(Nochevieja en el Penal de Burgos)
Camaradas, a las doce,
todos los pulsos en hora !
Que suenen como campanas
en una campana sola.
Que fundan los corazones
en un corazón y todas
las ramas del pueblo sean
árbol de luz en las sombras.
Amigos, todos en pie:
sobre las montañas rojas
de nuestra sangre sin yugos,
la voz erguida en la boca.
Si alguno siente que tiene
las alas del pulso rotas
¡que las componga! A las doce
todos los pulsos en hora.
¡Oid yunteros del alba!
¡Oid pastores de auroras!
Para conducir el día
hacen falta caracolas
con dura canción de ríos;
que en las manos paridoras
vayan firmes las cayadas;
ir apartando las olas
y derribando la esfera
donde el tiempo nos destroza.
Hay que hacer nudos al alma,
Hay que hacer nudos al alma,
dejar huellas en las rocas,
esconder la espuma, el junco,
la breve luz de las hojas
donde la luna se duerme...
¡Ser ascua vertiginosa,
piedra viva, monte y río,
corazón de cada cosa!
Camaradas, a las doce
todos los pulsos en hora.
Si arena tienen los tuyos:
si grietas tu voz ya ronca
de golpear contra el muro;
amigo, si te desplomas
como una hierba apagada,
bebe en la arteria sonora
de tu bandera, en la herida
de tu pueblo, en cada gota
de su sangre fusilada.
Sube desde tu derrota;
desde tu luz sumergida,
como un relámpago a proa;
desde tus huesos al pulso,
desde la raíz más honda
firmemente a mi palabra
donde tu fe se enarbola.
¡Despierta el rayo dormido
que en tu corazón reposa!
Camaradas a las doce
todos los pulsos en hora.
A las doce todos uno.
Las campanadas redondas
con las hogueras del pulso
formen una sola antorcha.
Almas de acero encendido
que a un mismo viento tremolan
forjan el día en su yunque
de dolor, con recio aroma
de amaneceres que nadie
podrá arrancarnos ...
No hay tromba de paredones,
ni balas, ni rejones,
no habrá sogas capaces
de hacernos bueyes.
¡Nuestro cuello no se dobla!
Miradnos aquí, miradnos
mientras los muros sollozan,
cruzad el año cantando,
rompiendo "noche española"
acariciando los hombros
de un crepúsculo sin costa.
Miradnos aquí, miradnos
mientras los muros sollozan.
¡Siempre de pie! Sin rodillas,
como encinares de gloria.
¡Camaradas, a las doce,
todos los pulsos en hora!
Marcos Ana
Te llamo desde un muro
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