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2028. Discurso de Stephen Spender en el II Congreso Internacional de Escritores

Cuan imposible para nosotros, que representamos a los escritores de Inglaterra aquí en Madrid, la tumba del fascismo, el olvidar a nuestras camaradas, a estos escritores e intelectuales para los cuales el frente de Madrid también fué una tumba: Ralph Fox, Christofer, St. John Sprígg, John Comferd, son los dirigentes naturales de nuestro movimiento de sostén a la democracia española. Tras ellos, nosotros, que nos acercamos ahora, debemos sentir que estamos fuera del centro de esta lucha donde cayeron.

Pero otros escritores que encontramos en España, son vínculos entre nosotros y los muertos: Tom Wintringham, Ralph Bates, y nos vinculan también con los centenares de escritores desconocidos de la Brigada y con los camaradas internacionales que luchan, camaradas como Ludwig Renn y como Miguel Hernández, el pastor de Málaga que ha llegado a ser a la vez un soldado de la civilización y el poeta emocionante y profundamente imaginativo de esta guerra.

Nosotros recordamos todos, con la más profunda emoción, lo que vimos ayer en un pueblecito donde almorzamos :

I/Js niños, cantando La Internacional delante de nuestras ventanas, bailando, saludándonos; las mujeres, que lloraban la ausencia total de SQs hombres, me preguntaban si no había un miembro del Congreso que pudiese explicarlas en español si habíamos comprendido su suerte.

Extremadamente conmovidos por aquella escena, no había ni uno de nosotros que no llorase o no sintiese ganas de llorar.

Cuando nos marchamos, yo había aprendido, y pienso que todos habían aprendido, dos de las lecciones que nos enseña la España de hoy:

Primero, que aquí, en las ciudades y en las aldeas, sufre todo un pueblo.

Segundo, que los crímenes del fascismo, en Badajoz, Irán, Durango y Guernica, no sólo son crímenes cínicos y bárbaros en un mundo burgués, dominado según los principios del imperialismo, sino que también son dañinos moralmente y que, según los principios de la civilización que nosotros defendemos, y según los principios de la religión lúe respetan muchos de nuestros camaradas, y aún según los principios medievales, aquellos dirigentes que están perpretando estos crímenes en España, son condenados en la historia y en la verdad abstracta, eterna.

El mundo capitalista no tiene ninguna moralidad para condenar cualquier acto, cuando está perpetrado en el nombre del comercio y del capital.

Nosotros, los del movimiento revolucionario, nosotros, que somor poetas e intelectuales, vemos con una indignación creciente el crimen ^el fascismo, y afirmamos con una desesperación creciente, que no hay uingún punto en el capitalismo que sea vulnerable moralmente por el fascismo, porque el fascismo ejerce una moralidad de violencia y de avidez, que es la moralidad misma del capitalismo.

España ha enseñado al mundo que todavía existe la vía moral.

Consideramos otra parábola de los niños españoles : los niños vascos en Inglaterra, cuando oyeron la noticia de la caída de Bilbao, destruyeron los muebles de su campamento.

Para nosotros, que somos poetas, expresaron el sentido del cual habíamos estado ajenos muchos años: la, indignación moral que nos ha producido a nosotros, que somos el sostén de la revolución y que nos hizo sostener al Gobierno español en la lucha.

Camaradas, vosotros que sois intelectuales, escritores, críticos, poetas; que sabéis que la civilización que defendemos es inseparable de la lucha contra el fascismo y la barbarie, tenéis el honor inolvidable e infinito de representar el centro geográfico de la lucha, de estar en el corazón de la civilización.


Stephen Spender
Julio 1937

Publicado en Hora de España VIII
Valencia, Agosto 1937









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