Ángel Espada Zamarra
(Torrubia del Campo, Cuenca, 27 de enero de 1910 - Gusen, Austria, 15 de enero de 1942)
(Fotografía facilitada por Daniel Garrido)
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«No lloréis mi muerte.
Proseguid la lucha.
Adelante, adelante siempre,
por encima de las tumbas»
Goethe
María Torres / 26 enero 2018
El 27 de enero, es el Día Internacional de conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto. Tal vez aún no somos conscientes de que tenemos el compromiso moral y la responsabilidad histórica de no olvidar, porque en esta España tan precaria en memoria, hay que seguir insistiendo en que el olvido es inadmisible.
Traigo al recuerdo a Ángel Espada Zamarra, uno de los 58 conquenses deportados y entregados a los horrores de la maquinaria nazi y a los que el franquismo enterró en la sombra.
ANGEL ESPADA ZAMARRA, "Pelao"
Nace a las tres y media de la tarde del 27
de enero de 1910 en la Travesía de la Santa Cara de Dios de Torrubia del Campo,
un pequeño pueblo conquense que ignora que cuenta entre
su historia con una víctima del exterminio nazi. Hijo de Felipe Espada Rubio,
de 33 años y de Francisca Zamarra del Saz de 33, son sus abuelos paternos Nicanor
y María y los maternos Olayo y Juana, todos naturales y vecinos de Torrubia del
Campo. Bautizado el 30 de enero de 1910 en la iglesia parroquial de Nuestra
Señora del Valle por Santos Cañada, cura párroco de la misma, actúa de padrino
su tío Esteban Espada.
Ángel es un
muchacho rubio de tez morena curtida por el sol de los campos de Castilla, que
antes de abandonar la infancia ya trabaja de jornalero, como su padre, como su
abuelo, como todos los hombres y mujeres de su familia y de la mayoría de las
familias del pueblo, que soñaban con tener en propiedad un pequeño trozo de
tierra que les sirviera de sustento.
De ideología
anarquista, se rebela contra el hambre y la miseria. Hace su particular revolución
en el año 1934, que le conduce a pasar varios meses en la prisión provincial de
Cuenca por un delito de desorden público. La noche del 11 de mayo de 1934, una
noche tan negra como los tricornios de la pareja de la Guardia civil que unas
horas después habría de conducirle al cuartelillo, toma una hoz a la que sujeta
una larga caña y recorre el pueblo cortando varias acometidas y líneas
generales de conducción de energía eléctrica. Su abogado, Juan Molina, alega en
su defensa que el procesado se encontraba en un «estado de embriaguez no fortuita que le producía cierto trastorno
mental, sin que conste que tal estado fuera buscado con el propósito de delinquir». El ministerio fiscal pide la pena de dos años de prisión con las
agravantes de nocturnidad y criminalidad. Ángel Espada no tiene antecedentes
penales y aunque avalado por su buena conducta, es condenado a seis meses y un
día de prisión, con accesoria de suspensión de todo cargo y derecho de
sufragio. Tampoco dispone de bienes ni fortuna, pero debe hacerse cargo de las
costas procesales y de abonar a la compañía de electricidad "La
Rosa", filial de Hidroeléctrica Española, la suma de 351 pesetas con 24
céntimos.
El 7 de
septiembre de 1935, con 25 años, contrae matrimonio civil con su prima materna Manuela
Barranco Zamarra, vecina de Socuéllamos (Ciudad Real), nacida en Torrubia del
Campo en 1907, hija de Santiago y de Luisa. Tienen una hija, Consuelo, que nace el 16 de
julio de 1936 y arrastra toda su vida una salud
delicada debido a un accidente en la niñez que
le fracturó la espalda.
El 7 de octubre de 1936, el gobierno de la
República aprueba un Decreto para expropiar sin indemnización, a favor del
Estado, todas las fincas de las personas que el 18 de julio intervinieron de
manera directa o indirecta en el golpe de estado contra la República, estableciéndose
Juntas Calificadoras Municipales, integradas por el Ayuntamiento, el Comité del
Frente Popular y una representación de cada una de las organizaciones
sindicales de obreros del campo, encargadas de elaborar la relación de
propietarios que pudieran estar comprendidos en el grupo de "insurrectos"
y de elevarlas a una Junta Provincial quien las debe transmitir al Gobierno.
Ángel Espada Zamarra forma parte de la Junta Calificadora de Torrubia del Campo
como miembro de la C.N.T., junto a su compañero Fortunato Fernández Cavada y
otros seis miembros del Consejo Municipal, Frente Popular y Federación
Española de Trabajadores de la Tierra (FETT).
Consta su paso por la 68º Brigada Mixta integrada en la 34
División del Ejército republicano, donde tiene derecho al rancho y a diez
pesetas diarias, pero se desconoce cuándo se enrola en la misma. Bien pudo ser en
su creación a principios de 1937, o tal vez a mediados de mayo, cuando la
Brigada se retira a descansar durante doce días a Fuente de Pedro Naharro,
población situada a cinco kilómetros de Torrubia del Campo. Lucha en la batalla
de Brunete en el verano de 1937. En enero de 1938 es enviado al frente de
Teruel, donde la Brigada cede ante la presión del ejército franquista y pierde las
localidades de Josa, Obón y Alcaina. Alcanza Cherta y se repliega hasta
Castellciutat, cubre posiciones en la Sierra de Cretal y participa en las
operaciones contra Serós. En noviembre es nombrado cabo y en diciembre se
traslada a Artesa de Segre donde la 68º BM, muy mermada, intenta mantener sus
posiciones sin éxito.
Ángel se retira a la Sierra de Cadí, al norte de Lleida,
junto con el X Cuerpo del Ejército. Cruza la frontera francesa el 9 de febrero
de 1939, mientras su esposa e hija se refugian en Socuéllamos esperando su
regreso.
No hay documentos sobre su paso por los campos de concentración
franceses, pero si se sabe que estaba enrolado en una Compañía de Trabajadores
Extranjeros y que es capturado por la Wehrmacht en Saint-Dié (Les Vosges), entre el 20 y
el 26 de junio de 1940, trasladado al campo de prisioneros de guerra de Villingen,
en la región de Baden-Württemberg, Alemania,
a 40 km de la frontera suiza. Los prisioneros de este stalag se encontraban
bajo la vigilancia del regimiento de los Landesschützen, soldados que rondaban la cuarentena y que eran considerados
demasiado mayores para ser incorporados a la Wehrmacht.
Después es transferido al Stalag VD Estrasburgo, situado en la ciudad francesa del mismo nombre anexionada
como capital de Alsacia al Tercer Reich en junio de 1940, donde queda
registrado con el número 2481 y en cuyo recinto gozaba
del amparo de la Convención de Ginebra, hasta que en septiembre de 1940, tras
una reunión de Serrano Suñer con Hitler y Himmler, la Oficina de Seguridad del Reich ordena trasladar a todos
los españoles, a los que previamente se les despoja del estatus de prisioneros
de guerra, a los campos de concentración.
Es así como el gobierno
franquista con el beneplácito del colaboracionista de Pétain decide la
deportación de los españoles y el 11 de diciembre de 1940 Ángel Espada sube a
un tren en Estrasburgo con otros 846 prisioneros con
destino a Mauthausen, campo al que llega dos días después. Junto a él viaja
José Alcolea García, un vecino de Socuéllamos, matrícula 4560, que dejó de
existir en Gusen el último día del año de 1941.
A partir de ese
momento solo será un apátrida, un RotSpanier marcado con el número 4762. Deja a la entrada del campo sus escasas
pertenencias y los pocos datos que le sujetan al pasado: su nombre, fecha y
lugar de nacimiento; su último domicilio en España (Calle Cara de Dios nº 8 en
Torrubia del Campo); el nombre de su esposa (Manuela Barranco). De su paso por Mauthausen no hay testimonios pero es fácil saber que
condenado al trabajo esclavo y al exterminio, sometido a esfuerzos sobrehumanos, no contó con
fuerzas para resistir aquel horror y tres meses después de su ingreso, el 29 de
marzo de 1941, es transferido al subcampo de Gusen con un nuevo número de
prisionero, el 11255.
Perece en Gusen el 15 de
enero de 1942. El informe señala que la muerte se produce a las seis de la
mañana a causa de un «reumatismo de
articulación y defecto de la válvula». Durante tres días su cuerpo se amontona
junto a otros esperando un hueco en el crematorio, donde fue llevado el 18 de
enero.
Sus compañeros anarquistas
no le olvidaron. Solidaridad Obrera en el exilio de Paris publica su
necrológica el 25 de junio de 1945 bajo el título Los crímenes del fascismo, junto con un listado de «los camaradas españoles asesinados en el campo de
Gusen».
En 1950 su esposa Manuela
Barranco recibe en su domicilio de la Calle Echagaray de Socuéllamos la comunicación
oficial de su muerte. Durante los diez años siguientes la viuda de Ángel mantiene
contacto con la Federación Española de Deportados e Internados Políticos y con Franz Herzfelder, alemán de origen judío, abogado en el
Tribunal Superior de Justicia de Múnich, que fue prisionero de los nazis, con el
objeto de reclamar una indemnización de las autoridades alemanas, que percibe finalmente
en 1961, así como una pensión mensual para madre e hija.
En mayo de 1985 el
Presidente de la República Francesa promulgó la Ley 85-528, por la que se
establece que en el acta de defunción de todos los deportados fallecidos en
campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, debe constar
la leyenda "Muerto en la deportación". Ángel Espada Zamarra recibe el
reconocimiento de muerto en la deportación en diciembre de 2007. [1]
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[1] JORF n°0010 de 12 enero 2008, página 696. Arrêté du 18 décembre 2007 portant apposition de la mention «Mort en
déportation» sur les actes et jugements déclaratifs de décès
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