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1240. Romance para las doce menos cuarto

Romance para las doce menos cuarto

(Nochevieja en el Penal de Burgos)

Camaradas, a las doce, 
todos los pulsos en hora ! 
Que suenen como campanas 
en una campana sola. 
Que fundan los corazones 
en un corazón y todas 
las ramas del pueblo sean 
árbol de luz en las sombras.

Amigos, todos en pie: 
sobre las montañas rojas 
de nuestra sangre sin yugos, 
la voz erguida en la boca.
Si alguno siente que tiene 
las alas del pulso rotas 
¡que las componga! A las doce 
todos los pulsos en hora. 

¡Oid yunteros del alba! 
¡Oid pastores de auroras! 
Para conducir el día 
hacen falta caracolas 
con dura canción de ríos;
que en las manos paridoras 
vayan firmes las cayadas;


ir apartando las olas 
y derribando la esfera 
donde el tiempo nos destroza.

Hay que hacer nudos al alma, 
dejar huellas en las rocas, 
esconder la espuma, el junco, 
la breve luz de las hojas 
donde la luna se duerme... 
¡Ser ascua vertiginosa, 
piedra viva, monte y río, 
corazón de cada cosa! 
Camaradas, a las doce
todos los pulsos en hora.

Si arena tienen los tuyos: 
si grietas tu voz ya ronca 
de golpear contra el muro;
amigo, si te desplomas 
como una hierba apagada, 
bebe en la arteria sonora 
de tu bandera, en la herida 
de tu pueblo, en cada gota 
de su sangre fusilada.

Sube desde tu derrota;
desde tu luz sumergida, 
como un relámpago a proa; 
desde tus huesos al pulso, 
desde la raíz más honda 
firmemente a mi palabra 
donde tu fe se enarbola. 
¡Despierta el rayo dormido 
que en tu corazón reposa! 
Camaradas a las doce 
todos los pulsos en hora. 

A las doce todos uno.
Las campanadas redondas 
con las hogueras del pulso 
formen una sola antorcha. 
Almas de acero encendido 
que a un mismo viento tremolan 
forjan el día en su yunque 
de dolor, con recio aroma 
de amaneceres que nadie 
podrá arrancarnos ...

No hay tromba de paredones, 
ni balas, ni rejones, 
no habrá sogas capaces 
de hacernos bueyes. 
¡Nuestro cuello no se dobla! 

Miradnos aquí, miradnos 
mientras los muros sollozan, 
cruzad el año cantando, 
rompiendo "noche española" 
acariciando los hombros 
de un crepúsculo sin costa. 
Miradnos aquí, miradnos 
mientras los muros sollozan. 

¡Siempre de pie! Sin rodillas, 
como encinares de gloria. 
¡Camaradas, a las doce, 
todos los pulsos en hora! 


Marcos Ana
Te llamo desde un muro









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