Lo Último

1896. Elegía - En la muerte de Miguel Hernández

“Salid corriendo lágrimas de duelo” 
Garcilaso


I

¿Cómo llegar al otro lado de las estrellas?
¿En qué zona apacienta sus rebaños de espuma? 

¿Dónde florece el guindo de su cayado muerto?
¿Por qué cesó su canto que aún el aire perfuma? 

Para su corazón que vio nacer la guerra
dadle un lecho de piedra que riegue un blando río, 

canten los labradores y los mineros canten
en donde su fantasma se alimenta de trigo. 

Mas yo sé que él está más vivo que el recuerdo
cuando a sus asesinos los devora la sombra. 



Él está en la guitarra sin manos que lo busca
para que a Stalingrado venga a cantar ahora. 

Él está en la proeza diaria de sus hermanos
que en exilio o en cárcel en tumba o en guerrilla 

levantan la bandera que ilumina el camino
por donde ha de volver la División Perdida... 


II

Él está con nosotros, aquellos que sabemos
que poesía es canción que en la sangre se expresa. 

Vivimos la ruptura, no la evasión, el vuelo.
Ahora estamos todos debajo la tormenta. 

Miguel fue la garganta de un tiempo que sangraba
y por la nuestra canta los hechos de estos días. 

Siento un golpe de sangre como un ala en las sienes.
De los poetas muertos me quema la ceniza. 

Dejadme entrar adonde se agitan esas sombras.
Quiero que ellos me ordenen morir, mas no callado. 

Nube, árbol, fuente, lirio, luna, paloma, estrella:
no decís nada ya sin un fusil al lado. 

Cuando aún era la sombra Miguel y yo sabíamos.
La yema de los dedos nos tocaba el relámpago. 

Mirad su nombre aquí, os lo muestro, salvado,
devuelto a los caminos delante de su frente. 

Y mientras él regresa emprendamos nosotros
la marcha hacia la guerra con su rosa caliente. 

Miguel, la libertad vigila tu cadáver,
tiene labio de espada y es un grito tendido.

Nosotros vengaremos tu sangre derramada
mientras tu verso vence los tiempos y los mitos.

Hoy las espigas dicen fusiles por tu nombre
y por tu nombre dicen espigas los fusiles.

Los surcos campesinos y al ancho mar levantan
ruido de guerras justas y poemas civiles.

Y mientras te deshaces bajo la tierra oscura
y mientras te transformas de polvo en amapola,

por ti vemos los signos celestes del Gran Día
y tu resurrección en el alba española.


Raúl González Tuñón
Himno de pólvora, 1943


Dibujo de Ricardo Fuente, realizado a Miguel Hernández en la cárcel









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