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1076. María Domínguez, la primera alcaldesa de la República

María Domínguez Remón, fue la primera alcaldesa de la Segunda República Española. Dirigió el ayuntamiento de Gallur de julio de 1932 a febrero de 1933. El anterior pleno, elegido en 1931 había dimitido,  y el gobernador civil de Zaragoza propuso a María la presidencia de la comisión gestora que debía sustituir a la corporación municipal saliente. 

Luchadora incansable por la emancipación a la mujer, partidaria de la Ley del Divorcio y del sufragio femenino, también trabajó en la educación de la población rural.

Acabó silenciada por la balas cuando tenía 54 años. El 7 de septiembre de 1936 la vieron descender de un camión con tres hombres más en Fuendejalón. Su marido sería ejecutado unos días después.

Trascribimos a continuación una entrevista a María Domínguez realizada por Mario Alegría en 1932, extraída del blog Tinta de hemeroteca.



Encontramos a María Domínguez Remón, alcaldesa de Gallur, en la habitación que es cocina y comedor de su casa. Sartén en ristre y ante un minúsculo fogón. María Domínguez tiene que interrumpir unos momentos su faena para convertirse en alcaldesa, porque una vecina acude a denunciarle el mal estado en que se encuentra una tapia, que si llega a derrumbarse puede causar desgracias entre los niños que juegan en sus inmediaciones. La alcaldesa de Gallur promete atender el requerimiento y obligar al propietario de la tapia a que la consolide o la derribe. Terminada esta visita, María Domínguez acaba de condimentar el almuerzo que consume con su hermana, su esposo y una niña amiga de la casa, en una mesa rectangular que fue construida por la propia señora María.

-¿Cuales eran sus ocupaciones antes de tomar posesión de la presidencia de la comisión gestora municipal de Gallur?

-Aún cuando no me ha sido posible terminar la carrera del Magisterio, algunos de cuyos cursos tengo aprobados, daba lecciones particulares. Tenía dieciocho alumnos, tres de los cuales, de apenas siete años, leían y escribían correctamente, dominaban las cuatro reglas fundamentales de la aritmética y no tenían secretos para ellos ni las de interés simple y compuesto, ni la de descuento.

-¿Esas lecciones le proporcionaban lo suficiente para vivir?

-Como es natural, mi marido es el que lleva la carga de la casa en el aspecto económico. Tenemos unas tierras que explotamos y, cuando no tiene trabajo en ellas, se dedica a su oficio de esquilador. Las lecciones eran un ingreso más en la casa.

-¿No tenía usted, otras ocupaciones?

-Las propias de toda casa y además, en los ratos que me permitía la labor educadora y las faenas domésticas, me dedicaba a confeccionar cubrecamas acolchados y edredones; de estos trabajos obtenía también algún beneficio.

-Tenemos entendido -decimos a María Domínguez Remón, alcaldesa de Gallur-, que sus actividades políticas y sociales son muy conocidas en todas las Cinco Villas.

-Algo he trabajado por el ideal republicano. Hace muchos años, conocedora de la doctrina de Pi y Margall, me dediqué a hacer propaganda en este sentido y escribí muchos artículos en aquel periódico que se editaba en Graus y que llevaba por título ‘El Ideal de Aragón’. Posteriormente, estudié la doctrina socialista, y a ella dedico en la actualidad todos mis entusiasmos.   

-¿Milita usted en el partido?

-No, soy simpatizante nada más con sus doctrinas, pero quiero ser socialista independiente, sin someterme a ninguna disciplina.

-¿Qué ha hecho usted por el partido socialista?

-Hace algunos años organicé aquí, en Gallur, la Unión General de Trabajadores, en cuyo trabajo pasé catorce meses, y una vez que conseguí agrupar en la Unión General setecientos afiliados, a los dos meses de constituido este organismo, surgieron discrepancias y cesé de intervenir en el mismo. Hoy tiene la U.G.T. local poco más de doscientos socios.

-¿Cuáles son sus actividades en la actualidad?

-En primer lugar atender al cargo para que fui nombrada, en cuya misión paso la mayor parte de las horas del día, y luego en prepararme para opositar a plazas de inspectores auxiliares del Trabajo; como es natural, atiendo a mi casa, aún cuando algunas veces se come en ella por las atenciones que tienen conmigo algunas vecinas. La Alcaldía me entretiene casi siempre más de lo que yo quisiera.

Desde el domicilio particular de María Domínguez Remón pasamos a su despacho oficial en la Casa de la Villa de Gallur. El secretario de la corporación municipal, don Santiago Sanz, funcionario diligente e incansable, pone a la firma de la alcaldesa unos oficios y le expone algunas cuestiones relacionadas con los presupuestos para el próximo año económico.

-¿Cuál es -preguntamos- la situación económica del Ayuntamiento?

-Angustiosa -nos responde la señora María- hasta el extremo de que me he visto precisada a proceder con apremios cerca de algunos vecinos, a fin de poder cobrar los descubiertos que tenían con el Ayuntamiento y hacer frente a las necesidades urgentes, contraídas por las anteriores Corporaciones.

-¿A cuánto asciende el presupuesto del año próximo?

-A 156.613 pesetas, con las cuales se atenderá a todos los compromisos contraídos, y además se podrán acometer algunas obras. Con este dinero que pensamos recaudar, podremos destinar diecisiete mil pesetas al pago de un plazo del edificio que se destina actualmente a Casa Cuartel de la Guardia Civil y que fue adquirido a tal fin por el Ayuntamiento; también destinamos nueve mil seiscientas pesetas al arreglo de caminos y siete mil a la construcción de una nave destinada a escuelas, y es muy posible que podamos atender en parte, durante la época del paro, a la crisis de trabajo.

-¿A cuánto ascendió el presupuesto anterior?

-A 197.716,49 pesetas, o sea, que hemos rebajado el del año actual en más de cuarenta mil pesetas.

Por sus aficiones pedagógicas, por haber cursado algunos años de la carrera de Magisterio, María Domínguez Remón, alcaldesa de Gallur, tiene gran cariño hacia todo lo que significa enseñanza. Se muestra verdaderamente indignada por falta de escuelas en la localidad.

-Tenemos -dice- cuatro locales, pero dos de ellos son peor que bodegas, y en los cuatro se cobijan hasta cerca de ochocientos chiquillos de ambos sexos. Esto es algo absurdo; no hay posibilidad de permitir su prolongación. Es preciso -agrega- que ustedes hagan un llamamiento a los Poderes Públicos para que se ocupen de las escuelas de Gallur. Los niños que asisten a las escuelas deben tener locales capaces y ventilados, y un Gobierno republicano debe preocuparse intensamente de esta cuestión, la primordial para hacer que el pueblo tenga la cultura que merece un régimen democrático. Con locales insanos y sin condiciones, no puede ejercerse la pedagogía, ni los niños pueden aprender lo que se les enseñe. Hemos presentado en Madrid el oportuno expediente para que se acondicionen estas escuelas y se amplíen, pues su capacidad es insuficiente para la población escolar, pero necesitamos más, mucho más; necesitamos, y esto es urgentísimo, la construcción de un grupo escolar graduado, en el que puedan recibir enseñanza todos los niños de Gallur. A esto irán encaminados todos mis esfuerzos.  

-¿Le parece a usted adecuado el cargo de alcalde para una mujer -preguntamos a María Domínguez-, máxime teniendo en cuenta que en los pueblos pequeños el alcalde es el responsable del orden público?

-Naturalmente que sí, siempre, claro está, que se halle capacitada para ejercer el cargo. Hay que tener en cuenta que no es la persona ni el sexo, cualquiera que sea, sino la representación de una autoridad legal, encargada de hacer cumplir las leyes. No es la persona quien manda, sino la ley representada en la persona que ocupa el cargo, cualquiera que sea su sexo.

-¿Qué opinión le merece a usted la política que sigue el Gobierno de la República?

-Si vamos a fijar nuestro criterio -contesta- por la opinión de unos, esta política es demasiado avanzada; si por la opinión de otros, es una política demasiado lenta, y yo entiendo que el Gobierno hace cuanto puede dentro de la actual situación de España.

-¿Le parece a usted bien esta política dentro de los pueblos?

-Me parece que el Gobierno no conoce bien la política de los pueblos, porque en ellos impera, más que determinada tendencia, el personalismo. A veces las masas obreras están equivocadas; pero tienen la culpa los dirigentes de las mismas. El personalismo debe quedar suprimido. La libertad debe ser igual para todos.

-¿Por qué motivos fue elegida usted para la presidencia de la comisión gestora municipal?

-Por uno solo: el de procurar la pacificación de los espíritus. Aquí existía un ambiente lleno de rencores y personalismos, que estaba a punto de estallar, y yo no podía infundir sospechas a los unos ni a los otros.

-¿Ha tenido usted que intervenir en algún conflicto?

-De importancia, ninguno. Únicamente con motivo de un sorteo de tierras hubo algunas discrepancias entre obreros y patronos, que fueron fácilmente solucionadas mediante reuniones celebradas con unos y otros. Una vez, en el mes actual, circularon rumores de posibles disturbios, y bastó un bando para que los ánimos se calmasen: “No se autorizará manifestación pública de ningún género hasta tanto que las circunstancias aconsejen otra cosa”. Y añade: “Cualquier intento de alteración del orden será reprimido con toda energía, advirtiendo que en la cuestión social, tanto patronos como obreros, se conducirán debidamente, en la inteligencia de que los autores o promotores de poner en peligro la paz pública, serán puestos a disposición de las autoridades superiores para que les sea aplicada la Ley de Defensa de la República, si con su proceder diesen motivo para ello”. El bando dice también: “Dentro de la ley serán todos atendidos en igual forma”.

Nos ha confesado María Domínguez que no aceptaría la presentación de su candidatura para ningún cargo local o provincial. Tampoco para representar a una provincia en Cortes.

-¿Cuál es, no obstante, a su juicio, el papel que debe representar la mujer en la República?

-El principal debe ser hacer una intensa labor contra la guerra; desear y fomentar la paz, tanto interna como en el exterior. Como es natural, la mujer en el Parlamento debe ayudar a legislar en favor de la clase trabajadora y aún de la misma mujer, que hasta hace poco tiempo ha estado postergada a las labores domésticas. La mujer debe laborar intensamente por mejorar la condición social de las demás mujeres.

-¿Qué juicio le merece a usted la Reforma Agraria, para ser implantada en los pueblos?

-Apenas -contesta la alcaldesa de Gallur- he tenido tiempo de leer la ley. Creo que todo trabajador debe poseer en arriendo o en propiedad un trozo de terreno en el que poder sembrar para sostener a su familia, y en el que encuentre ocupación cuando no tenga jornal que ganar.


María Domínguez Remón, alcaldesa de Gallur, hace entrega de unos recibos del impuesto de consumos a los alguaciles del Ayuntamiento Ángel Herrero y Nicolás Blasco, para que los presenten al cobro. Nosotros damos por terminada la entrevista con esta mujer alcalde, ama de casa, confeccionadora de colchas y propagandista de un ideal, que rige los destinos de la simpática villa de Gallur.  









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