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1905. Los bombardeos fascistas y la Sociedad de Naciones

Bombardeo en Barcelona, 1938


El 31 de marzo de 1938 Miguel Santalo, presidente del Consejo de Trabajo de la República Española, envió una petición al director de la Organización Internacional del Trabajo, en la que solicitaba que la Sociedad de Naciones condenara a Italia por el bombardeo sobre la ciudad de Barcelona, entre el 16 y el 18 de marzo de 1938, cuyo resultado fue la muerte de más de 1000 civiles. 

Italia llevó a cabo esta acción como apoyo a las fuerzas rebeldes de Franco, que luchaban para derrocar al legítimo gobierno de la República Española.

Santalo argumentaba que el bombardeo violaba una resolución que había sancionado la Sociedad el 25 de julio de 1932 y que prohibía el bombardeo aéreo sobre objetivos civiles. Este borrador de la respuesta fue escrito por la Sección Política de la Secretaría Permanente de la Sociedad de Naciones. Sostenía que la resolución en cuestión se había «diluido» durante las negociaciones posteriores y, por lo tanto, no se consideraba parte del «derecho internacional moderno». Por lo tanto, no podía ser invocada. 

El borrador de la respuesta señalaba que el Protocolo de 1925, relativo a la prohibición del empleo de gases asfixiantes, tóxicos o similares y de medios bacteriológicos en la guerra, había creado los principios vigentes del derecho internacional. Pero sostenía que este protocolo no se aplicaba a los bombardeos aéreos y, por lo tanto, no era relevante.

En consecuencia, la petición de Santalo fue rechazada. El borrador del documento ofrece un buen ejemplo del enfoque limitado y legalista adoptado por la Sociedad de Naciones respecto de las acciones cada vez más violentas por parte de los poderes dictatoriales en la década de 1930. Un enfoque que ayudó a la destrucción de la Sociedad y, en la opinión de muchos historiadores, contribuyó al estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939. 

El documento se guarda en los archivos de la Sociedad que se transfirieron a las Naciones Unidas en 1946 y se encuentran en su oficina de Ginebra. Se inscribieron en el registro de Memoria del Mundo de la Unesco en 2010








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