Camaradas y amigos:
He aceptado el honor de iniciar ese
ciclo de conferencias, con la complacencia del que ha de cumplir un deber
impuesto por si mismo, con la complacencia del que ha de cumplir un deber
impuesto por si mismo, pues quien ha situado la posición del anarquismo clásico,
ha de situar hoy también al anarquismo en la posición exacta a que le han
llevado los acontecimientos que estamos viviendo.
Nosotros como anarquistas, no hemos
rectificado nada de lo que era consubstancial con nosotros mismos. Era preciso
hacer esta declaración. Somos anarquistas, continuamos siéndolo y perseguimos
el logro de los mismos ideales de siempre. Los acontecimientos no tienen nada
que ver con lo que es y seguirá siendo el movimiento anarquista español. En
ningún país como en España se ha incubado el movimiento anarquista.
Nadie pudo prever los acontecimientos
que siguieron al 19 de julio: sin embargo, nosotros no perdíamos la visión real
del momento y continuábamos actuando como hasta entonces, pues desde el
advenimiento de la República ninguna organización como la nuestra dio tantas
pruebas de fervor revolucionario. Un socialismo reformista, un acontecimiento
casi general había ido conteniendo el proceso revolucionario. Fue necesaria
nuestra constancia, el acicate, lo que podríamos llamar nuestra locura, para el
desgaste de las fuerzas que se oponían a los avances del proletariado,
consiguiendo también que el propio socialismo reformista se situara en una
posición revolucionaria. Y así llegamos a la militarada, a la que hizo frente el
proletariado determinando con su resistencia heroica los acontecimientos y
surgiendo una aurora nueva. Se produce en España un movimiento de masas y
nuestro pueblo se lanza a una revolución que no tiene nada de común ni con la
Revolución rusa ni con otros movimientos. No hubiera habido revolución si no
hubiésemos nosotros preparado al pueblo. Es este nuestro triunfo y el galardón
más preciado que tenemos los anarquistas.
Sin que la filosofía anarquista haya
sido rectificada, hemos sabido adaptarnos a las circunstancias.
Si el día 19 de julio hubiésemos ido
a la realización totalitaria de nuestros ideales libertarios, el hecho habría
sido catastrófico, como si lo hubiesen intentado comunistas estatales o
socialistas. Con ello habría quedado roto un frente de lucha. Por eso hemos
sido nosotros los primeros en dar la nota de ponderación en las aspiraciones.
La lucha del pueblo español contra el fascismo internacional, era ya de por sí
bastante audaz y grandiosa para un pueblo casi desarmado, un pueblo que necesita
varios días para agitar la conciencia de los otros pueblos, pero ello no fué lo
suficiente y nos encontramos solos con nuestro espíritu de querer ser libres a
la tendencia autoritaria del fascismo internacional. Nosotros representamos un
movimiento contra los imperialismos siempre agresivos de Italia y Alemania. Y
es ya de por sí tan grande esta lucha, que el triunfo sobre el fascismo ya
merecía el sacrificio de nuestras vidas.
Nosotros, los anarquistas españoles,
dándonos cuenta de las imperiosas necesidades que exigen las realidades del
momento, hemos seguido una linea de conducta, cuya finalidad tendía a que no se
repitiera lo que ocurrió en Rusia, donde el anarquismo, a pesar de su
potencialidad, fue desplazado de la dirección de la revolución por una
organización minoritaria.
Eramos nosotros el 19 de julio, el
movimiento obrero más importante de España, al menos en Cataluña, y podíamos
habernos lanzado a la aventura de una conquista totalitaria de nuestros
ideales. No lo hicimos por no malograrlo todo.
Con nuestra actitud hemos evitado que
alguien pudiera terminar la fermentación popular por medio de una dictadura.
La intervención de la C.N.T. en el
Gobierno central y en el Consejo de la Generalidad de Cataluña, ha conseguido
que el movimiento anarquista no se viera desplazado de la dirección de la
revolución.
Se necesitaba un verdadero frente
único de todo el proletariado y de todos los elementos antifascistas para
oponer un valladar infranqueable al fascismo internacional, que de la península
había hecho campo de operaciones y ahora este pueblo que va venciendo a los
fascistas, avanza socialmente creando un nuevo concepto de la vida, una nueva
sociedad.
Decidme si no es grande lo que
estamos haciendo? Cuando contemplemos las horas que estamos viviendo nos
asombraremos de nosotros mismos. Y pensaremos cómo ha sido posible que hayamos
podido vencer tan grandes obstáculos?.
De todos los problemas que plantea la
hora presente, el de la guerra es la más simplista porque para la misma se ha
podido conseguir y mantener la unidad de todos los obreros republicanos,
socialistas, comunistas y anarquistas, los que saben que el fascismo representa
a la estrangulación, algo más duro que la dictadura pasada, porque en el
movimiento fascista español se ha injertado el fascismo alemán o italiano.
El odio al fascismo, el deseo común
de vencerlos nos une, pero ahora imaginad el panorama una vez terminada la
guerra, con diferentes fuerzas ideológicas, que propugnarán para imponerse unas
a otras. Una vez terminada la guerra se volverá a situar de nuevo en España el
problema, con las mismas características que se situó en Francia y en Rusia.
Nosotros, hoy ya debemos situarnos. Hemos de precisar nuestros puntos de vista
para que los otros partidos sepan a qué atenerse, y podamos todos de una manera
franca, leal, encontrar esa unidad precisa para el día de mañana. hemos de
buscar la plataforma, el punto de contacto, que nos permita, con la mayor
libertad y con un mínimo plan de realizaciones económicas, continuar el camino
emprendido hasta llegar a la meta.
Ya hemos hablado nosotros de los que
queremos una vez que haya terminado la guerra. Lo que decimos hoy lo veníamos
diciendo antes de la guerra. Y decíamos que había algo consubstancial con la
historia de España, con las aspiraciones del pueblo que se manifestaba en cada
momento de eclosión de la conciencia, el movimiento de los Comuneros de
Castilla, el de los segadores catalanes, que desde muy lejos afirma la posición
de nuestro pueblo contra el Poder centralizador y absorbente, esta aspiración,
admiración de los otros países que se sorprendían con los aires de libertad y
de democracia que la informaban y que eran la afirmación de nuestra
personalidad propia ante cuanto pudiera significar tiranía u opresión.
Todos tenemos el mismo sentido racial
de la libertad contra la opresión, contra la humillación, y por eso en España
pudo imponerse la dictadura de Primo de Rivera, que era de opereta, como
tampoco impondrán la suya Mola y Franco, pues nuestro pueblo prefiere la muerta
antes que la esclavitud.
Nuestro concepto de organización es
simplemente federalista. De mí en particular se ha dicho que estoy más cerca de
Pi y Margall que de Bakunin.
Yo puedo afirmar que en la
interpretación filosófica, económica y política de Pi y Margall, coincidimos
todos los anarquistas españoles, porque éste supo dar con lo que era
consubstancial con nuestro espíritu. El federalismo es la garantía de que el
resultado de la lucha ha de ser fecundo en beneficios materiales para los obreros
de las ciudades y de los campos,haciendo de España lo que no ha sido.
Federalistas hemos de ser todos. Federalistas han de ser los socialistas, a
pesar de su tendencia centralista, que ha tenido como consecuencia el espíritu
autoritario de Marx, que ha de ser rectificado. Federalistas son todos los
republicanos, y federalistas hemos de ser nosotros aceptando la constitución
de la Federación Ibérica de repúblicas socialistas que dará a cada región el
derecho a estructurarse a sí misma. Hasta hoy España es una cabeza monstruosa
con un cuerpo raquítico. A Madrid afluye toda la riqueza del país.
No es posible la reconstrucción
económica del país manteniendo el poder de al burguesía. Si se quisiera
restituir a la burguesía el poder, ello constituiría la mayor de las
catástrofes. Los trabajadores aceptarán las jornadas de sacrificio para la
revolución, intensificarán la producción en beneficio de la revolución, pero si
ello se les exigiera para otra cosa que no fuera el triunfo de la Revolución,
nada se conseguiría , y además, los obreros no lo permitirían. El pueblo
español al luchar contra el fascismo, lucha al mismo tiempo contra las
desigualdades sociales, contra toda una historia de siempre, en la que se le
adjudica a él el papel de víctima, contra el señoritismo del pueblo español,
aunque se le exijan mayores sacrificios para después de la guerra y para el
triunfo de la Revolución, como tiene una moral de combate, sabrá estar en su
puesto y trabajará para él y para sus hijos, pero nunca lo hará para que
alguien redondee solamente su fortuna; trabajará, luchará solamente para sí y
para el mañana. Que no lo olvide nadie esto. No se trata de una guerra civil.
Es la guerra del pueblo, de los trabajadores contra el señorito, contra el
militar, contra el parásito.
Los partidos burgueses han fracasado
por no haber sabido crear una conciencia moral ni oponerse a la militarada,
dejando a los militares en libertad de acción, para que pudieran preparar el
actual movimiento facciosos, que si no triunfó fue porque le faltó una base
popular.
De ahora en adelante, para que pueda
plasmarse, la nueva España, es necesario que todos los resortes de la dirección
del país pasen a las manos de los trabajadores, y una vez establecido el
federalismo se impone la unidad económica de los trabajadores por medio de la
unión efectiva, constante y leal de las dos sindicales U.G.T y C.N.T.
En España, con la economía en manos
de los trabajadores, es preciso que se acentúe la moral del sacrificio y el
sentido de responsabilidad individual y colectiva. La moral ha de llevarnos a
aceptar todas las penalidades, al racionamiento, las jornadas para la
reconstrucción, la honradez y la austeridad, y todos nos hemos de sentir
soldados de una gran causa, siendo desterrados todos los privilegios. Con el
sentido de responsabilidad lograremos la desintegración de nuestros egoísmos,
de nuestras ambiciones personales, para sumar en la obra que ha de garantizar
la realización de todas nuestras ansias. Y esto que queremos, somos los
primeros en alentarlo en nosotros y en los otros.
Si en España no se ha podido destruir
la autoridad en absoluto, se van mermando sus prerrogativas con federalismo
primero, y después enseñando al hombre a vivir sin que nadie le mande para el
cumplimiento de sus deberes, creando en él el sentimiento de la libertad dentro
de los principios anarquistas que continúan siendo las esencias del
liberalismo.
Este proletariado español, educado en
tales principios y afinada su personalidad en las realidades que impone la
lucha que lleva a cabo, será el que señalará el camino por el que han de seguir
todos los obreros del mundo para la conquista del derecho a la libertad y al
bienestar.
Federica Montseny
Extracto de la Conferencia en Cine
Coliseum de Barcelona
4 de enero de 1937
Qué pena verdad. Luego se echó todo a perder. Vencieron los malos. Porque en la realidad a menudo no vencen los malos, sino la peor opción. Y tras lo visto, tanto los Norte americanos, como los aliados europeos: Francia e Inglaterra, temían a España. y cuando ganaron la guerra en lugar de entrar en España y quitar al fantoche, nos lo perpetuaron durante tres decenios al menos. Luego hay quien me pregunta que por qué siento desprecio hacia los anglosajones. Por una sencilla razón. Ganaron la guerra pero nos dejaron encerrados en una cárcel forjada con la miseria y represión más terrible...
ResponderEliminarSaludos.
Así es Moderato. Vencieron los malos y la Guerra no finalizó con la Paz. Miles de muertos, miles de presos, miles de transterrados ...
ResponderEliminarAún hoy es imposible la reconcialiación mientras no se haga Justicia, mientras no recuperemos la memoria de todos los represaliados, mientras no encontremos a los miles de cuerpos que yacen en cunetas y fosas comunes.
Lo decía Buero Vallejo en "Vivos y muertos":
"Yo sé que algunos de los asesinos
alientan todavía por las calles.
Decrépitos y asmáticos, se alegran
con sus hijos y nietos.
Aún beben rojos vinos,
babean sobre una puta
o se apresuran a llamar al médico
por un leve dolor en el costado,
intentando el olvido
del tesoro infinito que abatieron.
Pero ellos están muertos.
Un abrazo.