El estallido de la Guerra Civil dio un
vuelco singular a la vida de Joaquín Calvo Diago (Chelva, Valencia, 25 de abril
de 1919). En el curso de algunos meses pasaría de trabajar en una fábrica de
ladrillos madrileña a prestar destacados servicios a la República después de
formarse como piloto en la URSS.
El estallido de la Guerra Civil le
sorprende en Madrid, donde trabaja en una fábrica de ladrillos. El 19 de
septiembre ingresa como voluntario en las milicias de la Columna Mangada (4ª
Cía del 4º Batallón) actuando en Navalperal y Las Navas en Madrid hasta el mes
de Enero en que pasa destinado al Grupo de Transmisiones de El Escorial.
En marzo del mismo año ingresó en aviación, pasando a realizar el curso de
piloto el 2 de junio formando parte del segundo curso de Kirovabad. El 4 de
enero de 1938 regresa a España incorporándose al Cuadro Eventual de Celrá y
después el de Albacete hasta el 4 de mayo, fecha en la que es destinado a la 2ª
Escuadrilla de Chatos con base en el aeródromo de Monjós (Villafranca del
Panadés). Fue derribado el 23 de mayo del mismo año sobre Bell Puig (Lérida),
resultando ileso. Tras acabar la contienda, la muerte
del capitán Carlos de Haya (as de la aviación del bando rebelde fallecido en el
curso de un enfrentamiento con cazas republicanos) fue el pretexto que utilizó
el franquismo para juzgara a Calvo por asesinato. Citada como testigo de cargo,
la viuda de De Haya afirmó que a su marido no le habían asesinado, sino que
había muerto en combate, generoso gesto silenciado por la historiografía
franquista.
Ascendido a teniente el 1 de
septiembre, mandó una patrulla y posteriormente fue nombrado segundo jefe de la
Escuadrilla.
El 29 de marzo participó en el vuelo de entrega en Barajas
de los I-15 de la 2ª escuadrilla. Siempre comentaba que los Chatos fueron la
“chica para todo” de la guerra. Proporcionaron escolta de caza a los
bombarderos, bombardearon a la infantería, ametrallaron posiciones antiaéreas,
se enfrentaron a sus homólogos nacionales y también tuvieron tiempo para ser
pioneros en la batalla en una nueva modalidad de lucha: la caza nocturna.
Ascendió a sargento el 05-01-38 (D.O.31
del 05-02-37) y a teniente el 01-09-38 (D.O. 272 del 19-10-38).
La democracia reconoció en 1984 el
grado de coronel a Joaquín Calvo. En sus últimos años, y hasta 2010, el
veterano aviador, fue presidente
de la Asociación de Aviadores de la República (ADAR), a la que dio un
vigoroso impulso. Un
presidente visionario que supo revitalizar a ADAR impulsando la difusión y las
nuevas tecnologías, un amigo que pasó del biplano a Internet como lo más normal
del mundo. Un compañero que, ya desgastado, se siguió entregando a la aviación
hasta que su cuerpo ya no pudo más.
Quedan en la memoria las miles de
anécdotas del simpático valenciano, que decía que no se moría, que lo estaban
desmontando poco a poco cuando iba al hospital.
Cada vez que vayáis al Museo del Aire y
os detengáis ante el “Chato” pintado con sus colores y numeral, los de los
pingüinos de la Segunda, pensad que lejos de estar ante un avión, estáis ante
la montura de un hombre bueno.
Falleció en Madrid, el día 11/03/2011
Sandra Rodríguez
Sobrina-nieta de Joaquín Calvo Diago
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