Juan Ramón Jiménez Mantecón (Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881 - San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958) |
Creo que en la historia del mundo no ha existido ejemplo de valor material e ideal semejante al que en este 1936 está dando el gran pueblo español. En sólo un día de decisión maravillosa, de
recobro inconcebible, de extraordinaria incorporación, tomó su lugar exacto
contra el extenso frente militar organizado año tras año, y en medio de su
confianza, contra él. Lo sigue y estoy seguro de que lo seguirá sosteniendo, ¡y
con qué extraña alegría! Alegría, ésta es la emoción que da el pueblo de
Madrid, y sin duda el de toda España, en estos días terribles y supremos.
Alegría de convencimiento, alegría de voluntad, alegría de destino favorable o
adverso.
Yo deseo de todo corazón, no creo necesario
expresar este anhelo de toda mi vida, que tantas veces he manifestado en mis
palabras y en mis escritos, el triunfo sin mengua del pueblo español, su
triunfo material y su triunfo moral. Le deseo y nos deseo la alegría inmensa de
su triunfo completo. Que el hermoso pueblo español salga entero del cuerpo que
le quede y de toda su alma, pleno de alegre conciencia de esta empresa decisiva
a que ha sido cruentamente citado. Entonces España, eterna y grande, alzará
bandera de valor y conducta ante todos los pueblos del mundo.
Sucesos de inevitable horror ocurren en
todas las conmociones materiales y espirituales: terremotos, tempestades,
luchas de destino, de elemento y vida. Bien sé que es imposible alumbrar del
todo la sombra, que nada enorme es perfecto. Pero que la destrucción y la
muerte no pasen más de lo inevitable o merecido. ¡No matar nunca, no destruir
nunca a ciegas! No debe ser ciega la fe del noble pueblo español.
Ayudémonos todos para que nuestra España
vea del todo en medio de su tormenta, para conseguir de nuestra España y a
nuestra España esta doble gloria, este doble ejemplo que le traerá para siempre
el respeto universal.
Juan Ramón Jiménez
El Mono Azul, agosto 1936
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