Lo Último

2860. Pueblo traicionado



¡Qué norma inolvidable sube de nuestro pueblo
como un vapor de tierra mojada en la tormenta!
ESPAÑA: son seis letras furiosas que penetran
en todos los rincones del mundo nuevamente.

Así, como esos días de sombra y de nublado
cargados de siniestros propósitos hostiles,
así pero más honda, más negra y más caliente
tu vida palpitaba con sangre de amenaza.

Amarga era tu historia y amarga tu mirada.
Tocarte era sentirse llagado eternamente
y andar por tus caminos era un dolor sin tregua
que hiere y que se clava pero que purifica.

La muerte sucedía cabal y dignamente
en una paz espesa de mínimos rencores.
Los hombres trabajaban con sólo indiferencia
y España era el enorme solar de la miseria.

Los campos florecían.
Las fábricas marchaban pero indolentemente.
Los hombres y mujeres cansados esperaban
no sé qué aniversario de fiesta sin sentido.

Todo era bronco y bajo como un delirio triste,
como unos ojos turbios por el rencor y el odio.
La paz se respiraba ya sólo por costumbre
y era una flor inútil que nadie ambicionaba.

El hombre sólo aprende después de haber sufrido.
Los pueblos sólo alcanzan su libertad gloriosa,
la diáfana limpieza de su podrido ambiente,
después de inenarrable desgarrón de victoria.

Y un día, el dieciocho de julio se produjo
la memorable lluvia de sangre permanente:
los artesanos libres de España
pronunciaron palabras decisivas de sueño peligroso.

Llegado aquel momento el odio fué batalla
y el rencoroso estilo tan sordo de la sangre
se trocó en borbotones calientes de peligro,
de furia justiciera como un galope altivo.

Los bueyes esperaron en vano en sus establos
la pálida llamada de atónitos gañanes.
El gremio de artes blancas no fué a amasar la harina
y aquella madrugada los hornos no cocieron
los símbolos morenos del hambre cada día.

No resucitas, no, que recién naces
parida por el pueblo nuevamente.
¡Oh dulce, acongojada España inolvidable!
¡Oh malvendida España, oh pueblo traicionado!

Hoy la muerte recorre tus calles silenciosas,
tus más mínimas plazas de pueblos olvidados
y a todos nos convoca con dignidad y sollozos
a cónclave de angustia.

Pero tú permaneces.
En ti nace una historia de fuego indivisible,
de pueblos que han sellado su pacto con la sangre
de campesinos libres, de obreros y artesanos.

Así quiero decirlo, quiero ejercer mi voz
uniendo a tu grandeza mi alabanza:
porque en tu amor coincide la sed agotadora
del pueblo en proporciones gemelas a su origen

y esta sed intrincada que solamente quema
la sola intimidad de mi esperanza sola.
Y al fin cuando a los campos retornen por parejas
los bueyes al trabajo. Cuando se haya cumplido

la dolorosa etapa tanto tiempo esperada
y en el aire palpiten los últimos sollozos
dulces y temblorosos como gotas de lluvia
que prenden en las ramas su cándido mensaje

de blanda luz más clara pasada la tormenta,
yo alzaré nuevamente mi voz más encendida
para ensalzar el nombre de pueblo que mereces,
tu paz que adolescente tan tierna te sonríe.

Y a lo lejos certeros, hermanos, te saludan,
agitan y tremolan por ti sus pabellones
otros pueblos vecinos en libertad gozosa:
México memorable y la Unión de Países
Soviéticos te aclaman.


Arturo Serrano Plaja
Hora de España VI
Valencia, Junio 1937







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