I.- El
espantajo rojo y la mentirosa propaganda de los monárquicos
El miedo a
los trastornos que puedan ocurrir en
lo futuro es lo que hace permanecer a muchos españoles vilmente resignados ante la tiranía que sufre nuestro país.
—Esto
es malo —dicen—; Alfonso Trece y los generales eternamente derrotados del Directorio no valen gran cosa; pero si
ellos se van, ¿qué es lo que vendrá después?...
Una
propaganda de los monárquicos falsaria e ilógica explota la credulidad de la gente simple,
recordando a cada momento el bolchevismo ruso para infundir miedo. El dilema que presentan todos ellos no puede ser más absurdo.
—Debes
sostener la monarquía—dicen al país—.
Alfonso Trece y Primo de Rivera son el orden y la tranquilidad. No oigas a los revolucionarios
cuando afirman desde París que el rey te arruina haciéndote gastar cinco millones
todos los días en la empresa de Marruecos, o que mata a miles de tus compatriotas en una guerra
provocada por él para jugar a los soldados.
Piensa que si la monarquía se derrumba vendrán los bolcheviques y se apoderarán
de todo lo tuyo.
Y los ignorantes, los pobres de espíritu, aunque no sientan entusiasmo por el Gobierno actual, desean su continuación, viendo en ello la
seguridad de que seguirán
poseyendo su casa, su mesa, su lecho, la
paz de su familia, y no serán
repartidos sus bienes.
Algunos españoles de las clases superiores creen que si desapareciese el comediante Alfonso XIII se verían pidiendo limosna inmediatamente en los bulevares de París, como los
antiguos señores rusos, y eso les hace sostener al rey, a pesar de
que conocen su carácter mentiroso, su falta de seriedad y los negocios audaces que
realiza valiéndose de su cargo.
Tal
propaganda representa un embuste que únicamente puede obtener éxito en un país de analfabetos de levita, que son los ignorantes más temibles. En otra nación
las gentes se indignarían contra los miserables que osan decirles tales falsedades, viendo en ellas un insulto
para su dignidad intelectual.
El hecho
de destronar a un rey nocivo como Alfonso XIII no significa, ni remotamente, que por ello deba caer el país en la
anarquía o el comunismo. En toda la
tierra solo existe en la actualidad
una nación de régimen comunista, Rusia, y su comunismo no está exento de discusión, pues hasta el
presente lo único positivo, estable
e indestructible que han hecho los Soviets es dar las tierras a sus cultivadores, con lo cual los enemigos de la
propiedad han creado ocho o diez millones de nuevos propietarios. Repito que existe un país comunista, nada más, representante del extremismo rojo; y naciones anticonstitucionales, dictatoriales, de régimen tiránico representando al extremismo negro, solo hay dos: Italia y España.
El resto del mundo civilizado se compone de docenas y docenas de repúblicas y algunas monarquías de
indestructible régimen liberal, con reyes que deben su corona a un cambio revolucionario, no a momificadas tradiciones, como son los de Inglaterra,
Bélgica, etc...
¿Por
qué si destronamos a Alfonso XIII hemos
de caer inmediatamente, de un modo
fatal, en el comunismo? ¿Es que somos de una materia distinta a la
de otros hombres, más bárbaros que todos
ellos, incapaces de regeneración, y no podemos hacer lo que realizaron al otro lado del Océano los
nietos de los españoles, constituyéndose en repúblicas,
las más de ellas progresivas y florecientes?... Desde la última guerra europea,
en el curso de siete años, la Humanidad ha
suprimido cinco emperadores y
veinte reyes, sin caer por esto en el
comunismo. ¿Valemos nosotros menos
que los habitantes del centro de Europa y otros pueblos, de corta y oscura historia, que acaban de imitar, constituyéndose en repúblicas, el hermoso ejemplo de los Estados Unidos, de Francia y otras naciones democráticas, directoras
de la vida moderna?...España puede vivir sin reyes, puede convertirse en
República, sin que por ello corran ningún peligro nuestras organizaciones
económica y social, cimientos
profundos e invisibles de la nación, que se
mantienen, más allá de las variaciones del régimen político.
A combatir esta propaganda mentirosa del
rey y del Directorio, necesitados de asustar al pueblo español con el espantajo del comunismo para que se mantenga quieto y puedan ellos prolongar su
tiranía y sus negocios, van encaminadas las presentes líneas. Esto no es un manifiesto de partido,
formulado con la gravedad dogmática y
oscura que las más de las veces tienen tales documentos. Es
simplemente la opinión de un
escritor que ha viajado mucho,
estudiando los adelantos políticos de
las primeras naciones de la tierra;
de un español que ama a su patria, habiendo
hecho gratuitamente por su prestigio en el extranjero mucho más que los explotadores que la gobiernan actualmente y que los periodistas
falsarios que los adulan mintiendo a sabiendas, como malhechores, cada vez que hablan de mi.
Deseo
la desaparición de la monarquía a causa
de la decadencia presente de mi país, resultado fatal de una mala educación que intencionadamente le han dado los
reyes, y a esta patriótica empresa dedicaré los años que me queden de vida y todo
cuanto llevo ganado con mi pluma.
No basta para que triunfemos una labor negativa
y demoledora de lo existente. Hay que hacer afirmaciones para que la pobre España desorientada por sus malos pastores, sepa qué
es lo que puede reemplazar beneficiosamente a la monarquía. Y yo, simple ciudadano español, hablo
para decir «Lo que será la República española» según mi pensamiento,
dirigiéndome a las diversas clases en que se
hallan agrupados mis compatriotas.
Vicente Blasco Ibáñez
Lo que será la República española - Capítulo I
París 1925
I.-El espantajo rojo y la mentirosa propaganda de los monárquicos
II.-Al Ejército
III.-A los contribuyentes
IV.-A los trabajadores
V.-Los tributos y el progreso del país
VI.- La República y el separatismo
VII.-La Iglesia
II.-Al Ejército
III.-A los contribuyentes
IV.-A los trabajadores
V.-Los tributos y el progreso del país
VI.- La República y el separatismo
VII.-La Iglesia
IX.-Lo que podemos hacer nosotros y lo que harán las generaciones venideras
X.-La República tiene un ideal
XI.-Y creyendo en ste ideal quiero vivir y morir
X.-La República tiene un ideal
XI.-Y creyendo en ste ideal quiero vivir y morir
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