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1296. Lo que será la República española I



I.- El espantajo rojo y la mentirosa propaganda de los monárquicos

El miedo a los trastornos que puedan ocurrir en lo futuro es lo que hace permanecer a muchos españoles vilmente resignados ante la tiranía que sufre nuestro país. 

—Esto es malo —dicen—; Alfonso Trece y los generales eternamente derrotados del Directorio no valen gran cosa; pero si ellos se van, ¿qué es lo que vendrá después?... 

Una propaganda de los monárquicos falsaria e ilógica explota la credulidad de la gente simple, recordando a cada momento el bolchevismo ruso para infundir miedo. El dilema que presentan todos ellos no puede ser más absurdo.

 —Debes sostener la monarquía—dicen al país—. Alfonso  Trece y Primo de Rivera son el orden y la tranquilidad. No oigas a los revolucionarios cuando afirman desde París que el rey te  arruina haciéndote gastar cinco millones todos los días en  la empresa de Marruecos, o que mata a miles de tus compatriotas en una guerra provocada por él para jugar a los soldados. Piensa que si la monarquía se derrumba vendrán los bolcheviques y se apoderarán de todo lo tuyo.

Y los ignorantes, los pobres de espíritu, aunque no sientan entusiasmo por el Gobierno actual, desean su continuación, viendo en ello la seguridad de que seguirán poseyendo su casa, su mesa, su lecho, la paz de su familia, y no serán repartidos sus bienes. 

Algunos españoles de las clases superiores creen que si desapareciese el comediante Alfonso XIII se verían pidiendo limosna inmediatamente en los bulevares de París, como los antiguos señores rusos, y eso les hace sostener al rey, a pesar de que conocen su carácter mentiroso, su falta de seriedad y los negocios audaces que realiza valiéndose de su cargo. 

Tal propaganda representa un embuste que únicamente puede obtener éxito en un país de analfabetos de levita, que son los ignorantes más temibles. En otra nación las gentes se indignarían contra los miserables que osan decirles tales falsedades, viendo en ellas un insulto para su dignidad intelectual.

El hecho de destronar a un rey nocivo como Alfonso XIII no significa, ni remotamente, que por ello deba caer el país en la anarquía o el comunismo. En toda la tierra solo existe en la actualidad una nación de régimen comunista, Rusia, y su comunismo no está exento de discusión, pues hasta el presente lo único positivo, estable e indestructible que han hecho los Soviets es dar las tierras a sus cultivadores, con lo cual los enemigos de la propiedad han creado ocho o diez millones de nuevos propietarios. Repito que existe un país comunista, nada más, representante del extremismo rojo; y naciones anticonstitucionales, dictatoriales, de régimen tiránico representando al extremismo negro, solo hay dos: Italia y España. El resto del mundo civilizado se compone de docenas y docenas de repúblicas y algunas monarquías de indestructible régimen liberal, con reyes que deben su corona a un cambio revolucionario, no a momificadas tradiciones, como son los de Inglaterra, Bélgica, etc... 

¿Por qué si destronamos a Alfonso XIII hemos de caer inmediatamente, de un modo fatal, en el comunismo? ¿Es que somos de una materia distinta a la de otros hombres, más bárbaros que todos ellos, incapaces de regeneración, y no podemos  hacer lo que realizaron al otro lado del Océano los nietos de los españoles, constituyéndose en repúblicas, las más de ellas progresivas y florecientes?... Desde la última guerra europea, en el curso de siete años, la Humanidad ha suprimido cinco emperadores y veinte reyes, sin caer por esto en el comunismo. ¿Valemos nosotros menos que los habitantes del centro de Europa y otros pueblos, de corta y oscura historia, que acaban de imitar, constituyéndose en repúblicas, el hermoso ejemplo de los Estados Unidos, de Francia y otras naciones democráticas, directoras de la vida moderna?...España puede vivir sin reyes, puede convertirse en República, sin que por ello corran ningún peligro nuestras organizaciones económica y social, cimientos profundos e invisibles de la nación, que se mantienen,  más allá de  las variaciones del régimen político. 

A combatir esta propaganda mentirosa del rey y del Directorio, necesitados de asustar al pueblo español con el espantajo del comunismo para que se mantenga quieto y puedan ellos prolongar su tiranía y sus negocios, van encaminadas las presentes líneas. Esto no es un manifiesto de partido, formulado con la gravedad dogmática y oscura que las más de las veces tienen tales documentos. Es simplemente la opinión de un escritor que ha viajado mucho, estudiando los adelantos políticos de las primeras naciones de la tierra; de un español que ama a su patria,  habiendo hecho gratuitamente por su prestigio en el extranjero mucho más que los explotadores que la gobiernan actualmente y que los periodistas falsarios que los adulan mintiendo a sabiendas, como malhechores, cada vez que hablan de mi.

Deseo la desaparición de la monarquía a causa de la decadencia presente de mi país, resultado fatal de una mala educación que intencionadamente le han dado los reyes, y a esta patriótica empresa dedicaré los años que me queden de vida y todo cuanto llevo ganado con mi pluma. 

No basta para que triunfemos una labor negativa y demoledora de lo existente. Hay que hacer afirmaciones para que la pobre España desorientada por sus malos pastores, sepa qué es lo que puede reemplazar beneficiosamente a la monarquía. Y yo, simple ciudadano español, hablo para decir «Lo que será la República española» según mi pensamiento, dirigiéndome a las diversas clases en que se hallan agrupados mis compatriotas.


Vicente Blasco Ibáñez
Lo que será la República española - Capítulo I









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