Fotograma de la película "La voz dormida" - Benito Zambrano |
Se cumplen diez años del fallecimiento de Dulce Chacón. En su recuerdo, y en el de "tantos que se vieron obligados a guardar silencio ..."
Había llegado la madrugada,
cuando sonó el motor de un camión. Hortensia se quitó los
pendientes y se los dio a Mercedes, ocultó en la toquilla sus dos cuadernos azules y
el documento de su sentencia, y le rogó a la funcionaria que recogiera su bolsa
de labor por la mañana y se lo entregara todo a su hermana. Es para la niña, le
dijo.
Era el día seis de marzo de
mil novecientos cuarenta y uno. En el libro de inscripción de defunciones del
cementerio del Este anotaron el nombre y dos apellidos
de diecisiete ajusticiados. Dieciséis hombres y una mujer. Una sola: Isabel Gómez Sánchez. Hortensia no figura en
la lista. El nombre de Hortensia Rodríguez García
no consta en el registro de fusilados del día seis de marzo de mil novecientos cuarenta y uno. Pero
cuentan que aquella madrugada, Hortensia miró de
frente al piquete, como todos.
—¡Viva la República!
Y dicen, y es cierto, que una
mujer se acercó a los caídos y se arrodilló junto a Hortensia.
Llevaba unas tijeras en la
mano. Le cortó un trocito de tela del vestido que se había puesto para morir.
Y le cerró los ojos.
Y le lavó la cara.
Dulce Chacón, La
voz dormida
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