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3173. Romance de Francisca Solano

Pastores del Guadarrama, 
cabrerillos de Collado, 
palomas de los pinares, 
cigüeñas del campanario: 
decidnos qué fué de aquella 
rosa encendida de mayo, 
capitana de la tropa 
leal, Francisca Solano, 
que un día, ardientes los ojos 
y el corazón inflamado, 
cruzó la Sierra vestida 
con traje de miliciano. 
Desde el Alto del León 
dijo una alondra llorando: 
"La vi por San Rafael, 
fusil al hombro, cantando. 
Iba soñando en el triunfo 
del pueblo resucitado. 
Amapolas de Castilla, 
colgadas de su peinado, 
como una bandera roja, 
lucían en los picachos. 
¡Ay!, que sus ojos de ensueño 
miraban alto, tan alto, 
que sus pobres pies cayeron 
en la traición sin notarlo. 
Traidores a nuestra patria, con 
trazas de legionarios, 
la prendieron en sus redes, 
la llevaron a su campo, 
y al verla tan española, 
fuera de ley la mataron. 
¡Ay!, que la Sierra está muerta 
sin el fervor de su canto". 

Una cigüeña piadosa 
vino a decir sollozando: 
"Al pie de un pino sin ramas 
cuatro monstruos la enterraron. 



Al ver tan sola su tumba, 
me fui volando, volando, 
en busca de clavellinas 
para su lecho sagrado. 
Cuando volví con las flores.
ardía el bosque, arrasado 
por el furor de los viles 
que huyeron amedrentados.
Cenizas llevan los aires 
que huelen a rosa y nardo: 
restos del cuerpo glorioso 
de nuestra Paca Solano. 
Cenizas llevan los aires 
que ciegan con su tornado 
la risa de los arroyos 
y el florecer de los campos. 
¡Ay!, que la vieja Castilla 
no es más que un gran camposanto."
Un cabrerillo del monte 
llegó con el puño en alto. 
Gritaba desde las peñas con 
voces de iluminado: 
"¡Adelante, camaradas, 
que he visto a Paca Solano! 
No es cierto que la matasen  
los criminales de Franco. 
Está en la cumbre más alta, 
vestida de miliciano. 
Lleva en sus manos triunfales 
claveles ensangrentados. 
¡Bandera roja, invencible, 
la de su samgre en lo alto! 
¡Arriba! —no ¡arriba España! 
que este es un grito manchado—
 ¡Arriba el Pueblo, el de todos 
los talleres y ios campos 
del universo! ¡Adelante, 
sin miedo! ¡Arriba el Trabajo! 
Hasta la cumbre en que sueña 
la capitana Solano, 
hasta besar los claveles 
sangrientos de su peinado, 
hasta que toda la Tierra, 
que hoy es un gran camposanto, 
se vuelva huerto florido 
para el Pueblo libertado." 


José Antonio Balbotín
Ahora, 18 de agosto de 1936





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