En Madrid llovía metralla
llovían muertos.
Me regalaron un cordero.
—Tienes para comer un mes—, me dijeron.
Los ojos del cordero me dijeron otra cosa.
Yo, por poco me muero de hambre.
El cordero se murió de viejo.
Nos cogimos cariño,
él y yo solos bajo los bombardeos.
Después iba por hierba a los solares
para mi cordero.
Le enseñé a comer papel
con los partes de guerra
a mi cordero.
Gloria Fuertes
Mujer de verso en pecho, 1995
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