La derrota de los
republicanos en la Guerra Civil supuso el internamiento de los milicianos que
atravesaron los Pirineos en improvisados campos de concentración en el suroeste
francés. En el de Argelés-sur-Mer llegaron a estar confinados 80.000
republicanos españoles.
Los militantes del Partido
Comunista de España (PCE) fueron los primeros en organizarse en el exilio
francés. En agosto de 1940 ya existía en el campo de concentración de Argeles
un comité del PCE integrado por Sixto Agudo, "Blanco", y Antonio
Rosel, que empezaron a coordinarse con otros campos de refugiados.
La vorágine de la II Guerra
Mundial atrapo a los exiliados españoles en Francia. La mayoría fueron
utilizados como mano de obra barata para alemanes (que ocuparon el norte de
Francia) y franceses (la "Francia Libre", régimen fascista
colaborador de los nazis, que administro el sur del país).
Los comunistas españoles,
como sus camaradas de otros países, estaban en un paréntesis de inactividad
derivado del pacto de no agresión germano-soviético (23 de agosto de 1939). Sin
embargo cuando en junio de 1941 el III Reich invadió la URSS, el PCE llevó a
cabo un primer llamamiento desde Francia para la constitución de un bloque
antifranquista con el objetivo de derrocar al dictador.
En el verano de 1942 el PCE
logró constituir la UNE (Unión Nacional Española), nueva organización que
defendía la unión de todos los partidos y sindicatos de fuera y dentro de
España contra Franco, a excepción obviamente del partido fascista español, la
Falange. El objetivo de la Unión Nacional era la restauración republicana y
democrática. En la UNE participaron, al menos nominalmente, socialistas y
libertarios, aunque siempre estuvo controlada por los comunistas. La Unión
Nacional fue capaz de levantar en poco tiempo la Agrupación de Guerrilleros
Españoles (AGE), una notable organización guerrillera. Los demás partidos, especialmente
el PSOE (dividido entre los seguidores de Prieto y los de Negrín), se dedicaron
a cuestionar a la UNE y a practicar una pasividad que se convertiría en la
característica esencial de la oposición no comunista durante el franquismo.
La Resistencia antinazi en
Francia se inició a finales de 1942. La lucha contra la Alemania nazi era, para
los republicanos españoles en Francia, el prólogo de la liberación de España.
La Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE), levantada por los comunistas,
fue la fuerza de combate más importante organizada por los exiliados españoles.
En la actualidad, los especialistas mantienen que el número de españoles que
lucharon activamente en la Resistencia alcanzó los 10.000. Mas allá de la
cifra, es innegable la importancia relativa de los exiliados españoles en la
Resistencia francesa. En el verano de 1944, liberado el sur de Francia de
nazis, el PCE opto por la vía armada como estrategia para derrocar al
franquismo. "Nuestra perspectiva era provocar un levantamiento nacional.
Se podía llegar, en pequeños
grupos, a todas las demás regiones y crear las condiciones para un auténtico
levantamiento nacional". (Santiago Carrillo, destacado dirigente comunista
y miembro desde 1946 del Buró Político del PCE).
La situación internacional
parecía la adecuada: la Alemania nazi en franco retroceso en todos los frentes,
un presidente estadounidense (Franklin Delano Roosevelt) decididamente
antifascista y unos 7.000 guerrilleros españoles en el sur de Francia
convencidos de que había que hacer algo para liberar España. La derrota del Eje
era solo cuestión de tiempo y no dudaban de que británicos y franceses
intervendrían a favor de los republicanos si se generaba en España una
situación de conflicto.
Para el PCE supondría,
además, apuntalar la hasta entonces estéril política de la Unión Nacional y
tener una presencia importante en el futuro reparto de poder después de Franco.
Pero la estrategia estaba condenada al fracaso dada la situación interna del
país y el viraje del contexto internacional al final de la II Guerra Mundial.
La situación interior fue mal
percibida por los dirigentes comunistas. El país para nada se hallaba en una
situación prerrevolucionaria. Sin organizaciones políticas o cívicas capaces de
movilizar a la población, con un ejército monolíticamente franquista, con miedo
interiorizado en los sectores republicanos como consecuencia de la brutal
represión franquista, con una creciente base social de apoyo a la dictadura y
un rechazo generalizado a todo lo que supusiera la posibilidad de un nuevo
enfrentamiento civil, la vía armada elegida por los comunistas era inviable.
Tampoco se percibieron adecuadamente las modificaciones del contexto
internacional. Hacia 1945 el anticomunismo de Franco comenzó a ganar adeptos entre
las potencias democráticas y también se perfilaba claramente que para la Unión
Soviética España quedaba fuera de su área de influencia.
La vía armada fue, pues, un
fracaso, pero en aquellos momentos era lo único que podía hacerse, si es que se
quería efectivamente hacer algo contra el franquismo. Socialistas, anarquistas
y republicanos no secundaron el planteamiento armado. Su política fue la de
limitarse a esperar una intervención de las potencias extranjeras, algo cada
vez más improbable. Los dirigentes del PSOE de México y Francia, que se
encontraron sin pretenderlo con dos importantes núcleos guerrilleros
socialistas en Asturias y León, sólo tuvieron como objetivo que no llevaran a
cabo acciones armadas, primero, y la forma de sacarlos de España, después.
Así, pues, a partir de 1944
el PCE dio las instrucciones pertinentes para que numerosas partidas de maquis
o guerrilleros antifranquistas se fueran infiltrando en España. Entre sus
objetivos estaba el organizar políticamente los territorios de huidos, pero
también crearon agrupaciones guerrilleras en áreas sin apenas emboscados, y el
ejemplo más relevante fue la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA).
En octubre de 1948 el Buró
Político del PCE abandonó la estrategia de la lucha armada y la sustituyó por
el "entrismo" en las instituciones de la dictadura, básicamente en
las organizaciones de masas. Las elecciones sindicales de 1950 confirmarían las
posibilidades de la nueva estrategia. Sin embargo, cabria la posibilidad de
mantener algunos grupos armados de élite con el objetivo de proteger a los
comités políticos. Esta confusión se mantuvo casi cuatro años. Por lo demás, pensar
que los maquis pudieran abandonar las armas para dedicarse a la actividad
política o a proteger a los políticos en su labor proselitista en los centros
fabriles era una idea de ciencia-ficción. En 1949 las agrupaciones estaban en
descomposición y cualquier intento de reorganización estaba condenado al
fracaso. Las reacciones en las distintas agrupaciones fueron de distinto signo:
la AGLA acepto las nuevas consignas, pero en Asturias se rechazaron con
firmeza.
Es un tanto simplista
considerar la guerrilla como un instrumento del PCE. Los comunistas impulsaron
la guerrilla bajo la bandera de la Unión Nacional, de espíritu plural,
antifascista y democrático (los panfletos de la guerrilla terminaban con
"vivas a la República", "vivas al Gobierno Giral" y "vivas
a la Unión Nacional") . Además, hay que insistir en la realidad plural de
la guerrilla, al menos en la base, ya que en el monte existió un gran número de
socialistas y anarquistas, aunque la mayoría correspondiera al PCE.
El punto mas censurable es el
no haber acometido la evacuación de los guerrilleros cuando a partir de 1947
estaba claro que el horizonte de la muerte estaba escrito para todos ellos.
Pero hay que decir que muchos guerrilleros tampoco quisieron ser evacuados. Se
habituaron tanto a la montaña que prefirieron morir en ella. La complejidad del
fenómeno era extraordinaria, pues no hubo una guerrilla, sino muchas.
Tampoco resulta comprensible
el empeño del Partido Comunista en hacer invisible el movimiento guerrillero,
en expulsarlo de su pasado. En su historia oficial, deviene en un
acontecimiento marginal, y lo mismo ocurre en las memorias de algunos de sus
principales impulsores: Santiago Carrillo, Dolores lbárruri o Enrique Lister.
12 preguntas sobre el maquis
La Biblioteca, 2003
Esta edición no venal, con
fines pedagógicos y hecha para su distribución entre el alumnado del Instituto
de Enseñanza Secundaria Pablo Serrano y el público asistente a las jornadas
sobre el Maquis, rescatada, a celebrar en Andorra del 29 de abril al 9 de mayo
de 2003, se acabó de imprimir visperas del 23 de abril, Dia de Aragón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario