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2652. Nace la Pirenaica




Poco después nacía, entre otras emisoras, Radio España Independiente, Estación Pirenaica, cuya dirección asumí yo con la colaboración de un grupo de camaradas españoles. Recuerdo a Rafael Vidiella, Francisco Antón, Irene Falcón, Antonio Pretel, Segis Álvarez, Pedro Felipe, Esperanza González, Baudelio Sánchez, Julio Mateu, Julita Pericacho.

El trabajo no era fácil. A veces emitíamos desde estudios instalados en sótanos, protegiéndonos de los bombardeos a que la capital soviética era sometida. Las emisiones las escribíamos a la luz de candiles y aún de lamparillas de aceite, ya que el fluido eléctrico se cortaba automáticamente durante los ataques aéreos enemigos, que en aquellos días se sucedían constantemente, la dificultad más sensible estaba en la falta de información directa de nuestro país en el comienzo de la guerra.

Pero trabajábamos con gran ilusión y confianza en que nuestra voz sería escuchada en nuestro país.

Más tarde, en efecto, pudimos enterarnos de que la Pirenaica se escuchaba en España. Llegaron a nosotros periódicos manuscritos por los guerrilleros de diversas regiones de España, en los que se reproducían textualmente trabajos de nuestras emisiones. Se nos oía y se repartían nuestros artículos entre camaradas y amigos.

Y estoy refiriéndome a los primeros tiempos de nuestro trabajo. Su desarrollo y amplitud posteriores son bien conocidos. Al correr de los años, la Pirenaica se convirtió en la mejor fuente de información antifascista de los españoles.

A comienzos de los años cincuenta se incorporó, en calidad de director de REÍ, al trasladarse ésta a Rumania, Ramón Mendezona, que jugó, como es sabido, un importante papel en esta actividad informativa y orientadora de nuestro partido.

Simultáneamente, yo di comienzo a una emisión dirigida a los católicos, bajo el nombre de «La Virgen del Pilar», que por cierto tuvo un gran impacto, hasta el punto de que Radio Vaticano anunció que no se hacía responsable de dicha emisora.


La Pirenaica se muda

Día tras día, noche tras noche, llevábamos desde hacía catorce años hablando a España a través de las ondas —entrañables ondas— de la Pirenaica. La redacción se había enriquecido con plumas excelentes: Ramón Mendezona, José Sandoval y otros camaradas.

Con el correr de los años, se crearon nuevas situaciones políticas —recordemos que si en 1941 nacieron decenas de emisoras clandestinas con el fin de mantener informados a los pueblos de los países ocupados por el fascismo, en 1955 ya sólo seguía funcionando la Pirenaica—. En España proseguía la dictadura franquista: los demás países europeos habían sido liberados. Convinimos con los camaradas soviéticos trasladar Radio España Independiente a otro país socialista, concretamente a Rumania. Los soviéticos, que nos habían ayudado tan eficazmente en este capítulo, nos prometían continuar la ayuda y colaborar en la creación de las condiciones técnicas que hicieran posible seguir con nuestro trabajo.

Y en enero de 1955 nos trasladamos con todo el bagaje pirenaico a un país de población parecida en muchos aspectos a la nuestra.

Desde el primer día fuimos cordialmente acogidos por los camaradas rumanos que, con activa solidaridad, crearon las condiciones para nuestra labor y nuestra vida en su país.

Recuerdo las atenciones del camarada, entonces secretario general del PCR, Gheorghi Gheorghiu Dej y de otros dirigentes rumanos. El entusiasmo con que resolvían los problemas que surgían, que no eran pocos. Y su amistad personal, de ellos y sus familias, hacia nosotros, procurando que nos sintiésemos a gusto en su país.

Ramón Mendezona había asumido la dirección de Radio España Independiente, con la aportación de nuevos colaboradores. La profesionalidad de la nueva dirección y la relación directa que se fue estableciendo desde España con corresponsales de la Pirenaica, se hizo notar rápidamente. La Pirenaica se había convertido en la mejor fuente de información de los españoles; la escuchaban en ciudades y aldeas, en hogares y en tabernas, en las cárceles y en el monte. La escuchaban en los ministerios y en órganos de gobierno.

El camarada Nicolae Ceaucescu, secretario general del PCR y jefe del Estado de Rumania, al fallecer Gheorghiu Dej acometió con nuevas energías la ayuda a REÍ, resolviendo rápidamente las cuantiosas dificultades técnicas y de todo género que surgían para mantener una emisora clandestina de tal calibre.

Ceaucescu se alegraba con nosotros de los éxitos de la Pirenaica en su diaria labor, hacía verdaderamente causa común con nosotros. Cuántas veces he manifestado en nombre de nuestro partido y de nuestro pueblo el agradecimiento a los camaradas rumanos por tan eficaz ayuda, que hizo posible la importantísima presencia, no sólo diaria, sino al minuto, de nuestra orientación e información entre nuestro pueblo, hasta la legalización del Partido Comunista de España en 1977. ¡Treinta y seis años de REÍ, entre Moscú, Ufa y Bucarest!

Ramón Mendezona ha publicado un excelente libro, La Pirenaica, que refleja en detalle la ingente labor de REÍ. Me pidió que escribiera la presentación, que reproduzco aquí:

“Para informar con la verdad surgió en el éter la Pirenaica, como la llamaba cariñosamente el pueblo. Y la verdad acompañó inseparablemente sus emisiones, desde la primera que iniciamos un grupo de camaradas el 22 de julio de 1941, hasta la última el 14 de julio de 1977.

REÍ era un mensaje de esperanza en los interminables y duros años de la represión.

Era un orientador incansable que penetraba hasta los lugares más recónditos de la patria, llamando a la unidad de todos los españoles, por encima de sus diferencias, para conquistar la libertad.

Portavoz del Partido Comunista de España, cedió sus antenas a todas las voces que confluían en los anhelos democráticos. La política de reconciliación nacional que lanzamos en 1956 tuvo en REÍ un defensor consecuente. Hoy es grato comprobar el triunfo de esa política, presente en todos los ámbitos del acontecer nacional.

La Pirenaica era la única emisora española sin censura de Franco, resultado del esfuerzo colectivo de millares de colaboradores, en la más amplia red clandestina que jamás se ha conocido, y que llegó a realizar programas, durante años, en la propia Prisión Central de Burgos.

La lucha de los pueblos por su liberación nacional y contra el imperialismo encontró siempre la calurosa solidaridad internacionalista de nuestra emisora. Y así saludamos sucesivamente la victoria de la Unión Soviética y de la coalición antihitleriana, la revolución china, la lucha del pueblo coreano, la epopeya vietnamita, la revolución cubana, la revolución portuguesa, la liberación de Angola, Mozambique, Guinea-Bissau, etcétera.

En esa marcha no faltaron dolorosos episodios como el golpe pinochetista en Chile o la dictadura militar uruguaya, desangrando pueblos hermanos. Y en la denuncia de la represión pusimos nuestros acentos más vehementes.

Volviendo al libro, tiene un valor testimonial. En él están reflejados tal como vivimos, momentos importantes de la política del Partido Comunista de España, y aparecen algunos de los hombres que con su esfuerzo ayudaron a abrir el proceso democrático que hoy atravesamos.

Radio España Independiente, dirigida durante largos años por Ramón Mendezona, cumplida su misión, ha enmudecido. Pero nuestro pueblo cada vez hace oír más su voz.


Dolores Ibárruri
Memorias de Pasionaria 1939 - 1977








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