Camaradas. Cuando leáis en nuestro local social estas notas, vuestro infortunado ex Secretario habrá dejado de existir, víctima de las bajas pasiones de unos cobardes asesinos.
Todos sabéis, camaradas, que en el sumario que se me ha seguido declararon entre otros, Cesáreo Rodríguez, las mujeres de los guardias Manuel Estrada, Pedro Rodríguez y Rodríguez y Prudencia Moure y esposa; bueno, pues estos canallas declararon que yo era un peligro para la sociedad y que mis antecedentes eran pésimos en todos los órdenes. Que había ido, incluso, a casa de Prudencia Moure a requisar la radio de forma violenta.
Los informes de la Guardia Civil también dicen que era peligroso para la sociedad que les merecía muy mal concepto y que tenía pésimos antecedentes
De los que formaban el tribunal que me asesinó, sólo recuerdo los nombres del Presidente, Adolfo Velayos, el Fiscal, un tal Puga, y el Juez Instructor, Mariano Pérez. El defensor que nombré y que también ayudó a asesinarme lo mismo que los otros, se llama Eugenio Pardo y Pardo y es sobrino del célebre Pepe Benito
Estos, camaradas, estos salvajes sin corazón son mis verdugos; vengarme de ellos, es vuestro deber. Yo confío en que sabreis vengarme y esto me reconforta.
De como nos trataron en la prisión ya os lo dirán otros camaradas que por suerte sobrevivieron, básteos saber que nos trataron peor que a las bestias.
En este mismo momento entonamos la Internacional ¡Viva el proletariado! ¡Viva el marxismo! ¡Mueran los asesinos! Cantadla vosotros también camaradas, cantad en honor de los muertos amigos.
Cuando los fusiles de nuestros asesinos sieguen nuestra vida, aún podremos gritar ¡Viva la libertad!
Salud camaradas
Antonio López Barro
Cárcel de Lugo, celda de los condenados,
16 de diciembre de 1936
Nota: Si se me tuvieran pompas fúnebres de carácter religioso, sería contra mi voluntad, y debéis de exigir responsabilidades a quien lo causa. Fecha ut supra.
Cartas de republicanos galegos condenados a morte (1936-1948), de Xesús Alonso Montero
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