(Encontrado
en una trinchera. Villaverde, 11 noviembre, 1936, sitio de Madrid)
Tengo un
hermano en el frente
que tú
no conoces, madre,
que el
hermano que ahora tengo
no lleva
tu misma sangre.
Un
hermano en cada frente
me atan
más que tus dogales:
Tengo
más atado el cuerpo
que el
corazón que en él late.
Tengo un
hermano en Asturias,
otro en
Aragón combate,
otro por
Andalucía,
entre
pitas y olivares;
arriba
en el Guadarrama,
bajo sus
altos pinares
y las
agujas del frío,
otro
hermano tengo, madre,
y otro
por Extremadura,
tierra
llana en donde arden
sin
ganados las dehesas
y entre
balazos el aire.
Subiendo
a Guadalajara,
tierra
de dulces panales,
que sus
abejas vigilan
y sus
páramos reparten;
camino
ya de Sigüenza
y bien
pasado Jadraque,
otro
hermano en las trincheras
contra
el fascismo se bate.
Y cerca
ya de Madrid,
aquí en
Castilla la grande,
hay miás
hermanos conmigo
que
estrellas tras de la tarde.
Ni ellos
conocen mi nombre,
ni yo sé
cómo nombrarles.
Sólo el
nombre del que muere
entre
nosotros se sabe,
no por
llorar su recuerdo,
pero sí
por imitarle,
que el
que por nosotros muere,
no
muere, sino que nace;
y no hay
hermano que caiga,
que una
espiga no levante.
Madre,
no puedo moverme
de mi
puesto en el combate,
que el
hermano que ha caído
me
aprieta sobre su sangre.
No hay
corazón más atado
que
aquel que no fuerza nadie
y él
mismo se ciñe al yugo
que sabe
que ha de librarle.
Tengo un
hermano en el frente,
otro por
mis venas late.
¡España,
tierra caliente,
tus
cadenas se deshacen!
Emilio
Prados
Hora de
España, Mayo 1937
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