“En las francas expansiones que conmigo
tenía Segismundo, se quitaba la máscara hipócrita para revelarme con esta leal
llaneza los móviles de su conducta: “Ni tú ni yo, querido Tito, podemos esperar
nada del estado social y político que nos ha traído la dichosa Restauración.
Los dos partidos, que se han concordado para turnar pacíficamente en el
Poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el
Presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado les mueve, no mejoraran en
lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y
analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán
a España a un estado de consunción que de fijo ha de acabar en muerte. No
acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán
más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones,
favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con
los farolitos. .. Si nada se puede esperar de las turbas monárquicas, tampoco
debemos tener fe en la grey revolucionaria. ¿Crees tú, Titillo, en la
revolución?”
-Yo no -contesté resueltamente-. No
creo ni en los revolucionarios de nuevo cuño ni en los antediluvianos, esos que
ya chiflaban en los años anteriores al 68. La España que aspira a un cambio
radical y violento de la política se está quedando, a mi entender, tan anémica
como la otra. Han de pasar años, lustros tal vez, quizá medio siglo largo,
antes que este Régimen, atacado de tuberculosis étnica, sea sustituido por otro
que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental.”
Benito Pérez Galdós
Cánovas, fragmento capítulo XX
Episodios Nacionales
Quinta serie, 1912
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