Un Gobierno joven del viejo pueblo de los vascos
A todos cuantos a través de estas ondas escuchan mi palabra, tanto
aquí, en Euzkadi, como en el resto de la República y en el mundo, llegue el
saludo preñado de esperanzas del Presidente de un Gobierno joven, representante
del viejo pueblo de los vascos. Hace dos meses y medio fué proclamada la
autonomía vasca, después de ser aprobada solemnemente como Ley por las Cortes
de la República en su sesión del día primero de octubre. Una campaña
persistente y tenaz, llevada a cabo por el pueblo vasco para la recuperación de
su libertad conculcada hace cien años por la Monarquía española, ha dado como
resultado en medio de días trágicos, que la personalidad vasca haya sido
reconocida mediante una forma estatal autonómica; y de la Ley en que era
reconodia surgió el primer Gobierno de Euzkadi, el primer Gobierno autonómo.
Sumido nuestro viejo pueblo en los azares desgraciados de una guerra cruenta,
que no ha querido jamás, que le has dio traída por la invasión de los militares
sublevados, desde el día en que tuvo su Gobierno autónomo, sintió una gran
satisfacción, la de sentirse gobernado, defendido por los hombres que contaban
y cuentan con el asentimiento popular.
Cuando la labor comienza a dar sus frutos
Ha trabajado el Gobierno Vasco en silencio; no ha querido que su
labor difícil y abundosa haya ido acompañada del ruido que perturba el trabajo
fecundo. Han callado los miembros del Gobierno y he callado yo. Hemos trabajado
todos. Y cuando la labor comienza a dar sus frutos, cuando hemos organizado un
pueblo, cuando contando con el heroísmo de nuestras juventudes hemos formado un
ejército, cuando sentimos de cerca el calor de la asistencia popular, cuando
merced a ello disfruta nuestro pueblo de un orden envidiable, cuando el
optimismo se esparce entre la ciudadanía y cuando podemos mostrar orgullosos la
satisfacción del deber cumplido, aprovechando estos días en los que la
Humanidad celebra acontecimientos y recuerda palabras que fueron heraldo de paz
y de amor, el Presidente del Gobierno Vasco que os dirige la palabra, ha
querido romper el silencio, levantar la cabeza del trabajo y dirigirse al
pueblo para decirle: contempla nuestra obra en tu propia satisfacción y
seguridad, en nuestra fe en la victoria, ya preparada, y recibe nuestro
ferviente deseo de paz para vosotros y para el mundo entero.
El programa que nos une en el designio y en el trabajo
Nada mejor para justificar nuestra obra que examinar, remozando de
nuevo los conceptos del programa que une a hombres de tan diversas ideologías
en un empeño común, programa que nos une en el designio y en el trabajo,
programa que ha sido norte y guía de nuestra actuación y que ha sido cumplido
en muchas de sus partes. Sus puntos fundamentales constituyen, como su texto
literal dice, el sentir de coincidencia de todas las fuerzas políticas que
forman el Gobierno y que tienen por finalidad inmediata el supremo designio de
conseguir la victoria y establecer y organizar definitivamente la paz como
Gabinete de guerra que es en toda la significación que este vocablo encierra. En
su virtud, decía, respetará y garantizará los derechos individuales y sociales
de todos los ciudadanos vascos y en consecuencia la libre práctica de las
confesiones y de las asociaciones religiosas, la seguridad de sus componentes y
de sus bienes, dentro de las prescripciones constitucionales; y se añadía, que
el carácter religioso no podría eximir de las responsabilidades derivadas de
actuaciones políticas contrarias a la ley. Y en este marco ha encerrado el
Gobierno Vasco toda su actuación, respetando al sacerdote que, afortunadamente,
ha estado y se ha mantenido al lado del pueblo; respetando el culto, abiertas
las iglesias, se ha producido en el pueblo vasco sujeto a la jurisdicción de su
Gobierno un fenómeno delicado de tolerancia exquisita, de gran comprensión en
las masas populares y de los organismos sociales; fenómeno tangible, real, a la
luz de todos, porque en medio de los fragores de esta lucha, un pueblo culto y
civilizado ha sabido separar, respetando las creencias y prácticas de
muchísimos ciudadanos, aquellos otros problemas que uniéndolos en el designio
de la victoria han hecho de este Gobierno un conjunto de hombres respetuosos
entre sí e inflexibles cumplidores de la ley y de la finalidad suprema que los
mueve.
El respeto a los valores espirituales
Sólo este hecho real es el mentís más reacio a las campañas
indignas e interesadas de Prensa tendenciosa, mucha de ella engañada, que no ha
tenido siquiera la precaución de visitar este viejo pueblo vasco, en el cual,
pese a las conmociones sociales y a los avances que una justicia social exigen,
se sigue la norma invariable de ser respetuosos con aquellos valores
espirituales que, hondamente sentidos, constituyen base doctrinal de una
inmensa masa de sus ciudadanos.
Un ejército numeroso, disciplinado y entusiasta
La sublevación encontró desarmado al pueblo vasco y contra la
rebelión militar alzose nuestro pueblo en masa. Hubo, sin embargo, que
organizar aquel entusiasmo popular, desbordante, en unidades orgánicas,
constituyendo un ejército regular; y el Gobierno, en su programa, acordó que a
través de su Presidente, asumiendo la cartera de Defensa, se estableciera el
Mando único del ejército que militarizara rápidamente todas las milicias, así
terrestres como marítimas, y se constituyeran unidades de tipo regular. Y al
cabo de dos meses largos de actuación, el Gobierno Vasco ha podido presentar
ante su pueblo un ejército numeroso, disciplinado y entusiasta, que, dotado de
medios modernos, hoy constituye la garantía y la seguridad de nuestro viejo pueblo
y tiene poder suficiente para iniciar, como lo ha hecho ya, en estos días, la
reconquista del territorio vasco, en el que penetraron los facciosos validos de
nuestra indefensión y de la sorpresa; fenómeno digno de ser tenido en cuenta,
porque ha indicado tal compenetración entre el pueblo y su Gobierno, que la voz
de éste, interpretando los ideales comunes de los hijos de esta raza, ha hecho
que en poco tiempo el País Vasco, Euzkadi, puede sentirse seguro de su propia
fortaleza; y si en los siglos en que la Historia narra la heroicidad de
nuestros padres, impidiendo que jamás invasor alguno, así godo como mahometano,
invadiera nuestros lares patrios, hoy en que la traición y la cobardía han
osado llamar en su ayuda a aquellos que fueron sus seculares enemigos, el
pueblo vasco, erguido y en pie, ha dictado su voluntad suprema de impedir y
lanzar fuera de su territorio, repitiendo aquel gesto que registra nuestra
Historia.
Mantenimiento inexorable del orden público
El tercer postulado del programa del Gobierno Vasco fué el
mantenimiento inexorable del orden público, vigilando cuidadosamente la
retaguardia y extirpando el espionaje. Testigo es nuestro pueblo y testigos son
los extranjeros que con nosotros viven, del orden ciertamente envidiable de que
disfrutan nuestras ciudades y nuestros pueblos; testigo es también nuestro
pueblo y testigos son quienes con nosotros conviven de con cuánto celo y
diligencia las autoridades vascas han extirpado el espionaje, que incluso había
llegado a enquistarse en organismos del tipo diplomático, muy pocos, por
fortuna, que pagaron con sus vidas un delito de tamaña traición y falto de
correspondencia a la generosidad y hospitalidad vascas; delitos todos ellos
juzgados por tribunales competentes, con todas las garantías procesales
marcadas en la ley, con la asistencia de defensa letrada para los procesados y
con las consideraciones de tipo humano que en los países civilizados son
corrientes. Testigo es de ello la representación diplomática, conducta muy
contraria a la de el faccioso, que ha matado, ha asesinado sin formación de
causa, a tantos hombres beneméritos por el terrible delito de sentir su corazón
al lado de la causa del pueblo.
Política de acusado avance social
Otro punto del programa del Gobierno Vasco constituye el desarrollo
de una política de acusado avance social, fundada en aquel principio de que
todo ciudadano tiene obligación de contribuir con su trabajo, su capital y su
actividad intelectual al bienestar general del país, y recíprocamente tiene
derecho a participar en los bienes sociales según el progreso social.
Promoverá, dice el programa, el Gobierno Vasco el acceso del trabajador al
capital, a los beneficios y a la coadministración de las empresas, pudiendo
llegar a la incautación y socialización de los elementos de producción que
estime necesarios para organizar rápidamente la victoria. Y así lo ha hecho,
aun cuando la vieja concepción egoísta y rutinariamente conservadora se
resista; un pensamiento social de avance, común al pensamiento cristiano y al
pensamiento de los partidos sociales más avanzados, ha hecho que en el País
Vasco se comience a instaurar el sistema de coadministración, dando
participación al trabajo en aquellos lugares de donde estaba arrojado con tanto
quebranto para la causa de la paz y de la justicia.
Se presentan proyectos, y el Gobierno los aprueba, de intervención
ordenada y justa del brazo productor en la alta dirección y consejos de las
empresas, con la esperanza de que ello ha de redundar en breve tiempo en una
mayor armonía entre todos los elementos de la riqueza, dentro siempre de un
orden y de una legalidad inexorablemente exigida e impuesta por el Gobierno.
Sobran a éste medios, y sobre todo cuenta con la adhesión popular, que en ayuda
creciente hará que las reformas sociales, que venían siempre precedidas de
tumultuosas manifestaciones, sean aquí implantadas en medio de la comprensión
general de un pueblo que ha sabido en su pensamiento armonizar el interés
público supremo de la colectividad con la menor lesión posible a los intereses
privados, máxime cuando éstos han sido, como en nuestro pueblo sucede
corrientísimamente, fruto de un trabajo de muchos años.
El Consejero de Trabajo del Gobierno Vasco prepara interesantes
proyectos de sentido social que han de ser seguramente, cuando la paz alboree
en nuestras montañas, un índice interesantísimo en el que habrán de mirarse los
pueblos que quieran vivir a tenor con el hondo sentido de justicia social que
late en las muchedumbres trabajadoras.
Siguiendo el programa del Gobierno, por el Consejero titular del
Departamento de Obras Públicas se desarrolla un plan que, unido a la labor
interesante que realizan las indusrias movilizadas para la guerra, ha
conseguido que del País Vasco, sujeto a la jurisdicción de este Gobierno,
desaparezca el paro obrero, al mismo tiempo que se preparan, para cuando llegue
el día venturoso de la paz, aquellas ocupaciones necesarias para que los brazos
que actualmente empuñan el fusil puedan manejar las herramientas y útiles de
trabajo más acordes con los principios de civilización que nuestro pueblo
sostiene.
Habla el programa y prevé con acierto la regulación de la
producción y del consumo, fijando los precios de las mercancías dentro del
País; y a eso se va, con objeto de evitar que en estos momentos, en los que por
la anormalidad de las circunstancias no existe aquella regulación comercial que
la propia actividad impone en tiempo de paz, exista ningún abuso por el cual
pueda sufrir la población civil y pacífica, que con tanto heroísmo soporta los
riesgos naturales de una campaña prolongada y tan criminalmente provocada.
Se estudia, cumpliendo el programa del Gobierno, la función social
del contrato de arrendamiento y el traspaso de la propiedad de las tierras y
caseríos a sus cultivadores, con las normas de indemnización que fueron fijadas
anteriormente por las Diputaciones vascas, tan celosas siempre del fomento de
la propiedad rústica, fraccionándola en millares y millares de famlias
propietarias y libres cívicamente.
Asigna el programa del Gobierno una función social al impuesto,
que será regulado de un modo progresivo. El Consejero de Hacienda del Gobierno
Vasco tiene ya preparados los proyectos que harán viable el cumplimiento de
estas disposiciones, y siguiendo todos los puntos contenidos en el programa, ha
resuelto rápidamente la situación de los presos políticos y militares,
sometiéndolos a los Tribunales creados por la ley, como antes decimos, con
todas aquellas garantías precisas para la sustanciación procesal de estos
juicios.
La Universidad Vasca
En plena guerra, cuando lo más granado de la juventud vasca se
encuentra en los frentes rechazando victoriosamente la invasión facciosa y
reconquistando el territorio patrio, el Gobierno Vasco ha creado la
Universidad. Nuestro centro de cultura superior, fruto de tantas y tantas
campañas, ha tenido que ver su luz primera en medio de los fragores de una
lucha fratricida y cruel; pero ha sido inaugurada la Universidad Vasca en su
facultad de medicina con toda sencillez, mas con toda solemnidad, funcionando
desde hace casi un mes con perfecta regularidad.
Cumpliendo un deber de pueblo, de raza, y llenando asimismo el
programa del Gobierno, el euzkera, nuestro viejo idioma racial, tiene asiento
en la Universidad, y su uso se irá regulando en los centros docentes, siguiendo
en esta acción los métodos hoy vigentes en los pueblos cultos que compaginan
los idiomas vernáculos con aquellos otros idiomas de civilización que son
precisos para las relaciones con todos los pueblos. Conducta que contrasta con
la terrible obstinación de los tiempos monárquicos y dictatoriales, en los que
se persiguió todo vestigio de la personalidad vasca, con persecución a su
idioma, a su cultura, a sus componentes espirituales. Petición constante la de
la Universidad Vasca, no satisfecha hasta que la República, con sentido
profundo de justicia, reconoció la autonomía del pueblo vasco, y éste ha podido
crear su institución de cultura superior. Por eso el Gobierno Vasco, en razón
natural contra aquella obstinación, tiene en su programa textualmente expresado
que ha de salvaguardar las características nacionales del pueblo vasco,
prestando al fomento de las mismas toda la consideración y adhesión a que le
obliga el reconocimiento de la personalidad vasca, viniendo por ello obligado a
la defensa de los valores espirituales y sociales reconocidos por la ley y
sellados por la sangre.
Estrechar vínculos con los pueblos
Compromiso fundamental del Gobierno Vasco ha sido el cuidado
celoso de que los extranjeros, sus representantes y agentes sean respetados en
sus derechos y libertad en todo aquello que no fuera obstáculo a las
operaciones militares. Especialmente hizo constar en su programa su deseo de
estrechar vínculos con aquellos pueblos que mantienen las formas democráticas
de Gobierno, y singularmente con aquellos otros en los que, como los pueblos
americanos, viven importantes colectividades vascas. Y así ha cumplido el
Gobierno con su programa, ante la complacecnia de las representaciones
extranjeras en contacto y relación constante con los organismos de este
Gobierno.
Unidad y autoridad del Gobierno
Finalmente, el Gobierno programó como misión principal la
organización y encuadramiento de las milicias del país, obligándose a prodigar
atenciones y cuidados al soldado del frente, considerándole como ciudadano
privilegiado; y puede decir con satisfacción que lo ha cumplido. Ha prestado
asistenca especial al avituallamiento del soldado, a su alimentación, a su
vestido, y ha prodigado toda la asistencia precisa a las familias de los
heroicos muchachos que encontraron su muerte en defensa de su pueblo. Y todo
este programa, cumplido mucho de él, en vías de cumplimiento lo que resta, va
verificándose en medio de una unidad ejemplar de gobierno, fortalecido con una
autoridad quizá pocas veces conocida; unidad y autoridad que puede reflejarse
en el hecho de que los acuerdos adoptados en el Gobierno lo han sido siempre
por unanimidad, y que ninguno de los asuntos que constituyen el programa que
acabo de comentar ha sido objeto de una sola votación.
Ante este hecho, elocuente por sí, sólo cabe preguntar: ¿Cómo se
compagina la propaganda internacional que ha presentado hasta ahora a los
pueblos que integran la República como asiento de indisciplina, siendo así que,
como en el pueblo vasco, el orden más perfecto ha presidido toda la actuación
del Gobierno?
No hemos de ocultar que en algunos puntos hayan podido producirse
excesos que no están previstos en la mente de los gobernantes. No ciertamente
en el Pueblo Vasco; pero ante una sublevación militar que traidoramente se
aprovecha de la fuerza que el pueblo puso en sus manos, confiado en su
juramento de fidelidad, cuán fácil es comprender los actos violentos ante la
sola consideración de la medida en que había de producirse la irritación
popular.
La cómoda disyuntiva de un dilema falso
Y ligando la presentación de lo que en el pueblo vasco ha
programado y está verificando el Gobierno de Euzkadi con el problema general de
la República española, conviene meditar un momento la situación en que ésta se
encontró al advenimiento de la rebelión militar. Europa entera, o por lo menos
sus órganos de expresión más importantes, se colocaron enfrente de la
República, y al lado espiritualmente, y más tarde con todo descaro,
materialmente –por lo menos varios países- al lado, repito, de la sublevación
militar; y con la cómoda disyuntiva de, o comunismo u orden, se han esparcido
las más siniestras noticias, las informaciones más aterradoras, sin mirar que
el dilema es falso en su base y que era un Gobierno democrático, legítimamente
constituído, quien se defendía de una agresión violenta de parte de los órganos
armados del propio país, que habían prometido fidelidad a la ley.
En el mundo luchan dos concepciones
No; yo invierto los términos; en el mundo luchan en estos momentos
dos concepciones: la vieja concepción capitalista, aferrada al abuso y al
privilegio, y un hondo sentido de justicia social, latente en las muchedumbres
que trabajan y sufren. El progreso de los tiempos marca necesariamente una
variante en las relaciones sociales, y aquéllos que quieren cerrar el paso a la
justicia social, latente en el ala popular, para seguir disfrutando de una
posición que muchas veces no fué su mérito ni el trabajo personal el que la
creó, ven en todas partes el espectro de una revolución sangrienta que ellos
llaman comunismo, y que si su corazón estuviera desposeído de la ambición y
despegado de los bienes materiales, no les sería tan difícil conjurarla,
encontrando soluciones que encauzaran las ansias reivindicativas fundadas en
innegable justicia.
“¿Teníais derecho a la protesta?”
Protestan, en general, aquéllos a quienes todo sobra, contra las
peticiones del pueblo, dentro del cual a millares de familias todo falta.
Quiero concretar un poco estas ideas, con una realidad práctica que la palpan
muchos de mis compatriotas, porque como Presidente de todos los vascos, me
dirijo a las clases conservadoras de mi país y quiero preguntarles: ¿Qué mal os
hizo la República? Conservasteis vuestras fortunas, vuestros negocios,
disfrutasteis de sueldos espléndidos en Consejos, muchas veces repetidos y
acumulados en pocas personas, y os fué respetado todo. Os habla un católico,
quien combatió en las Cortes Constituyentes de la República lo que conforme al
pensamiento católico era excesivo y no podía sostenerse. ¡Ah! pero en lo
social, en lo económico, que es lo único que ha interesado a las gentes de
posición, en eso no hubo por nuestra parte oposición. Nuestro ánimo estuvo
abierto a la generosidad y al renunciamiento si era preciso; el bien común de
la doctrina clásica ha de imponerse siempre sobre el bien privado de pocos.
Vivíais con hartura, y a fin de año os sobraba mucho, mientras faltaba también
mucho en tantos millares de hogares. ¿Teníais derecho a la protesta? ¿Creíais
que con denominar comunismo a la conmoción social hondamente justa que se
levantaba contra tanta injusticia habías de conseguir otra cosa que exacerbar
las masas sedientas de un régimen más justo? Vivías bien; sólo ahora, en medio
de este desastre, destrozada la economía consumida por los gastos de la guerra,
comprendéis cuán insensata fué vuestra conducta, y a pesar de todo os
alzasteis, unos, con las armas en la mano; otros, apoyando financieramente el
movimiento, secundando la rebelión de quienes, desleales con la palabra
empeñada, sirven a lo que ya es caduco, guiados únicamente por su afán de
mando, de predominio y de soberbia. E impotentes para avasallar al pueblo, en
vuestra alocada carrera, roto el timón de la continencia, al ver que las fuerzas
que sublevasteis no eran capaces de llevaros a la consecución de vuestros
deseos, aplaudís con gesto trágico la traída de tropas mercenarias negras, que
ahora veis aumentadas con extranjeros alemanes e italianos, sin que nada os
importe, aunque caiga rota la dignidad por los suelos, con tal de que negros,
blancos, de cualquier color o raza salven vuestra situación económica, que fué
de privilegio, y que la perdisteis porque quiso Dios que la ambición y vuestro
orgullo os cegaran para siempre; tropas negras infieles, traídas por quienes
por quienes insensatamente han levantado a Cristo en son de guerra, el Cristo
cuyo nacimiento celebra la humanidad creyente durante estos días, con aquellas
sublimes palabras de bienvenida : “Gloria a Dios en las alturas y paz en la
tierra a los hombres de buena voluntad”. Contradicción monstruosa con una
conducta provocadora de sangre y de tanto dolor en millares de familias.
“No es una guerra religiosa”
La guerra que se desenvuelve en la República española, sépalo el
mundo entero, no es una guerra religiosa, como ha querido hacerse ver; es una
guerra de tipo económico, y de tipo económico arcaico y de un contenido social.
Y digo arcaico, porque si la República se hubiera dispuesto a imponer a las
clases adineradas de la sociedad española los impuestos que pagan las clases
conservadoras inglesas, por ejemplo, la protesta contra lo que estimarían ellas un abuso hubiera surgido espléndida. Es que falta la preparación suficiente en
el terreno social. Las clases conservadoras españolas han demostrado una pobre
preparación; no han sabido acondiconarse, previendo con espíritu limpio y
generoso los progresos sociales de los tiempos. No es guerra religiosa, ni es
la doctrina cristiana la que puede invocarse, porque la doctrina cristiana es
doctrina de amor, de paz y de renunciamiento a favor de los semejantes; la
doctrina cristiana es una e inflexible y no puede ser esgrimida como medio
cuando conviene y pisotearla cuando conviene así también. Díganlo los
sacerdotes asesinados por los facciosos y aquellos otros tantos beneméritos
sacerdotes que han sido desterrados a lejanas tierras por el enorme terrible
delito de amar al pueblo en que vieron su primera luz. No compagina con las
ideas cristianas el paganismo de los escritos de los periódicos fascistas. No
nos encontramos ante una guerra religiosa.
¿Por qué el silencio de la jerarquía?
Esto me lleva a tratar un punto delicadísimo, y lo he de hacer
como católico práctico dentro de las normas de mi fe; pero ello no obstará a
que con ruda y sincera libertad exponga con nitidez el sentir de la gran masa
cristiana vasca, evitando toda veladura en bien de los principios. Afirmo, como
es notorio, que los sublevados han asesinado a numerosos sacerdotes y
beneméritos religiosos por el mero hecho de ser amantes de su pueblo vasco.
Triste testigo de estos hechos es Guipúzcoa. Ante la Sede Pontificia han
llegado estas noticias. Y aquí, el Presidente del Gobierno de Euzkadi,
católico, pregunta con el corazón dolorido: ¿por qué el silencio de la jerarquía?
Cuando es notorio y de público conocimiento que son desterrados
violentamente sacerdotes vascos, llevándoles a tierras alejadas de la suya
natal, y hasta los boletines eclesiásticos de las Diócesis vascas son obligados
a disimular el destierro estampando en sus columnas que los interesados han
dimitido, ¿por qué el silencio de la jerarquía? Y cuando numerosos católicos en
la República española han preguntado si está obligado el católico a defender el
régimen legítimamente constituido, ¿por qué silencia su respuesta la jerarquía?
Y cuando la juventud vasca, interpretando rectamente la doctrina cristiana
clásica del derecho de defensa, e incluso con las armas en la mano, contra la
agresión injusta, y siendo esta juventud cristiana en buena parte, quiere encontrar,
allá donde la justicia tiene su asiento, una voz que apruebe una conducta
ajustada al derecho, ¿por qué calla la jerarquía?
¡Sacerdotes asesinados en tierra vasca ocupada por los facciosos,
mientras los sacerdotes y religiosos son respetados en la jurisdicción ocupada
por el Gobierno Vasco! ¡Sacerdotes desterrados del territorio vasco invadido
por los facciosos, mientras en el territorio ocupado por el Gobierno de Euzkadi
se celebra el culto, permaneciendo abiertos sus edificios. Es que el pueblo es
siempre más comprensivo con aquellos que, siendo también hijos del pueblo,
supieron cumplir con su deber, no siendo beligerantes, sino permaneciendo al
lado del dolor de su propio pueblo.
Persecución antinatural y antihumana de parte de los facciosos, que
han llegado, en su odio a todo lo vasco, a perseguir todo signo de cultura
vasca, llegando a prohibir hasta el uso del idioma indígena, pretendiendo con
ello borrar los signos de nuestra nacionalidad, mientras lo mejor de nuestra
juventud defiende con heroísmo la vida y la libertad de su pueblo, dispuestos,
como ya han comenzado, a reconquistar su territorio invadido en parte contra
toda norma jurídica. Por eso, cuando ante tanto atropello, ante tanta infamia,
ante la conculcación sistemática de las normas clásicas del derecho, no se
alzan las voces de quienes con su autoridad pudieran restaurar lo perturbado,
cabe preguntar : ¿No es trágica la situación de conciencia del pueblo, que
llevando un sentido de justicia en su corazón, se le perturba, se le desorienta
y hasta descristianiza con silencios mortales?
En nombre del pueblo vasco, guardador del orden, de la justicia y
del derecho; en nombre de la conciencia cristiana de tantos compatriotas míos,
apelo al Padre de la cristiandad para que haga cesar este silencio.
El silencio ante la conculcación del derecho
De la misma manera silencia el mundo civilizado su protesta ante
la conculcación del derecho verificada, si bien ya las naciones comienzan a
preocuparse de las consecuencias terribles que de la lucha peninsular pudieran
derivarse para el mundo entero. La preocupación se está concretando en una
intervención de las potencias en los asuntos interiores de la República
española, y una de sus expresiones es la Comisión del control de no
intervención que funciona en Londres. Mas si se quiere de veras una intervención
eficaz, evitadora de la guerra, el Comité de control debe excluir de la lucha
armada que ensangrienta los campos de la República a todas aquellas unidades y
personas ajenas a los ámbitos peninsulares. Una razón de decoro obliga, sin
entrar en el detalle de la violación de tratados con tal hecho realizada.
Privadas las tropas facciosas de los hombres de color y de la asistencia
alemana e italiana, la guerra no podría durar quince días más. El arranque del
pueblo, organizado ya, sería incontenible, no encontraría nada delante.
¿No es el nuestro un problema de valor universal?
Apelo a la conciencia universal ante el hecho monstruoso de que
los generales traidores sublevados necesiten de las tropas mercenarias negras
para combatir, vejar y asesinar a sus propios compatriotas. ¿Cuál no sería la
indignación del mundo británico, si por generales ingleses que hubieren dado su
palabra de honor, pagados por el pueblo inglés, se llevaran a tierras de
Inglaterra tropas negras coloniales, y lanzándolas contra sus compatriotas que
democráticamente se dieron un Gobierno dentro de la ley, hicieran llegar el eco
de sus cañones y el fuego de su fusilería hasta las cercanías del Picadilly
Street? ¡Vibraría la ciudadanía inglesa! Pero ¿no es el caso de la República,
no es el caso de nuestro pueblo vasco un problema de valor universal?; ¿hasta
cuándo va a seguir el silencio de las voces autorizadas que representan la
conciencia universal?
¿Esperará Europa, esperará el mundo a que el pueblo en armas
aplaste la rebelión, como inexorablemente habrá de suceder? ¡Ah!, pero será
conveniente hacer una advertencia; es, a saber: Que el pueblo no será vencido
jamás, y concretamente el pueblo vasco es invencible; pero si la ayuda
extranjera subsiste y ella persiste, complicará en tal forma la situación de
Europa, que el choque no se hará esperar.
La liberación de las mujeres
En un dilema sencillo y simple está encerrado el gigantesco
problema de la paz mundial: O triunfan los poderes legítimos que el pueblo se
ha dado a sí mismo, o es inevitable la guerra europea. Yo abrigo la esperanza,
atisbos latentes existen, de que el ambiente internacional, enrarecido por una
propaganda tendenciosa, caiga en cuenta de que se encuentra ante un caso de
ambición y de orgullo, que ha provocado una sublevación militar. Herido el
pueblo en sus fibras más sensibles, por lo odioso que resulta que quienes
contando con su confianza se hayan aprovechado de ello para alzarse con las
armas que son para la defensa del pueblo, sin embargo, la generosidad popular es
tan grande, que el Gobierno Vasco, representante de un sentir clamoroso y
unánime del pueblo vasco, se inclinó siempre por la humanización de la guerra,
y velando los instintos lógicos de venganza que pudiera albergar en su corazón,
acordó, a instancias de un organismo de tipo internacional, nada más comenzadas
sus funciones de Gobierno, la liberación de ciento sesenta y tantas mujeres que
estaban detenidas, algunas de ellas con complicaciones graves, en las cárceles
vascas.
Cómo procedió el Gobierno Vasco
No ha sido correspondido en la misma forma, porque cuando el
Gobierno entregó las mujeres, lo hizo ante representación diplomática
internacional, como es la del Embajador de la Argentina y el Cónsul de
Inglaterra, ante el Delegado de la Cruz Roja internacional, firmando un
documento en el cual constaba que las referidas representaciones diplomáticas
internacionales habían visitado las cárceles, habían conversado con las
mujeres, habían preguntado si querían salir o no del territorio sujeto a la
jurisdicción del Gobierno Vasco, y libérrimamente optaron ellas por lo que más
les convino.
La conducta en el campo faccioso
En el campo faccioso no existió tal documento. De aquí que la
reciprocidad no se llevó a cabo. La libertad no fué de una vez, sino a fuerza de
muchas reclamaciones de los familiares interesados. El Gobierno puso
inmediatamente a disposición de sus padres los niños de las colonias escolares
ajenos al territorio vasco que en él se encontraban. Hubo de ver el Gobierno
que los facciosos llegaban hasta coaccionar a los niños de las colonias
escolares en territorio por ellos ocupado, haciéndoles firmar documento que
obra en mi poder, por el cual los citados niños, el mayor de ellos de doce
años, manifestaban que no querían volver a tierras ocupadas por el Gobierno
Vasco porque se encontraban muy bien atendidos y la situación en nuestro
territorio era desastrosa, si bien no ocultaban sus deseos de estar con sus
padres. Tres días más tarde, estos niños, a pesar de la carta, venían a
territorio vasco, y manifestaban sus guardadores que la coacción espiritual fué
tan grande, que firmaron si voluntad de clase alguna la carta que obra en mi
poder. Idéntico caso con las mujeres de las cuales hemos visto tristemente
estos días algunas con el cabello rapado en forma indigna y vergonzante. Estos
hechos debe conocerlos la conciencia internacional.
El canje de prisioneros
En estos mismos momentos el Gobierno Vasco acaba de aprobar el
canje de prisioneros. Es generoso, amplio, sin restricciones; ha sido
verificado a instancias de organizaciones internacionales, en su afán de
humanizar la guerra. Jamás se ha opuesto el Gobierno Vasco a tal designio. Y
ahora llega el momento interesante, para que el mundo entero pueda ver la
conducta de unos y otros; porque las reclamaciones de gente desaparecida no se
harán esperar, y el Gobierno Vasco, con la frente alta y la conciencia
tranquila, espera el fallo, porque los crímenes cometidos por los sublevados
han sido tantos, que solamente en Guipúzcoa, por propia confesión de persona
autorizada del campo faccioso, se acercan a mil las personas fusiladas,
teniendo en cuenta que esto se produce después que lo más distinguido de las
organizaciones políticas de Guipúzcoa y sus familias están en Vizcaya, donde,
como es sabido, existen más de cien mil refugiados.
Los pueblos han de forjarse en la generosidad
Y enfrente de todo esto, yo quiero dirigirme a mis compatriotas
para expresarles y reiterarles aquellas palabras que el señor Prieto, en
elocuente discurso, pronunció hace un par de meses : “Piedad para el vencido,
mucha piedad; pecho de hierro en el combate; no pensar jamás en la venganza con
el hombre indenfenso, porque esto es propio de cobardes”. Los pueblos han de
forjarse siempre en la generosidad. Si en los pueblos entra el espíritu de
venganza, nos parecemos más a una tribu de caníbales que no un pueblo
civilizado. Seguid vuestra conducta ejemplar de respetar al prisionero, como
estáis haciéndolo. El Gobierno, solícitamente, ha recogido todos los hombres
que vosotros traéis del campo de batalla; los ha recluido en campo de
concentración de condiciones higiénicas, que serán indudablemente alabadas por
quienes, autorizados, quieran visitarlos. Condición higiénica y humana, como
bien expresaba nuestro Consejero de Obras Públicas días pasados; porque son
hombres los que vienen a nosotros, entregados ante el empuje de nuestras
tropas, que merecen la consideración y el respeto que todo ser humano debe
merecer. Seguid con la compostura hasta ahora observada, dando esa sensación de
orden envidiable que dan nuestras calles y plazas en nuestros pueblos, que ha
sido alabada en reiteradas visitas que yo he tenido de representaciones
extranjeras. Cultivad vuestro espíritu en el heroísmo, en el sacrifico, en el
dolor; porque cuanto más valientes seáis ante el enemigo en los campos de
batalla, tanto más generosos seréis en la retaguardia con los vencidos, que no
solamente son aquellos otros convecinos nuestros que discrepando
ideológicamente de nosotros, estando espiritualmente con el enemigo, tienen
sobre su ánimo la pesadumbre de la derrota, y merecen, mientras que no cometan
delito, la consideración que vosotros, hasta ahora, ejemplarmente, guardáis con
ellos.
Por qué se lucha
Ante todos estos hechos despertará el mundo de su letargo,
produciéndose resultados beneficiosos para la causa legítima que defendemos. En
el pueblo vasco puede resumirse esta causa en estos conceptos: se lucha por la
liberación nacional y se lucha por la liberacion social. He aquí encerrado todo
el clamor de la juventud vasca que pelea en los campos de batalla; y por eso
quiero dirigirme a vosotros, gudaris, que con espíritu encomiable de
sacrificio, integráis las legiones numerosas y aguerridas que constituyen
nuestros cuadros de lucha.
Nuestra ayuda ha sido generosa
Como vuestro Consejero de Defensa, al mismo tiempo que vuestro
Presidente, yo me siento orgulloso de vosotros. Erais hombres de paz, y os han
arrojado a la guerra, y dentro de ella habéis sabido forjar vuestro espíritu
para el dolor, para la lucha, para el sacrificio. Vuestro empuje vigoroso,
arrancando al enemigo tierra invadida, ha atraído delante de nuestras fronteras
cuanto ha podido acumular el enemigo, descongestionando, entre otros, el frente
de Madrid; pedían nuestra ayuda, y esta ayuda ha sido generosa, porque somos
leales a la palabra empeñada, y ha sido eficaz, porque la ofensiva en otros
sectores se detiene para contener el ímpetu de nuestras tropas en el frente
vasco. Prometimos lealtad en la lucha antifascista, y en esa lealtad nos
mantenemos y nos mantendremos hasta el final. La República tiene en Euzkadi el
compañero más fiel, la ayuda más leal. Lo serán todos, pero nadie nos superará
en el cumplimiento de la promesa dada. Dijimos que defendíamos una República
democrática, y en esta promesa nos mantenemos y nos mantendremos hasta el fin.
La morisma y sus aliados
Es designio supremo de este Gobierno el ganar la guerra, y esta
finalidad es superior en estos momentos a todo cuanto puedan albergar las
distintas ideologías que se han concertado en la lucha. Que siga como hasta hoy
el ejemplo de solidaridad que se está dando, que es fruto de corazones limpios
en una juventud decidida y generosa. Cuanto más firmemente luchemos en estos
momentos, con atisbos ya de victoria rápida, antes se producirá ésta, y
entonces todos hemos de reciibir el premio, porque el merecimiento está sellado
por la sangre. El pueblo vasco registra en su Historia páginas de heroísmo en
las distintas invasiones peninsulares que se sucedieron. Una de ellas, la de
los árabes, llegó también hasta las puertas de nuestro pueblo. Ahí se detuvo.
¡Extraño designio el de los que se titulan sucesores de aquellos caballeros
cristianos, que lucharon contra la morisma, que sean ellos los que hasta las
puertas de Euzkadi hayan traído en estos momentos, a través de las tierras
españolas, las legiones de moros a quienes en el siglo XVI arrojaron de su
suelo! Y hoy, como entonces, la afrenta la siente el pueblo vasco en lo más
íntimo de su ser, y arrojará con violencia a la morisma y a sus aliados de estos
tiempos que, con escarnio para la civilización occidental, se han atrevido a
utilizar.
Nuestra consiga es esa: la victoria, arrojar al enemigo, a fin de
que en todo el ámbito de la República pueda volver la paz tan ansiada por el
pueblo.
A los vascos que viven esparcidos por el mundo
Presidente de los vascos, no sólo de los que aquí existen, sino
espiritualmente de todos aquellos que viven esparcidos por el mundo, a ellos
unas breves palabras con toda emoción.
Vive aquí este viejo pueblo atacado por la injusticia, como lo
habéis podido observar. Vuestra solidaridad con nosotros ha de ser, de aquí en
adelante, efectiva. El viejo pueblo de los vascos está en estos momentos
escribiendo una nueva página en su Historia, y aunque viváis separados por los mares,
sentís en estos momentos la responsabilidad que el pertenecer a esta raza os
está demandando: una ayuda firme y eficaz, ayuda que en vuestras manos está el
darla, ayuda que nuestro pueblo os ha de agradecer.
Quisiera tocar vuestro corazón hablandoos en el idioma de la raza.
Voy a pronunciar unas palabras con las que terminaré mi intervención, pero
perdonadme, vascos que estáis allende los mares, que estas palabras sean
dirigidas a los heroicos jóvenes que luchan en los frentes de batalla.
Orregaitik etzan il gure errija Gudari zintzoak: Goratu izkilluak eta biotzak.
Arerijuak gure etxian sartuta daukaguz. Gure asaba zarrak beso
gogorrakin bota eben beti gure Aberrira erebestetik etorrik ziran gizonak. ¡Ah!
Zlako adibidiak daukagu gure kondairan. Orregaitik etzan il gure errija.
Antxiñan bai ziran erri asko. Idazki zarrak esaten daben nola erri
onek makaldu ziran nastuta, gogua galduta ta jausi ziran erbeste plan.
Aztu eben bere izkuntza, bere odola, azkenian bere izakera.
Gaur gure arerijuak datorskigu gure erri maite au zapaltzera.
Ondatu dabe gure errija, gure izkuntza, il dabez ¡zenbat! gure
sendijak. Gura eunke bere eskuetan egongo bazan garbitu ta kendu ludi guztitik
gure izena.
¿Zelan laga sartu gure errijan? Ez gudarijak; zure izkiluak gertuz
dagoz, zeure biotzak, erriko biotzak dira; zubek zerate gure antxiñako asabaren
jarraitzaleak, eta euren antzera gaur Euzkaidko mutillak arerijuak etxetik
kanpora botako dabez.
Errijak ez dira egiten egun batean. Errijak miñ andiarekin eta
odolakin egiten dira. Olan egingo da gure Euzkadi. Eguzkija zelan agertzen da
laño tartian agertuko da azkatasuna ta pakea gure errijan.
Aurera mutil zintzoak, aurrera. Bildurra izan dedila aurrian ez
gure artian.
Ludi guztiko errijak gure begira dagoz. Gure erri zarra izango da
antxiñan legez diña zintzua ta gogorra.
Pozik nago zurekin gudari maiteak.
Jarraitu bide ortatik, jarraitu ba, zure eskuetan lagata dago
Aberri maitearen itxaropena ta zoriontasuna.
Euzkadi’ren ixenian zubei danori milla esker.
Gabon ona igaro.
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