se esconden.
Los
senegaleses -Francia de la grandeza-
arrastran los
machetes de la selva
y cierran los ojos
para espantar los miedos
y acallar las
explosiones.
Desde la sombra,
en sombras
convertidos.
En cualquier caso,
son españoles los
que mueren.
Contra la tierra
o rechinando arenas
y alambradas.
Descamisados.
Pueblo. Fantoches que no ceden
frente a los
senegaleses sin rostro
bajo los morriones.
-Napoleón, oh, Francia-.
*
Mueren de nuevo.
Siempre mueren
los mismos y son los
mismos los que matan:
Pueblo alumbrado y
senegaleses.
Goya
descubre el cuadro
cuajado de estertores
y le embadurna de color:
el amarillo
de la náusea y el
blanco
de la camisa. De
rodillas.
El pueblo,
desesperadamente de
rodillas, muere.
Sobre los cuerpos
derribados, sangre
del color de la
sangre.
El tonsurado
acaso reza por los
senegaleses.
En tanto, el
pueblo grita, los brazos
alzados, como si
midiera
las proporciones de
la rabia.
“Merde” o mierda en
castellano.
*
En las aguas
calientes de la noche
navegan los
palacios.
Ni una flor en el
monte.
Sangre y pueblo.
Y Goya embadurnando
el gran cartel mural
de España.
Victoriano Crémer
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