La diputada Dolores Ibárruri, en un momento del debate en el Congreso que versó sobre los disturbios de orden público. EFE - 16 de junio de 1936. |
Más de medio centenar de diputados del Frente Popular fueron perseguidos hasta la muerte por los golpistas, entre los que estaban algunos parlamentarios de la oposición.
DIEGO BARCALA - Público - 18/07/2011
"Si lo hubiera (un solo
militar dispuesto a sublevarse en favor de la monarquía y en contra de la
República), sería un loco, lo digo con toda claridad, aunque considero que
también sería loco el militar que al frente de su destino no estuviera
dispuesto a sublevarse en favor de España y en contra de la anarquía". Con
esta amenaza incendiaba el parlamentario José Calvo Sotelo el debate del martes
16 de junio de 1936 en el Congreso de los Diputados.
El ruido de sables era algo
más que un rumor en los pasillos de la Carrera de San Jerónimo cuatro meses
después de que las izquierdas agrupadas en el Frente Popular obtuvieran 279 de
los 448 escaños. Lo que desconocían sus señorías es que la violencia se
apoderaría del Parlamento de tal manera que en los siguientes meses iban a morir
medio centenar de aquellos representantes electos. Los
golpistas persiguieron a socialistas, republicanos y comunistas a muerte hasta
bien acabada la guerra. El diputado socialista Carlos Rubiera Rodríguez fue
fusilado en las tristes tapias del Cementerio del Este el 7 de noviembre de
1942, tras su detención en Alicante en 1939.
Los diputados del Congreso
fueron objetivo prioritario para el plan exterminador de los sublevados.
"Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para
reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos
políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento,
aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los
movimientos de rebeldía o huelgas", ordenó por escrito el general Emilio
Mola en la primera de sus cinco "instrucciones reservadas" que
firmaba como "El Director" y que envió el 25 de mayo a los militares
rebeldes.
"Los representantes
políticos cualificados eran los escogidos para las primeras tandas de la
represión. Tenían claro quién tenía que ir primero y quién segundo",
explica el historiador Francisco Espinosa, autor de Violencia roja y azul.
España 1936-1950 (Editorial Crítica). "Fueron a por los diputados pero
también a por alcaldes y concejales. De hecho, también eliminaron a muchos
apoderados electorales porque tenían sus nombres desde febrero de 1936",
explica.
Desde
que el resultado electoral devolvió a la derecha a la oposición quedó claro que
muchos en el Parlamento apostarían por "cambiar las urnas por las armas",
como describe el historiador Julián Casanova en el volumen 8 de República
y Guerra Civil (Editorial
Crítica). En el capítulo Las raíces del enfrentamiento detalla las reuniones que los
militares afines al exministro de la Guerra José María Gil Robles celebraban en
casas de amigos del diputado de la CEDA.
Avión
de Franco
"El 4 de julio el
acaudalado Juan March aceptó aportar dinero para conseguir el avión que
trasladaría a Franco desde Canarias a Marruecos. El avión, un De Havilland
Dragon Rapide, fue alquilado dos días después en Inglaterra, con las 2.000
libras esterlinas que proporcionó March, por Luis Bolín, el corresponsal del
periódico ABC en ese país", relata. Militares,
diputados, banqueros y empresarios unidos contra la democracia y dispuestos a eliminar a sus rivales
políticos en tapias de cementerios, cunetas y hasta el mar.
"Hay una planificación
de sacar la guadaña con todos los dirigentes de carácter sindical y político
que pudieran resultar referenciables para las clases medias", explica la
historiadora Mirta Núñez, coordinadora de La gran represión (Editorial Flor del Viento). Núñez
enlaza el fusilamiento de los diputados de izquierdas como una consecuencia
de "la estrategia de difamación y propaganda catastrofista que llevó a cabo la derecha durante
esa legislatura para justificar el golpe" a la legalidad democrática, detalla.
Una democracia representada
en una generación de parlamentarios que causó baja en el Congreso de los
Diputados el jueves 2 de febrero de 1939, ante la inminente invasión de
Catalunya por parte de las tropas de los golpistas al mando de Francisco Franco
que aquel mismo día firmó una orden para declarar la fe católica como única
legal en España. Las incompletas fichas de los diputados en el Congreso
reflejan esa fecha, el 2 de febrero, como su último día en la Cámara.
Sin embargo, el primer
diputado electo en los comicios de 1936 en causar baja fue uno de los
partidarios de reventar el Parlamento. José Calvo Sotelo murió tiroteado
cinco días antes del 18 de julio en Madrid. Un mes antes, en el
citado debate parlamentario, espetaba a los que le acusaban de golpista:
"Para mí, el Ejército, no es en momentos culminantes para la vida de la
patria un mero brazo, es la columna vertebral".
El 13 de julio de 1936,
policías compañeros del teniente José del Castillo, asesinado por derechistas
24 horas antes, respondían a la muerte del guardia de Asalto con las armas.
Calvo Sotelo fue disparado y llevado al depósito del Cementerio del Este. En
su funeral, sus partidarios le despidieron con el saludo fascista.
El golpe era inminente. Con la sublevación en marcha se produjo el asesinato de
cerca de una veintena de diputados derechistas a manos de milicianos. "La
República rechazó esos asesinatos y se puede comprobar cómo llamó a los
milicianos a no tomarse la venganza por su mano. De hecho, controló los
fusilamientos a finales de 1936", define Núñez.
Lanzado
al mar
La eliminación de los
representantes del Frente Popular fue llevada a cabo con celeridad en todos los
lugares por donde avanzaban los rebeldes. El diputado de Izquierda Republicana
electo en Tenerife Luis Rodríguez Figueroa tomó un barco el 16 de julio desde
Canarias a Cádiz. El 18 de julio llegó a la Península
y se topó con el golpe de Estado. Acudió al Gobierno Civil a
informarse y fue detenido por las tropas de la Legión, que lo embarcaron de
vuelta a Tenerife. El 14 de octubre fue "puesto en libertad". Nunca
volvió a casa. Como otros izquierdistas canarios fue hecho desaparecer en el
mar.
Rodríguez
Figueroa es uno de los 14 diputados del partido de Manuel Azaña elegidos en
1936 que fueron fusilados. Izquierda Republicana (IR)
obtuvo en las elecciones 86 diputados, tres menos que el PSOE. Pese a su
presencia mayoritaria, el recuerdo de sus diputados es escaso. No tienen quién
les reivindique. "La gente no sabe que en las elecciones de 1977 se pudo
presentar el PCE, pero no se legalizaron los partidos republicanos. Nadie desde
la Historia se ha encargado de ellos", lamenta el presidente de la
Fundación Manuel Azaña, Isabelo Herreros.
El PCE, que creció durante la
guerra hasta convertirse en la única organización capaz de dirigir al Ejército,
apenas consiguió un apoyo en las elecciones del 1936 de 16 diputados. Sin
embargo, Calvo Sotelo, al frente de la Confederación Española de Derechas
Autónomas (CEDA) que obtuvo 87 escaños en una campaña bajo el lema "Contra
la revolución y sus cómplices", se esforzó en acusar al Gobierno del
republicano Santiago Casares Quiroga de dejar España en manos de la Rusia
comunista. "Aquí hay diputados marxistas partidarios de la dictadura del
proletariado y apóstoles del comunismo libertario", alarmaba en el
Congreso.
A falta de una historiografía
que reivindique el exterminio de los políticos de centro izquierda
republicanos, Isabelo Herreros ha elaborado el único listado de líderes de IR
represaliados. Entre ellos, destacan nueve gobernadores civiles
de IR de los 11 que fueron asesinados. La saña de los franquistas se mostró
salvaje en el caso del profesor Francisco Pérez Carballo, gobernador de A
Coruña que se resistió en la sede del Gobierno Civil con un puñado de guardias
de Asalto. A los cuatro días fue fusilado a los 27 años.
Su mujer, la bibliotecaria de
la Universidad Central de Madrid y discípula entre otros de José Ortega y
Gasset, Juana Capdevielle, embarazada, perdió su hijo al conocer la noticia, y
fue detenida. Tras ser liberada y buscar refugio en casas de otros diputados
republicanos como Victoriano Veiga o José García Ramos fue detenida de nuevo y
asesinada en las proximidades de Rábade (Lugo) el martes 18 de agosto. El mismo
día que en un lugar desconocido de Granada era asesinado Federico García Lorca
por las mismas armas antidemócratas.
Los
entregados a Franco por la Gestapo
Los sublevados no pararon en
su afán exterminador al término de la Guerra Civil. Su voluntad genocida les
llevó a pedir la colaboración de la Gestapo en el sur de Francia. En el exilio
fueron detenidos tres diputados electos en el Parlamento atacado por el golpe
de Estado: Lluís Companys (ERC), Julián Zugazagoitia (PSOE) y Manuel Muñoz
Martínez (IR). Los tres fueron víctimas de lo que los historiadores llaman
represión legalizada. Es decir, la que aplicaron los franquistas en la
posguerra al acusar a sus enemigos de rebeldes. Companys fue fusilado en el
castillo de Montjuïc el 15 de octubre de 1940. Zugazagoitia fue acusado de
rebelión y fusilado en Madrid el 9 de noviembre de 1940. Muñoz fue fusilado en
Madrid tras un consejo de guerra el 1 de diciembre de 1942.
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