Julio Florencio Cortázar (Ixelles, Bélgica, 26 de agosto de 1914 - París, 12 de febrero de 1984) |
Viví en Buenos Aires, desde lejos por supuesto, el transcurso de la
guerra civil en que el pueblo de España luchó y se defendió contra el avance
del franquismo que finalmente habría de aplastarlo. Viví la segunda guerra
mundial, entre el año 39 y el año 45, también en Buenos Aires. ¿Cómo vivimos
mis amigos y yo esas guerras? En el primer caso éramos profundos partidarios de
la República española, profundamente antifranquistas; en el segundo, estábamos
plenamente con los aliados y absolutamente en contra del nazismo. Pero en qué
se traducían esas tomas de posición: en la lectura de los periódicos, en estar
muy bien informados sobre lo que sucedía en los frentes de batalla; se
convertían en charlas de café en las que defendíamos nuestros puntos de vista
contra eventuales antagonistas, eventuales adversarios. A ese pequeño grupo del
que formaba parte pero que a su vez era parte de muchos otros grupos, nunca se
nos ocurrió que la guerra de España nos concernía directamente como argentinos
y como individuos; nunca se nos ocurrió que la segunda guerra mundial nos
concernía también aunque la Argentina fuera un país neutral. Nunca nos dimos
cuenta de que la misión de un escritor que además es un hombre tenía que ir
mucho más allá que el mero comentario o la mera simpatía por uno de los grupos
combatientes. Esto, que supone una autocrítica muy cruel que soy capaz de
hacerme a mí y a todos los de mi clase, determinó en gran medida la primera
producción literaria de esa época: vivíamos en un mundo en el que la aparición
de una novela o un libro de cuentos significativo de un autor europeo o
argentino tenía una importancia capital para nosotros, un mundo en el que había
que dar todo lo que se tuviera, todos los recursos y todos los conocimientos
para tratar de alcanzar un nivel literario lo más alto posible. Era un planteo
estético, una solución estética; la actividad literaria valía para nosotros por
la literatura misma, por sus productos y de ninguna manera como uno de los
muchos elementos que constituyen el contorno, como hubiera dicho Ortega y
Gasset "la circunstancia", en que se mueve un ser humano, sea o no
escritor.
Julio Cortázar
Clases de literatura, Berkeley, 1980
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