“…Débiles y pequeños, los niños son,
por
eso mismo, sagrados…” Eliseo Reclus
N. B. P.
Este folleto está escrito para
contestar a la pregunta que nos han formulado varios camaradas: ¿Cómo
educaré a mis hijos? Pregunta que ya esperábamos y a la que respondemos
ateniéndonos a los dictados de la Razón y de la Ciencia.
Dedicado a los hijos del proletariado
español, esperamos que, estas páginas –modestamente escritas– orientarán
la educación de nuestra infancia en un sentido verdaderamente renovador.
A los padres y a los maestros nos
dirigimos para que –en el hogar y en la escuela– propaguen las sanas
doctrinas de una educación donde se destierre todo fanatismo y se aspire a
libertar a la infancia de la nefanda opresión que sobre ella se ejerce.
Por culpas de unos y otros, la
educación ha quedado estancada en un marasmo de servidumbre, de la que debe
salir redimida y reconfortada. Sean estas breves páginas estímulo para
todos.
El Grupo Editor
La Anarquía explicada a
los niños
A los Hijos del Proletariado Español
I ¿Qué es la Anarquía?
Anarquía, queridos niños, es la doctrina que no conformándose con
la organización que se ha impreso a la humanidad, desde los tiempos en
que empezaron a crear la Sociedad, intenta dar una constitución a la vida
basada en los principios sacrosantos del amor universal y de la
solidaridad humana.
Su misión es hacer cesar la
desigualdad reinante entre los seres que los divide en pobres y ricos,
explotados y explotadores, esclavos y dominadores.
Que la Vida sea tal cual debe ser: la
libre manifestación de las facultades, la espontaneidad de los actos, la
liberación final destruyendo las causas que se oponen a que la sociedad se
base en la más plena libertad y en la más absoluta independencia.
Entre las causas que la Anarquía
quiere destruir por considerarlas nocivas y perjudiciales al desarrollo
libre del individuo y de la colectividad puedo enumerar las siguientes para que
no olvidéis nunca que, al combatirlas, laboramos por el bienestar de todos.
El Militarismo es la fuerza armada de que se valen los que se han apoderado de la
vida, para imponer sus injusticias y cimentar sus maldades. Esta fuerza no
retrocede ni ante el crimen; arma a los seres entre sí, los lanza contra los
que, como vosotros, como vuestros padres, vuestros hermanos, han hecho del
trabajo una virtud. Cuando nos rebelamos a este modo de proceder, cuando nos
alzamos contra la injusticia que con nosotros se comete, caen sobre nosotros.
No contentos con querernos destruir, suscitan guerras, diezman la humanidad, y
los crímenes se amontonan en el camino que recorremos.
La anarquía opone a esta fuerza
bruta, la Paz. El anarquista no quiere la guerra, se opone a la guerra, ansía
la paz, porque es el punto fundamental de su doctrina salvadora. Considera a
todos los seres hermanos; no quiere fronteras que nos separen, sino corazones
que se fundan en un solo amor: la emancipación total y absoluta de los seres
humanos. Las armas del anarquismo es el libro, es el trabajo, es la palabra.
Con éstas combate la fuerza organizada del militarismo y con ellas triunfará sobre
los carniceros y devoradores de hombres. Con el libro, con el trabajo, con la
palabra llama a todos, haciéndoles ver que sobre la fuerza bruta se alza la
fuerza de la idea cuyo triunfo final no puede discutirse.
El Clericarismo es la farsa de que se han rodeado los usurpadores de la vida para
demostrar que sus imposiciones, sus tiranías, sus opresiones son justas y
agradables a un “dios” que se han forjado para revestir de bondad sus actos.
Con este “dios” se dirigen al corazón de los creyentes, y rodeándole de un
fausto y un lujo inusitados en los templos que le han erigido, dirígenle
oraciones y preces para hacer creer a todos que son los directores de la vida,
los organizadores de la vida, y que la sociedad constituida cae en pecado de no
seguir a este dios, los mandatos de este dios, las tiránicas órdenes de este
dios. Sobre todo, se apodera de vosotros, queridos niños, para atemorizaros con
los fabulosos tormentos de un infierno y los goces de un cielo que habéis de
ganar supeditándoos a los que representan a este dios en el mundo. A los que no
le siguen, a los que se apartan de ellos asqueados y rebelándoseles, los
declaran “enemigos” y frente al poder de su dios, a la omnipotencia de su dios,
crean el demonio que tienta al hombre, a la mujer, a vosotros mismos
condenándonos a penas eternas de un fuego infinito.
Para afianzarse, para asegurar su
dominio en el mundo y sobre todos los seres, llama en su auxilio al militarismo
que tiene organizada la vida eN ejércitos dispuestos a hacer triunfar el principio
divino. La Anarquía opone a este poder omnímodo, a este poder absoluto, a esta
potestad terrorífica, la cultura por la Ciencia. La ciencia, que es el ordenado
conocimiento de la vida, descubre las leyes porque se rigen los mundos y la
sociedad; investiga que todo lo atribuido a dios, lo innato a dios, es falso y
erróneo; que sólo existe una ley que derroca la ley divina, que destruye la
omnipotencia divina: la ley natural del progreso humano. En virtud de este
progreso se llega fácilmente a contemplar la vida en toda su pureza; que la
tierra no es la morada de dios, ni el templo de dios; que el ser humano no
tiene origen divino, sino que aparecimos en el mundo en virtud de hondas e
incesantes transformaciones evolutivas en el organismo animal hasta llegar a
nuestra especie; que el fin del mundo tampoco está sujeto a los providenciales
destinos de dios, sino que la ciencia fija su fin de un modo racional y de
acuerdo con las leyes naturales.
La Anarquía destruye las religiones
porque son absolutistas, despóticas, crueles y sanguinarias. Y contra ellas
quiere preservaros, queridos niños, para que os rebeléis al temor de ser
condenados, al miedo de ser castigados, al placer de ser premiados. El castigo
y el premio sólo pueden existir en la sociedad burguesa creada por los
religiosos y los militarizantes. Sólo existe una recompensa: la del deber
cumplido con la Vida, de ser útiles a los semejantes y de coadyuvar a implantar
la nueva sociedad donde no existen odios, ni rencores, ni clases, ni vanidades,
ni tiranías.
El Capitalismo es la sociedad organizada en el egoísmo brutal y antihumano, detentando el
poder absoluto sobre la humanidad que produce y trabaja, aprovechándose del
esfuerzo común para crear riquezas y privilegios sin los cuales no podría
vivir. Erige un poder para sostenerse, funda los estados, divide a los hombres
en naciones; sus tentáculos se clavan en las entrañas de la tierra para sacar
el dinero que monopoliza y distribuye inicuamente; penetra en todos los
ámbitos, desde el taller y la fábrica hasta el acaparamiento absoluto de vidas
y haciendas, dicta leyes y las impone para robustecerse y consolidarse; señor
absoluto de las existencias, no repara en medios para desnaturalizar el
trabajo, atribuirse la producción, regularizar la vida a base de la usurpación
y la violencia. Amo y señor del organismo social, tiene al “clericalismo”
porque le ayuda en sus nefandos designios y cuenta con el “militarismo” porque
le sostiene y le sirve de apoyo. Quiere que su “ley” sea acatada y obedecida
por todos: cuenta para ello con los sicarios y escribas para hacerla cumplir. A
esto llama su mandato: a esto da el nombre de poder.
Pero la Anarquía, queridos niños, se
levanta contra este modo deconcebir la vida y se rebela a esta manera de
organizar la existencia. La Anarquía aspira a suprimir todas estas causas que
sumen a la humanidad en el letargo del opio. No quiere estados que, por el solo
hecho de existir, llevan en sí desigualdades irritantes e injusticias cruentas.
Al dinero opone el libre cambio de productos; al trabajo remunerador para los
privilegiados, opone el trabajo distribuido a cada cual según sus fuerzas; al
egoísmo insano de los poderosos, opone que las necesidades de cada uno sean
cubiertas con arreglo a las necesidades de todos. A la ley opresora, opone la
ley del amor. Al egoísmo, opone la tesis de que la tierra pertenece al que la
trabaja y produce.
Esto es la Anarquía, amados niños.
Esto, y mucho más que no puedo explicaros en estas breves páginas, pero el
tiempo os irá enseñando y la vida os irá descubriendo.
La Anarquía quiere que investiguéis
el origen de todas estas desigualdades, el por qué de todas estas injusticias;
que os capacitéis para que comprendáis que la vida que vivís, reflejo de la
vida amarga de vuestros padres, no es así, ni puede ser así. La vida es
belleza; la vida es la justicia; la vida es la paz y el bienestar.
La Anarquía os pone en el camino de
conseguirlo y obtenerlo; y, pues sois los mas débiles, los más inocentes de
esta malhadada organización, que sepáis rebelaros a cuanto os oprime y
aprisiona. No estáis solos. Hay quien lucha por sacaros de la amargura que os
rodea, de las zarzas que hieren vuestras carnes, de los venenos que se filtran
en vuestros corazones puros y sagrados.
Estos no os ofrecerán templos, ni os
harán adorar divinidades, ni pondrán el temor en vuestros espíritus, ni
corromperán vuestras conciencias encenagándolas con el dolo y el engaño. Alzad
los ojos, mirad a vuestro entorno. La hora de las alegrías sanas, de la
felicidad y de la paz llega para vosotros.
La Anarquía acelera esta hora, esta
alegría, esta felicidad, esta paz que aún no tenéis.
II ¿Cómo llegar a la Anarquía?
La Anarquía, queridos niños, os
facilita el camino para llegar a ella. Cuenta con la Escuela, el Sindicato y el
Ateneo Cultural. Vamos a explicaros estas tres poderosas fuerzas a las que
tendréis que acudir siempre.
La Escuela
Comprenderéis, fácilmente, que no
podemos referirnos a la escuela burguesa y reaccionaria en donde hasta ahora os
han hecho asistir. Nuestra escuela, la escuela que os ofrecemos, no es la
cimentada a base de necias y estultas enseñanzas, sino la escuela racionalista.
Es preciso que sepáis que nuestra
escuela tiene un fundamento científico que es el que ha de orientar vuestras
vidas. Vuestro maestro, el único tal vez a quien debéis agradecer sus esfuerzos
por educaros, definía esta escuela diciendo, que secundaba el desarrollo
espontáneo de vuestras facultades buscando libremente la satisfacción de
vuestras necesidades físicas, intelectuales y morales.
He nombrado a Ferrer. Estudiad su
vida, seguid su labor y erigidle en vuestro apóstol y guía. A él se debe la
escuela racionalista que, para honra de la humanidad, creó en esta España.
Desterró de la escuela las tres farsas de que antes os hablaba: el militarismo,
el clericalismo y el capitalismo. Hizo penetrar la ciencia en el cerebro de los
otros niños que con él se educaban e infiltró la razón en los corazones. Él
hizo sagrado vuestro derecho a instruiros y educaros fuera del antro de las
viejas escuelas y de los maestros apergaminados. Él desterró de vuestras mentes
la idea de la divinidad y la reemplazó por el culto a la justicia y la bondad.
Él abrió la cárcel de las ideas para convertirla en lugar agradable y
deleitable. Él vio en vosotros lo que la humanidad debe ver en vosotros: el
germen de la humanidad nueva.
Honrad a Ferrer siguiendo sus
doctrinas redentoras. Era anarquista Ferrer; es decir, luchaba contra las
potentes fuerzas clericales, militaristas y capitalistas que convierten la
sociedad en un caos informe de ignominia. Así debéis aprender a luchar.
Iniciaos en esta doctrina salvadora y de vosotros mismos surgirá el mundo nuevo
que estamos construyendo.
Es hora que sepáis que si no os
redimís, si no os libertáis en la escuela costará trabajo redimiros y
libertaros cuando seáis grandes. La redención debe empezar en vosotros. Por
eso, la Anarquía os da la Escuela. Que vuestros maestros se compenetren también
de esta altísima verdad. De no ser así, quedaríais abandonados a vuestras
escasas fuerzas y, por culpa vuestra, caeríais en brazos de los que esclavizan
la vida.
La escuela os ha de enseñar a ser
rebeldes, rebeldes de esta sociedad corrompida y desgraciada. Los enemigos de
vuestros padres, de vuestros hermanos son y serán los enemigos vuestros. La
causa de vuestro malestar y vuestra amargura también pesa sobre los que os
dieron el ser y viven con vosotros. Debéis uniros a nosotros en esta lucha
santa de la que depende cese, en absoluto, nuestro dolor y nuestra infelicidad.
No os queremos resignados; quede la
resignación para los maestros burgueses y las cárceles escolares que rigen.
La escuela que os da la Anarquía es
la de la libertad. Hay tres libros que os ayudarán a conseguirla. Tres libros
que han educado a tres generaciones. Tres libros que deben quedar en vuestras
escuelas como guiadores y conductores de vuestras vidas: El dolor universal,
La Conquista del Pan y La Montaña. Sus autores son tres
luces que aún brillan: Sebastian Faure, Pedro Kropotkine y Eliseo Reclus. Estos
tres nombres no lo olvidéis. Al llegar a los doce años no pueden faltar en la
biblioteca que iréis engrandeciendo. Ellos os darán a conocer las causas de
vuestros sufrimientos, el origen de vuestra esclavitud en el trabajo, los
gérmenes de la vida y de la existencia, la historia de la tierra. En ellos
aprenderéis a vencer las dificultades que se os presenten en la lucha, la
fortaleza para resistirla y la esperanza en el porvenir. Que sean vuestros
primeros pasos en la vida: báculo preciado para vuestro progreso.
El Sindicato
La Anarquía, una vez salidos de la
Escuela, no os podrá dejar abandonados. A medida que crecéis, a medida que
avanzáis –ya jóvenes–, os hace continuar la lucha acrecentando vuestra
rebeldía. Os dio una escuela para que supieseis y conocieseis el mundo en que
vuestros ojos se abren; os hizo ver la desigualdad, os mostró dónde radica el
egoísmo, dónde está la maldad, dónde se oculta nuestro eterno enemigo. Os lo
mostró, os lo hizo veR para que os preparaseis a combatirle y derrotarle.
Conseguido esto, abre las puertas de otra organización: el Sindicato.
Si en la infancia tuvisteis una
escuela, en la juventud no os faltará otra: la escuela del proletario. Los
mismos enemigos que os cercaron de niños, los mismos enemigos os cercan ahora.
Precisa un organismo de lucha, un hogar a donde acudáis a refugiaros para
recobrar la fe, para robustecer el ideal y centuplicar las fuerzas que debéis
acumular para la batalla decisiva y final. Las mismas angustias, las mismas
amarguras que os asediaban de niños, os asedian de hombres. Entrad en él;
cobijaos en él. Unidos todos, identificados todos, resistiremos mejor. Sed
fieles y solidarizaros con el compañero, hermano vuestro en lucha y en
rebeldía.
Esta nueva escuela –escuela de la
vida–, no la abandonéis. Junto a vuestros padres, seguid luchando por un mundo
mejor.
El Ateneo
Para que en esta lucha titánica no
perdáis ni la fe, ni el entusiasmo, la Anarquía os brinda una tercera escuela
donde se practica la lucha por la cultura. Son los Ateneos libertarios,
complemento de los Sindicatos, guiadores de los Sindicatos, conductores de los
militantes.
No sólo es la lucha por el
mejoramiento material la que debe unirnos, es también la lucha por la cultura
la que debe solidarizarnos. Aquellas ansias que sentíais en la escuela por
adquirir conocimientos, aquí las debéis continuar, ensanchándolas, aumentándolas,
intensificándolas.
Ya veis, pues, como la Anarquía vela
por vosotros, queridísimos niños.
III ¿Cómo hacernos dignos de la Anarquía?
Para que os identifiquéis con la
Anarquía, para que dignifiquéis vuestra vida, debéis cumplir estos postulados
ácratas.
1. Ayuda
No te desentiendas jamás de los que
luchan como tú, de los que sufren como tú. Son hermanos tuyos. En la escuela
los tuviste a tu lado. Ahora, los tienes en el taller, en la fábrica, en las
minas, aún sedientos de justicia. Dondequiera que veas un hermano tuyo,
ayúdalo. Por encima de las fronteras alzadas por los privilegios, tiende tu
mano a todo el que es víctima de la sociedad actual burguesa.
2. Apoya
Al que vacile, infúndele alientos; al
que se desespere por ver lejano el triunfo, dale ánimos. La ayuda mutua es un
deber sagrado y universal.
3. Copia lo bello
No imites lo perecedero, lo efímero.
Todos los males, ahuyéntalos y aléjalos de ti: son aún la herencia de la
imperfección humana a que estamos encadenados. Por encima de este caos de
ignominia, levanta tus ojos a la belleza de la Vida.
4. Labora
Todo es trabajo en la naturaleza y tu
misión es contribuir, en la medida de tus fuerzas, a la perfección de este
trabajo, No te resignes a ser siervo de la máquina, ni esclavo del músculo.
Dignifica el trabajo, embellécelo, purifícalo.
5. Estudia
Que el libro sea tu mejor amigo, tu
consejero, tu guía. Nunca sabremos bastante. Quien añade ciencia, añade
anarquía. Investiga por ti mismo, aclara los misterios que te rodean.
Instrúyete, edúcate. Esta es la única herencia que debes dejar en la Vida.
6. Ama
La ciencia no pone piedras en el
corazón. Un amor puro y humano hace penetrar en nosotros. Por alejados que
estén, por distanciados que se hallen, cada ser es un amado nuestro.
7. Protege
Quien mucho ama, mucho ayuda. Al ser
débil, protégelo. Al anciano, al inválido, al enfermo, nos une mucho más amor
porque son débiles. Ese pobre anciano que ves, fue fuerte como tú, valeroso
como tú; ese doliente inválido también fue como tú. Piensa que puedes ser como
ellos; piensa que el trabajo burgués te envejecerá y te enfermará. ¡Protégelos!
Piensa en los que no están con nosotros: en los presos; Por luchar, por
defendernos, no tienen libertad. ¡Acuérdate de ellos!
8. Cultiva
La tierra es tu madre; el campo es tu
sustento. Sazonados frutos y óptimas cosechas recogeremos si los cultivamos. No
dejes ninguna tierra estéril. Da a la tierra el cuidado que necesita para que
te alimente y te haga vivir. En el mundo ideal, siembra ideas, esparce
pensamientos, escribe y acciona. En el mundo real, que la semilla caiga en toda
la tierra que, bien abonada y preparada, fecundará la semilla y la convertirá
en flor y en fruto.
9. No tengas esclavos
Aspira a ser libre y que las ansias
de tu libertad abrase a todos. No esclavices a nadie. Ni pájaros, ni ningún ser
viviente puedes encerrarlos impunemente. Abre las puertas de todas las jaulas,
lima las rejas de todas las cárceles, donde –como el pájaro enjaulado– seres
humanos sufren y padecen.
Sé libre y haz libres, contigo, a los
demás. Abre las puertas de tu corazón para que salgan de él todos los vicios,
todos los defectos que lograron filtrarse. Sé libre y sé puro: ni tengas
esclavos, ni te conviertas en esclavo.
10. Trabaja
Trabaja y lucha la Anarquía te dice.
Antes te dijeron: Trabaja y reza. Deja los rezos, deja las oraciones. Sólo hay
una oración que no debes olvidar nunca: la del trabajo. Trabaja por el bien de
la Humanidad, para que cesen los dolores, para que terminen los sufrimientos,
para que la amargura se aleje para siempre. Sé feliz en una humanidad feliz. Sé
libre en una humanidad libre. Esto es la Anarquía, queridos niños.
¡Bienaventurados, vosotros, si la comprendéis y la practicáis!
Empiece, pues, para vosotros la
visión de una vida nueva de purezas y bondades.
La Anarquía explicada a los niños, por José Antonio Emmanuel
Ediciones BAI, Barcelona, 1931
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