Foto: David Seymour |
A Enrique Lister
El otoño, otra vez. Sigue la guerra, fría,
insensible al periódico descenso de las hojas.
Como el hombre del Ebro bajo la artillería,
los despoblados troncos junto a las aguas rojas.
insensible al periódico descenso de las hojas.
Como el hombre del Ebro bajo la artillería,
los despoblados troncos junto a las aguas rojas.
Resistencia del árbol, tan dura, tan humana
como la del soldado que entre los vendavales
de la muerte nocturna ve crecer la mañana,
florida nuevamente de ramos inmortales.
como la del soldado que entre los vendavales
de la muerte nocturna ve crecer la mañana,
florida nuevamente de ramos inmortales.
Miro las hojas, miro cuán provisionalmente
se desnuda la tierra del bosque más querido
y de qué modo el hombre de esta España se siente,
como los troncos, firme, ya desnudo o vestido.
se desnuda la tierra del bosque más querido
y de qué modo el hombre de esta España se siente,
como los troncos, firme, ya desnudo o vestido.
El otoño otra vez. Luego el invierno. Sea.
Caiga el traje del árbol, el sol no nos recuerde.
Pero como los troncos, el hombre en la pelea,
seco, amarillo, frío, mas por debajo, verde.
Caiga el traje del árbol, el sol no nos recuerde.
Pero como los troncos, el hombre en la pelea,
seco, amarillo, frío, mas por debajo, verde.
Rafael Alberti, 1938
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