Antonio Hernández Marín fue uno de los 9.300 españoles y
españolas que sufrieron en sus carnes el mayor de los infiernos creado hasta
ahora por el ser humano. Durante cuatro años y medio, entre las alambradas del
campo de concentración nazi de Mauthausen, luchó contra la amenaza permanente
de la muerte. Allí soportó infinidad de torturas y vio perecer a miles de
compatriotas de todas las formas imaginables: apaleados, fusilados, asfixiados
en la cámara de gas, ahorcados, enfermos, hambrientos, extenuados por el
inhumano trabajo al que eran sometidos... En total, más de 5.500 españoles solo
pudieron abandonar los campos de la muerte de Hitler a través de las chimeneas
de los siniestros crematorios, convertidos en humo y cenizas. Antonio Hernández
Marín logró sobrevivir. Sus compañeros de penurias le llamaban El Murciano;
para mí siempre fue y será «mi tío de Francia».
La historia de todos ellos fue enterrada por el
franquismo y olvidada, después, por nuestra democracia. Hoy en día, la inmensa
mayoría de nuestros compatriotas se conmueve ante el exterminio de los judíos
en los campos de concentración nazis, pero ignora que centenares de vecinos
suyos murcianos, catalanes, valencianos, andaluces, gallegos, madrileños...
sufrieron idéntico calvario.
Para contribuir con mi pequeño granito de arena a la
lucha contra esa calculada desmemoria, y tras una larga investigación, publiqué
Los últimos españoles de Mauthausen. Sus 568 páginas desgranan, a través
del testimonio de los su pervivientes, cómo fue la vida y la muerte de estos
hombres y mujeres en lugares como Buchenwald, Dachau, Ravensbrück o Mauthausen.
En la obra también aporté numerosa documentación para poder señalar con el dedo
a los culpables
Consciente de que el libro no alcanzaría a todos los
públicos, realicé diversas acciones en internet para que la historia
interesara, especialmente, a los más jóvenes. De todas las iniciativas, la que
más éxito y repercusión tuvo fue la que desarrollé en Twitter. Entre enero y
mayo de 2015, Antonio Hernández Marín se convirtió en @deportado4443; una
especie de portavoz de todos sus compañeros que narró minuto a minuto, tuit a
tuit, lo que iba ocurriendo en el campo de concentración de Mauthausen. Ese
agujero virtual en el tiempo cautivó a cerca de 50.000 internautas que
siguieron con emoción su relato. Jamás olvidaré los comentarios de tristeza,
dolor, apoyo y solidaridad que publicaron en la red social decenas de tuiteros
jóvenes y no tan jóvenes. El prisionero que contaba «en directo» su sufrimiento
en un campo nazi tampoco pasó desapercibido para diarios, radios y
televisiones, no solo españoles sino también de numerosos países
latinoamericanos, que se hicieron eco de su historia.
Aunque actualmente @deportado4443 sigue difundiendo
noticias y dando a conocer iniciativas para que sus compañeros no caigan en el
olvido, el grueso de «su trabajo» finalizó en mayo de 2015, cuando concluyó el
relato de su cautiverio. Fue poco después cuando Ioannes Ensis contactó
conmigo, a través de una amiga común, para proponerme el proyecto que hoy
tienes en tus manos. Si algo me gustó de él, además de su enorme talento como
dibujante, fue su compromiso personal con la historia de los deportados
españoles. Ioannes sentía la necesidad, casi la obligación moral, de plasmar en
ilustraciones los tuits que había ido leyendo durante aquellos tres meses y
medio. Su objetivo era contribuir a evitar que las tristes peripecias de estos
héroes y heroínas cayeran en el olvido.
El resultado final es esta obra. Un trabajo hecho desde
el más absoluto rigor histórico, sin margen alguno para la invención. Todo lo
que se muestra en estas páginas refleja la cruda realidad que vivieron nuestros
deportados y que conocemos gracias al testimonio de los pocos supervivientes y
a las pruebas documentales existentes. Hemos respetado el espíritu del relato
original difundido en Twitter, reduciendo el número de tuits y rehaciendo
algunos de ellos para adaptarlos al formato gráfico. Ioannes ha ilustrado cada
mensaje tras un estricto proceso de documentación y siempre asesorado por un
grupo de expertos formado por historiadores y dibujantes. El fruto son unas
magníficas ilustraciones, llenas de emoción y de sentimiento, que plasman el
horror que sufrieron nuestros deportados a manos de los sádicos miembros de las
SS.
Me consta que Ioannes se ha dejado un trozo de piel en
cada uno de sus dibujos, derramando lágrimas de rabia y viéndose obligado a
tomar periodos de descanso para
desconectar de tanta barbarie. Creo que el dolor del artista se palpa en cada
viñeta y contribuirá a que el lector pueda compartir lo que sentían esos
españoles en la oscuridad de sus barracas, durante las ejecuciones o en los
temibles procesos de selección que conducían irremisiblemente a la muerte.
Los poco más de 3.500 españoles que lograron sobrevivir a
su paso por los campos nazis han ido muriendo sin que su país les brindara el
reconocimiento que merecían. Actualmente apenas queda con vida una docena de
ellos. España sigue teniendo una gran deuda pendiente con todos estos hombres y
mujeres, que si acabaron encerrados en los campos nazis fue, únicamente, como
castigo por haber defendido nuestra libertad; primero en España contra la
sublevación franquista y después en Europa haciendo frente a la amenaza
hitleriana. Ioannes y yo esperamos que este proyecto contribuya, aunque sea
mínimamente, a paliar esa injusticia. Confío en que para ti,
esta obra también sea mucho más que un simple cómic.
Carlos Hernández de Miguel
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