Cayetano Redondo Aceña (Segovia, 7 de agosto de 1888 - Madrid, 21 de mayo de 1940) |
En la Prisión de Torrijos de Madrid, a las
once de la noche del 20 de Mayo de 1940.
Queridísima esposa mía: A las nueve de la noche
de hoy, lunes día 20 de Mayo de 1940, me comunican en esta Prisión de Torrijos
que se aproximan las horas finales de mi vida. Estoy tan tranquilo como
siempre, en cuanto a mi conciencia de que he procurado no causar daño a nadie y
hacer todo el bien que he podido. Me tortura un dolor profundo, que es el de
dejaros, a ti, valerosa y sufrida compañera de mi vida; a mi hija del alma
Julita, a mis hijos Pepito y Mariano. Todos los minutos que me quedan los
dedico con el pensamiento a vosotros y a mis hermanos y a sus esposas, a
Micaela a Concha y a Benita, y a todos vosotros, y a mis buenos amigos Hoyos y
Vicente.
Pronto os reuniréis todos en vida familiar
y a ti, Asunción, te pido que tengas fortaleza de espíritu para ser la madre
amantísima que fuiste siempre y la buena hermana de mis hermanos y de los
tuyos.
Moriré dando un beso al retrato de Julita
para que ella os lo dé a todos vosotros, a Mariano y a Pepe mis hijos adorados,
cuando pueda, y a mis sobrinitos y os recomiendo que seáis valerosos en la adversidad,
que viváis muy unidos y que penséis que mi alma, como la de mi inolvidable hijo
Paquito, estará siempre a vuestro lado y os pedirá, como yo os lo pido ahora,
que no guardéis odio ni rencor a nadie, que trabajéis para que Julita se eduque
bien y sea feliz con todos vosotros, que así lo deseo y lo pienso yo también, y
con ello soy feliz.
No os dejo más que mi pobreza, que es
consecuencia de mi vida de trabajador honrado. Saludad a mis amigos, Don
Mariano Berdejo; a Don Aurelio Regúlez manifestadle toda mi gratitud y dadle a
leer esta última carta mía, con la súplica que os ayude si es posible
facilitándoos trabajo para que podáis vivir decorosamente. Siento no poder
abrazar a Don Aurelio y a los demás amigos.
A mis hermanos Mariano y Julián les pido con
todo el corazón que sigan queriendo a Julita como se que la quieren, y que la
ayuden, si les es posible, para que puedan vivir como merece, en unión de ti mi
queridísima Asunción, de nuestros hijos y de todos vosotros.
Cuídate mucho Asunción; se fuerte para que
podáis volver a la vida de nuestro hogar en el que fuimos felices y sufrimos
junto a nuestros hijos.
Nada más. Todo mi cariño, toda mi alma
queda entre vosotros y os acompañará a lo largo de vuestra vida.
Adios. Hasta siempre. Vuestro padre y esposo
Cayetano Redondo
Afuera, por detrás en el doblez dice: A mi
esposa Asunción Martín Tapia y a mi hija Julita Redondo Martín. Para entregar a
mis hijos o a mis hermanos Julián o Mariano Redondo.
Fuente: Madrid 1936
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