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3974. Victoriano Estalayo Montes. De Cantabria a Mauthausen, el viaje sin retorno

Investigación, documentación e información facilitada por Fernando Rodríguez Estalayo (sobrino) 


Victoriano Estalayo nació en la casa familiar en el pueblo campurriano de Las Rozas de Valdearroyo (Santander) a las dos de la mañana del 23 de enero de 1913. Era hijo de Santiago Estalayo Díez y de Francisca Montes Crespo. 

Estudió y pasó su infancia y adolescencia junto a sus padres y hermanos en dicho pueblo de Campoo. Como salida laboral Victoriano aprende el oficio de panadero. Con profundos principios humanos y sociales se asocia muy joven a las Juventudes Socialistas Unificadas. 

Pertenecía a la quinta del 34. Al estallar la guerra civil debió de incorporarse voluntario en la jefatura de Milicias de Santander del Ejército de la República. Tenía 23 años. Entre julio de 1936 y agosto de 1937 miles de hombres combatieron, entre ellos Victoriano, en la zona montañosa de Cantabria. Los soldados tuvieron que vivir aquel trágico y decisivo episodio. Victoriano Estalayo sirvió en una compañía de carros de combate integrada en el Ejército Republicano del Norte. 

La última vez que fue visto por un familiar directo ocurrió ocasionalmente cuando su hermana Herminia se disponía a coger un tren que le llevara a Reinosa el día 1 de mayo de 1937. En esa misma estación de Santander y a esa hora, un batallón del ejército Republicano entre los que se encontraba su hermano Victoriano, esperaba para tomar otro tren que les llevaría al frente de combate después de haber sido herido y recuperado en el hospital de Asturias. El encuentro casual entre los dos hermanos, fue recordado por su hermana Herminia con una gran carga de emotividad, describiendo detalles muy concretos como el uniforme que llevaba y la manta atada en bandolera con la que iba pertrechado su hermano Victoriano. Nunca más se vieron, sirviendo de consuelo para Herminia la fotografía de su hermano que siempre tenía en la mesilla de noche y a la que desgastó a besos. 

El campo de batalla se situaría en terreno montañoso al localizarse el frente en la cordillera Cantábrica, cuyas cumbres más elevadas estaban en manos gubernamentales, que tenía ventajas posicionales. La línea de batalla discurría por la zona sur de Reinosa hasta el Puerto del Escudo, dibujando una bolsa entre Barruelo de Santullán, Aguilar de Campoo y Soncillo, que constituía la avanzada sobre la meseta castellana y donde se concentraba el mayor número de tropas del ejército leal a la República. A la larga, esta citada bolsa, con problemas de abastecimiento y de difícil defensa, se convertiría en una trampa. 

Por otro lado, las condiciones físicas y la moral del bando sublevado eran superiores a las de las fuerzas gubernamentales. La moral decaería aún más al extenderse los primeros rumores, a la larga fidedignos, de que altos cargos del gobierno vasco habían estado negociando desde junio la rendición de sus fuerzas a los italianos, la cual se materializaría el 24 de agosto con la firma del “Pacto de Santoña” y la concentración de las tropas del Euzko Gudarostea en esta localidad cántabra. A las 8:00 del día 26 de agosto de 1937, soldados de la IV Brigada de Navarra y de la División Littorio avanzan hacia la capital, Santander, entrando en ella hacia el mediodía. 


Victoriano Estalayo Montes hecho prisionero de guerra 

Victoriano Estalayo fue hecho prisionero tras la caída de Santander en agosto de 1937 y posteriormente fue internado para su clasificación en un campo de prisioneros de guerra. Tras esta primera etapa lo asignaron al servicio del 21º Batallón de Trabajadores con destino en León.


Victoriano es trasladado a Lérida 

Más tarde quedó integrado en un Batallón de Intendencia según su profesión (panadero), formando parte de la Sección de Panificación de la 4º Compañía del 110º Bón de Trabajadores acantonado en la provincia de Lérida, en las proximidades del frente del Ebro. Según su propio relato, en carta a su familia, fue trasladado a Lérida a finales de abril de 1938. 


Victoriano escribe a su madre y familia

El día 29 de junio de 1938 Victoriano envía su última carta (conocida) (Conservada el original por Fernando R. Estalayo) 


Victoriano se pasa al Ejército Republicano

En esta situación se encontraba cuando decidió evadirse y cruzar las líneas enemigas para entregarse a las fuerzas republicanas en el sector del río Segre, para lo cual tuvo que vadear el río “con el agua a la cintura” a las cinco de la mañana del 7 de julio de 1938, acompañado en su aventura por el legionario Juan Goñi Pueyo, natural de Estella (Navarra) y perteneciente a la 13º Bandera del Tercio, y otro compañero de batallón, el también panadero Juan María Múgica, este último natural de Cestona (Guipúzcoa) y militante del PNV.

Por los detalles de carta enviada a su familia el 29 de junio de 1938 desde Lérida, este paso al bando republicano estaba planificado por motivos ideológicos, ya que según manifiesta su situación personal como panadero de la Sección de Panificación de la 4º Compañía del 110º Bón de Trabajadores acantonado en la provincia de Lérida, en las proximidades del frente del Ebro, no es angustiosa ya que “ habla de regalos para los más pequeños de la familia que pronto piensa entregarles” y su aspecto físico en la fotografía es excelente.  

Sus ideales políticos y sociales, una vez más, le llevan a dar un paso decisivo para su vida presente y futura: pasarse, atravesando la línea de combate, a las tropas legales de la República de España. (X-959, Y-787) 

Según su propia declaración ante el Jefe de la Sección de la 56ª Brigada de Marinos de la División mixta, y con el riesgo de perder su propia vida, decide vadear el río, con el agua hasta cintura, a las cinco de la mañana del 7 de julio de 1938 y pasarse al frente republicano. 

La información aportada por parte de los fugados es fundamental para conocer la estrategia del enemigo, así como su situación y composición. Como se puede leer en su declaración detalla que su unidad de panificación pertenece a la Cª del 11º Batallón de trabajadores, situada en Lérida, en función de panaderos y que la componen 35 efectivos. 

Con el personal especializado de los Batallones de Trabajo en su mayoría son dedicados a la fortificaciones y arreglos de carreteras y están mandados por sargentos y oficiales de Intendencia. Los depósitos de intendencia están en la Estación Central de Aba, estaciones de Zaragoza de donde envían por ferrocarril los víveres correspondientes. 


Victoriano participa en la Batalla del Segre y formó parte de la 178 Brigada Mixta

La Batalla del Segre es como se conoce al conjunto de enfrentamientos y batallas que tuvieron lugar a lo largo de la línea defensiva establecida en los ríos Segre y Noguera Pallaresa en el periodo que va de abril de 1938 a enero de 1939. En el frente del Segre se produjeron encarnizadas batallas y miles de bajas, principalmente en el bando republicano. Este frente duró nueve meses, cinco más que la batalla del Ebro.  

La tenaz resistencia de las tropas republicanas a lo largo del Segre permitió mantener Cataluña durante un año más fuera del alcance franquista. Tras la Batalla del Ebro, las tropas del Ebro estaban completamente agotadas y desgastadas, mientras que las fuerzas del Ejército del Este lograron aguantar el envite durante unas semanas: A principios de 1939 la resistencia se vino abajo y tras ella quedaba el largo camino hacia la frontera francesa.


Ascensos y cargos de Victoriano en el Ejército Republicano

Ascenso a Sargento el 22 de octubre de 1938
Ascenso a Teniente el 19 de enero de 1939


Exilio de Victoriano en Francia

En marzo de 1939 Victoriano cruzó la frontera con Francia huyendo de la más que segura represión del bando franquista por haber luchado en defensa de la República, y tener graduación militar de teniente. 

El día 22 de enero, ante el derrumbe definitivo del frente del Ebro, el gobierno republicano ordenaba la evacuación de Barcelona iniciándose una retirada masiva de población civil y fuerzas militares en dirección hacia la frontera francesa. 


Victoriano en el exilio francés

Victoriano en el país vecino fue retenido en diversos campos de concentración.  

Tras la derrota cruzaron la frontera, en febrero de 1939, medio millón de hombres, mujeres y niños que huían camino del exilio. Las autoridades francesas les recibieron como a auténticos criminales. Después de pasar por campos de tránsito en los que se separaba a los hombres de las mujeres, la legión humana fue conducida a espacios al aire libre rodeados por alambradas y custodiados por guardias coloniales senegaleses. Casi la mitad de los refugiados fueron concentrados en las playas próximas a la frontera catalana 

El Campo de concentración de Argelès-sur-Mer fue un campo de internamiento construido por el gobierno de Francia en una playa de la localidad de Argelès-sur-Mer, en la costa mediterránea del país, para albergar a parte de los 550.000 refugiados que traspasaron la frontera huyendo de España tras el fin de la Guerra Civil Española en 1939. Se calcula que unas 100.000 personas fueron recluidas en este recinto. 


Victoriano se incorpora a la 11ª Compañía de Trabajadores Extranjeros

Su primer destino fueron los Alpes franceses, donde trabajó en la construcción de puentes y carreteras, como explicó en las cartas que pudo escribir a su familia desde allí un compañero de penurias. Sabemos también por sus cartas de este componente de la 11ª CTE que luego pasó por La Condamine (Alsacia), para trabajar en el refuerzo de la Línea Maginot.  

A finales de 1939, es destinado a la construcción de fortificaciones en la frontera franco alemana. 

Apuntarse a una Compañía de Trabajadores Extranjeros (CTE) fue la opción elegida por unos 60.000 españoles, entre ellos el cántabro Victoriano Estalayo.


Batalla de Dunkerque (1940) 

La batalla de Dunkerque fue una operación militar ocurrida en Dunkerque, Francia, durante la Segunda Guerra Mundial, que enfrentó a los Aliados y a la Alemania nazi. El choque fue parte de la batalla de Francia del frente occidental. Consistió en la defensa de la población y la evacuación de las fuerzas británicas y aliadas de Europa continental entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1940.   

Los españoles de ocho Compañías de Trabajo vivieron el drama de Dunkerque, donde la mayor parte de ellos murieron defendiendo las posiciones de Bray-les-Dunes, mientras los aliados (ingleses y franceses en particular) se disputaban a tiro limpio los puestos en las embarcaciones de evacuación. 

Los aproximadamente cien mil españoles integrados en unidades militares francesas o militarizadas, estuvieron entre los primeros que soportaron el embate alemán. Las bajas españolas ascendieron a millares. Los españoles que fueron hechos prisioneros, unos diez o doce mil, fueron trasladados a Alemania como prisioneros de guerra. Pero al negarse el Gobierno de Vichy a reconocerles como prisioneros de guerra franceses, y negarse ellos a trabajar voluntariamente para los alemanes, fueron enviados a los «campos de la muerte»

Tras el ataque alemán de mayo de 1940, Victoriano Estalayo fue capturado por soldados de la Wehrmacht, siendo retenido primero en territorio francés para ser trasladado más tarde al campo de prisioneros o stalag XII-D de la localidad germana de Trier. 

Tras permanecer unos días en este lugar, fue trasladado al stalag XIII-A situado en Núremberg. Agentes de la Gestapo ubicaron a los prisioneros españoles en barracones aislados del resto de los cautivos, y en poco menos de un mes, fueron transferidos a un nuevo stalag, el VII-A, situado cerca de Moosburg. 


Victoriano es hecho prisioneros por las SS y enviado a Trier

Dice un documento de la Policía Estatal de Trier II.D. que “El 23.5.41, Victoriano Estalayo es ingresado  en el campo de concentración de Trier, donde le dieron una placa con el número 325 de prisionero de guerra”. Es curioso que les dieran un número, como prisionero de guerra, y no le aplicaran la Convención de Ginebra como tales. 

Habían sido hecho prisionero dentro de una unidad militar, se les da un número, dentro del Stalag, como prisionero de guerra y cuando  los  deportan, como “rot spaniard” (rojos españoles), dejan de ser tales prisioneros de guerra. Es más, no se les reconoce nacionalidad (el color azul del triángulo que llevarán en Mauthausen indicaba que eran “apátridas”. Paradójicamente, dentro de ese triángulo azul aparecía una letra en blanco. Esa letra era la “S”, de spaniard, o sea, español). 

El paso por este Stalag duró poco, Victoriano entra en el campo de concentración de Mauthausen el 28 de junio de 1941, siendo registrado con el número de matrícula de prisionero 5.160. 


Entrada, en 1941, al campo de concentración de Mauthausen 

Aquél aciago día 28 de junio de 1941, comenzaba a gestarse una trágica historia que no tendría un final feliz para Victoriano Estalayo. 

Atravesando esa puerta, bajo el águila que sostiene, entre  sus  garras, la esvástica nazi, el futuro de cada deportado era incierto, muy incierto. Frente  a ellos la explanada de  las cocheras y soldados de las SS, muchos soldados. Para darles la bienvenida estaba su comandante: Franz Ziereis 

En el primer discurso nada más llegar al campo de exterminio era más o menos el siguiente: 

«España no os quiere; os ha arrebatado la nacionalidad, la razón de ser. Nadie saldrá vivo de aquí; estáis condenados a muerte sin juicio previo. La primera que os ha condenado es España». 

Hileras de SS formaban con sus perros lobos, como una doble jauría dispuesta a tirarse sobre los presos. Nuestra patria sería a partir de entonces aquel campo situado en Austria. 

«... Entraréis por la puerta: saldréis por la chimenea». 

“Al llegar me desnudaron, me arrebataron todo lo que llevaba conmigo -pocas cosas, unos recuerdos, unas fotos familiares-, me vistieron de presidiario -un uniforme de rayas verticales azules, blancas y grises, un casquete- y me pelaron todo el cuerpo con la máquina de cuatro ceros. Me cosieron el triángulo azul y puntapié en el culo. Tomaron unas notas para mi ficha. Nos hicieron formar desnudos y nos enviaron a la ducha, que por cierto era elegantísima. Nosotros recibimos agua. Otros gas letal. Así empezó la cuarentena que duró unos días” 


Solidaridad frente a desmoralización 

Entre los prisioneros había seis normas no escritas para tratar de sobrevivir en los campos: aparentar estar sano, no destacar, ser útil, tratar de ahorrar esfuerzos, comer todo lo posible y evitar caer en la melancolía. Lo más recomendable, según confirma la inmensa mayoría de los supervivientes, era pensar lo menos posible, especialmente en la familia. 

El fin de muchos deportados comenzaba cuando morían sus esperanzas. Aguantar día a día en el corazón del infierno solo era posible para aquellos que unían a su fortaleza física una solidez mental y emocional inquebrantable. Para sobrevivir, era imprescindible acostumbrarse a convivir con la muerte. 


La organización política y militar 

El 22 de junio de 1941 los SS realizaron la gran desinfección del campo. Mientras se fumigaban las barracas, los presos permanecieron desnudos durante todo el día en el llamado «patio de los garajes». Un grupo de españoles aprovechó para conversar y poner las bases de la futura organización clandestina de los prisioneros. Teniendo en cuenta las dificilísimas circunstancias en que operó podemos afirmar que su papel fue determinante, en especial después de 1943, para evitar un elevado número de muertes. 

En sus comienzos, la organización apenas era capaz de planificar algunos pequeños robos de comida y controlar su posterior reparto entre los prisioneros más debilitados. Fue con el paso del tiempo cuando su poder creció en la medida en que los españoles fueron accediendo a puestos clave en la estructura del campo. A través de ellos se comenzó a obtener información de primera mano sobre los planes de los SS y se consiguió emplear a otros compañeros en lugares estratégicos. Allí veían mejorar notablemente sus condiciones de vida, podían robar alimentos, escuchar noticias sobre la marcha de la guerra o alcanzar otros objetivos que contribuyeran al bien común.  


Apoyarse en el hombro del compañero 

El factor decisivo para salvar el mayor número de vidas entre las filas de los republicanos españoles fue, sin duda, la solidaridad. Una solidaridad que abarcó todos los grados imaginables, desde compartir con el compañero una patata en la penumbra de la barraca, hasta lograr esconder las pruebas de los crímenes que se cometían en el campo y que servirían para condenar a decenas de responsables nazis en los juicios de Núremberg y Dachau. 

Esta solidaridad le pudo llevar a Victoriano al peor de los destinos, la cantera de Gusen. 

Victoriano era un “privilegiado” dentro del campo de Mautahausen. Trabajaba como panadero (bäcker), por lo que alimentos y calor no le faltaban.  

Al tratar de ayudar a sus compatriotas con pequeñas cantidades de pan, previamente escondidas, fue sorprendido por los “kapos” y condenado a la dura cantera de exterminio de Gusen (nº prisionero 14.617) 


Victoriano es sometido a trabajos inhumanos en la cantera de Gusen  (20/10/1941) 

Gusen, el matadero de Mauthausen.

Gusen fue el mayor de los subcampos dependientes de Mauthausen y llegó a albergar más prisioneros que el campo central. Su importancia es crucial para nuestro país, ya que fue entre sus alambradas donde murió la gran mayoría de los deportados españoles: 3.959 del total de fallecidos en todos los campos, que ascendió a 5.519 (incluyendo los desaparecidos). 

Cada día, durante más de doce horas, los prisioneros picaban, tallaban y acarreaban las piedras. Un trabajo inhumano que era acompañado por los golpes y las torturas a las que les sometían constantemente los kapos y los SS. Los prisioneros tenían, además, que cargar sobre sus espaldas enormes piedras de hasta 50 kilos de peso y subirlas por la temible escalera. Inicialmente era una resbaladiza rampa jalonada con unos 186 escalones muy irregulares. 

Los SS utilizaban la cantera como lugar de entretenimiento en el que martirizar y asesinar a los prisioneros de las formas más imaginativas. La cantera era un método de liquidación. Sobre todo cuando subían y bajaban. Los SS se ponían a un lado y a otro de ella y cuando veían que un brazo, una pierna o una cabeza sobresalía de la formación, le golpeaban con el fusil y lo mataban; o lo agarraban y lo tiraban por el tajo. Esta práctica, repetida en infinidad de ocasiones y consistente en arrojar a los prisioneros desde el punto más alto de la cantera, recibía por parte de los SS el irónico nombre de «salto del paracaidista» 


Muerte de Victoriano en Mauthausen/Gusen

Victoriano murió el 30  de noviembre de 1941 víctima del nazismo en Gusen, a los 28 años de edad. Fue incinerado en el crematorio de Gusen.


Reconocimientos

Reconocimiento del Gobierno alemán de la muerte de Victoriano
Reconocimiento de la República francesa como combatiente de guerra
Monumento a las víctimas cántabras del nazifascismo en Camargo, Santander


“Descanse en paz 
Aquel que en vida luchó por 
La libertad, la Ley y los derechos humanos” 






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