Luis Cernuda Bidón
(Sevilla, 21 de septiembre de 1902 - México DF, 5 de noviembre de 1963)
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Su amigo, ¿desde cuando lo fuiste?
¿Tenías once, diez años al
descubrir sus libros?
Niño eras cuando un día
En el estante de los libros
paternos
Hallaste aquéllos. Abriste uno
Y las estampas tu atención
fijaron;
Las páginas a leer comenzaste
Curioso de la historia así
ilustrada.
Y cruzaste el umbral de un
mundo mágico,
La otra realidad que está tras
ésta:
Gabriel, Inés, Amaranta,
Soledad, Salvador, Genara,
Con tantos personajes creados
para siempre
Por su genio generoso y
poderoso.
Que otra España componen,
Entraron en tu vida
Para no salir de ella ya sino
contigo.
Más vivos que las otras
criaturas
Junto a ti tan pálidas pasando,
Tu amor primero lo despertaron
ellos;
Héroes amados en un mundo
heroico,
La red de tu vivir
entretejieron con la suya,
Aún más con la de aquellos tus
hermanos,
Miss Fly, Santorcaz, Tilín,
Lord Gray,
Que, insatisfechos siempre,
contemplabas
Existir en la busca de un
imposible sueño vivo.
El destino del niño ésos lo
provocaron
Hasta que deseó ser como ellos,
Vivir igual que ellos
Y, como a Salvador, que le
moviera
Idéntica razón, idéntica
locura,
El seguir turbulento, devoto a
sus propósitos,
En su tierra y afuera de su
tierra,
Tantas quimeras desoladas
Con fe que a decepción nunca
cedía.
Y tras el mundo de los
Episodios
Luego el de las Novelas
conociste:
Rosalía, Eloísa, Fortunata,
Mauricia, Federico Viera,
Martín Muriel, Moreno Isla,
Tantos que habría de revelarte
El escondido drama de un vivir
cotidiano:
La plácida existencia real y,
bajo ella,
El humano tormento, la paradoja
de estar vivo.
Los bien amados libros,
releyéndolos
Cuántas veces, de niño, mozo y
hombre,
Cada vez más en su secreto te
adentrabas
Y los hallabas renovados
Como tu vida iba renovándose;
Con ojos nuevos los veías,
Como iban viendo el mundo.
Qué pocos libros pueden
Nuevo alimento darnos
A cada estación nueva en
nuestra vida.
En tu tierra y afuera de tu
tierra
Siempre traían fielmente
El encanto de España, en ellos
no perdido,
Aunque en tu tierra misma no lo
hallaras.
El nombre allí leído de un
lugar, de una calle
(Portillo de Gilimón o Sal si
Puedes).
Provocaba en ti la nostalgia
De la patria imposible, que no
es de este mundo.
El nombre de ciudad, de barrio
o pueblo,
Por todo el español espacio
soleado
(Puerta de Tierra, Plaza de
Santa Cruz, los Arapiles,
Cádiz, Toledo, Aranjuez,
Gerona),
Dicho por él, siempre traía,
Conocido por ti el lugar o
desconocidp
Una doble visión: imaginada y
contemplada
Ambas hermosas, ambas
entrañables.
Hoy, cuando a tu tierra ya no
necesitas,
Aún en estos libros te es
querida y necesaria,
Más real y entresoñada que la
otra:
No ésa, mas aquélla es hoy tu
tierra.
La que Galdós a conocer te
diese,
Como él tolerante de lealtad
contraria,
Según la tradición generosa de
Cervantes,
Heroica viviendo, heroica
luchando
Por el futuro que era el suyo,
No el siniestro pasado donde a
la otra han vuelto.
La real para ti no es esa
España obscena y deprimente
En la que regentea hoy la
canalla,
Sino esta España viva y siempre
noble
Que Galdós en sus libros ha
creado.
De aquélla nos consuela y cura
ésta.
Luis Cernuda,
Díptico español
“La realidad y el deseo”
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