Con el éxito de la sublevación
del ejército en 1936, en algunas zonas del estado español, se inició el periodo
de los huidos. Esta etapa duró hasta los años 1944-45, y se caracterizo por la
desorganización. Los huidos formaban partidas sin conexión entre sí que
trataban de sobrevivir en las zonas ocupadas o de huir de ellas, lo que les
otorgó un carácter defensivo más que ofensivo.
Los primeros en encuadrarse en un organigrama guerrillero fueron
algunos elementos de León y Galicia, ya en la primavera del 42, que forman la
Federación de Guerrilleros de León Galicia. En el resto de España, los únicos
esfuerzos organizativos reseñables los constituyeron las infiltraciones del PCE
por el norte (desde Francia) y por Málaga (desde Orán) por parte de los americanos, y más tarde de los comunistas.
La conversión de estas partidas en guerrilla organizada se llevó a
cabo en los años 1944 y 45, con el intento de invasión del valle de Arán y la
victoria del bando antifascista en la Segunda Guerra Mundial. A partir de este
momento de inflexión se produjo la transposición a España de los métodos de
lucha antifascista en la Europa ocupada, a través del envío de cuadros
directivos desde Francia, fundamentalmente, desde la organización del PCE.
Surgió así una organización de los grupos guerrilleros en
Agrupaciones, que establecieron su ámbito de actuación en territorios de
extensión geográfica variable. Los organigramas de estas agrupaciones son
difíciles de determinar debido a su fuerte carácter cambiante durante todo el
periodo. Estas unidades estaban estructuradas militarmente, con sus
correspondientes jerarquías (jefes, jefes políticos, enlaces, jefes
guerrilleros), fomentadas por excombatientes del maquis francés y compuestas
por un número variable de efectivos. Caso aparte fue el de las guerrillas
urbanas de Madrid y Barcelona.
No sólo se debe contar con los combatientes en el monte al
considerar el fenómeno del maquis; también debemos tener presente el apoyo
social, la colaboración clandestina que recibieron las partidas armadas. La
importancia numérica de estos grupos viene demostrada por el dato de que más de
60.000 enlaces acabaron en la cárcel, sólo durante el periodo de mayor
represión, la llamada etapa del terror, de 1947 a 1949. El apoyo seguirá
existiendo durante todo el periodo a pesar de la represión, en ocasiones salvaje
y arbitraria (en Toledo se contabilizan 800 detenidos por año. Las víctimas son
por igual mujeres y ancianos). Las redes de enlaces de la guerrilla serán,
pues, muy fuertes.
La colaboración clandestina tenía su base en un conglomerado social que hundía sus raíces en grupos antifascistas, en el
recuerdo de la República, la tradición pequeño-burguesa republicana, en el
movimiento obrero, y en los familiares de los guerrilleros y represaliados.
El apoyo social se plasmaba en acciones concretas, sin las cuales
hubiera sido imposible la persistencia del fenómeno que nos ocupa. Los
guerrilleros encontraron cobijo en las casas de estos simpatizantes y
colaboradores, fueron provistos por ellos de elementos de subsistencia, se les
suministró información (prensa, noticias acerca de los movimientos represores,
y pistas para guiar los golpes económicos y demás actuaciones), y les sirvieron
de contacto-enlace con otros grupos. Además supusieron la principal cantera de
reclutamiento de la guerrilla (se calcula que alrededor de la mitad de sus
miembros llegaría desde este ámbito).
En este punto merece la pena hacer mención del papel de la mujer
en este fenómeno, no sólo como guerrilleras, sino, en mayor número, como
colaboradoras y enlaces. Su condición les permitía moverse con mayor libertad y
verse menos sometidas a vigilancia que los hombres, al mismo tiempo que las
forzaba a mantenerse en sus Casas cuidando de los miembros más jóvenes y
ancianos de las familias, y, por tanto, imposibilitadas para la huida, por lo
que fueron en numerosas ocasiones las principales víctimas de la represión.
Algunas redes de enlaces llegaron a organizarse, como el SIR
(Servicio de Información Republicano) y las Milicias Pasivas en la zona de
Galicia y León, la Milicia Giral de Cádiz o la Zona M en Ávila, que fue
militarizada. En el resto de España se la conoció como la "guerrilla del
llano".
Los distintos grupos guerrilleros desarrollaron, a la par de su
lucha guerrillera, una actividad marcadamente propagandística. En el seno de la
guerrilla se llevó a cabo un esfuerzo de capacitación política de los propios
guerrilleros bastante notable. Las charlas de formación política y la discusión y debate de materiales proporcionados por el PCE entre los
componentes de las partidas eran práctica habitual en las largas jornadas de
inactividad forzosa en la vida de los guerrilleros. Este proceso de formación
no sólo se realizó en la esfera política, sino también en la cultural.
De cara al exterior, las acciones llevadas a cabo por la guerrilla
se podrían clasificar básicamente en cuatro categorías:
Los golpes económicos, destinados a la financiación de sus
actividades y a su mera supervivencia. La financiación de la guerrilla fue
durante toda su existencia autónoma. No recibió dinero del extranjero, ni del
Kremlin, ni de las potencias democráticas vencedoras de la conflagración
mundial, que se inhibieron del fenómeno maquis, ni tampoco por parte del PCE, a
quien algunos grupos guerrilleros proporcionaron puntualmente apoyo financiero.
Atracos, secuestros y acciones de suministro de material se
convirtieron en algo común, aunque con un carácter claramente diferenciador de
las actividades de bandolerismo: los guerrilleros se identificaban como tales
durante sus acciones, a las que, en ocasiones, daban un carácter
propagandístico.
Los sabotajes, concretados en voladuras de centrales eléctricas,
interrupciones de las comunicaciones, corte de conducciones eléctricas y vías
férreas, estaban destinados a hacer notar su presencia mediante la destrucción
de infraestructuras.
Las acciones de tipo propagandístico se solapaban frecuentemente
con los golpes económicos y las acciones de sabotaje, durante las cuales se
hacía entrega de escritos de tipo panfletario que hablaban de la lucha antifascista
y de la guerrilla misma. El silencio con que quiso el régimen franquista rodear
el fenómeno del maquis, se veía así roto, a través de una propaganda que
trataba de ganar notoriedad y publicidad para la causa guerrillera entre la población.
Por ultimo, los ajusticiamientos, tanto movidos por venganzas o
ajustes de cuentas, como por la intención de castigo (carácter presente en
ciertos casos de afiliación política de las víctimas), o la frecuente ejecución
de los delatores.
Las actuaciones de los grupos guerrilleros resultaban, en algunos
casos, de difícil identificación puesto que las autoridades, empeñadas en un
esfuerzo por no dar publicidad al fenómeno maquis, las registraban con
frecuencia como actos de bandolerismo. El tiempo y las recientes
investigaciones se han encargado de diferenciar los dos fenómenos claramente.
12 preguntas sobre el maquis
La Biblioteca, 2003
Esta edición no venal, con
fines pedagógicos y hecha para su distribución entre el alumnado del Instituto de
Enseñanza Secundaria Pablo Serrano y el público asistente a las jornadas sobre
el Maquis, rescatada, a celebrar en Andorra del 29 de abril al 9 de mayo de
2003, se acabó de imprimir vísperas del 23 de abril, Día de Aragón.
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