapias del cementerio de Viñuela, Málaga.

La vida siguió para Ana y sus cuatro hijos. Sufríó la represión franquista por ser republicana y  compañera de un maqui. Pasó años de cárcel. Luchó por sus hijos y murió  en silencio y con la herida abierta. No hay olvido.

Se llamaba Ana y era republicana. Sus descendientes siguen esperando justicia.



Nota: Esta historia me la hizo llegar una de las nietas de Ana. Desde aquí mi más sincero agradecimiento para Ana Calderón Moya por compartir conmigo esta parte de la vida de su abuela.







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