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3307. Tenderos

Cola en la Plaza Mayor para obtener víveres. Gijón, 14 de febrero de 1935 - Foto: Constantino Suárez. Museo del Pueblo de Asturias


Calle abajo va el reguero
de la cola mañanera.
Viejas que ya no trabajan
porque se hicieron muy viejas.
Viejas que arrastran los años
sobre zapatos sin suelas;
niñas, tan chiquirritinas,
tan menudas, tan pequeñas,
que parecen salpullido
que le sale a las aceras;
mozas, algunas, muy pocas,
porque el taller las espera;
guardias con fusil al hombro
recomendando paciencia
a las que chillan airadas
cuando una viva se cuela...
Las agujas de un reloj
apuntan las ocho y media,
chirría el cierre metálico
de la puerta de la tienda...
Los guardias montan la guardia
frente al quicio de la puerta;
da una palmada el tendero,
abre el cajón la tendera.
La cola va desgranando
frente al mostrador sus cuentas.
El tiburón de la caja
por sus fauces de madera
se traga voraz los cuartos,
duro a duro, perra a perra.
Lo que ha costados dos reales
se vende a cuatro pesetas,
lo que tres duros valía
diez duros o doce cuesta.
Se marchan las compradoras
sin cupro en la faltriquera
y unos gramos, muy poquitos,
de cualquier cosa en la cesta.
Chirrían de nuevo los cierres
metálicos de la puerta.
Muralla de acero clavan
entre la calle y la tienda.
Gozosos, cuentan los cuartos,
productos de mala venta,
el pequeño comerciante
y su mujer la tendera.
Y mientras ayunan hijos
del que lucha en las trincheras,
los dos tenderos suspiran:
¡que no se acabe la guerra!

Ayer martes, por la noche,
la virgen bajó del cielo.
Esta mañana, en la calle,
la encontraron los bomberos.
Se la llevaron a Miaja
que se puso muy contento.
La virgen es de oro fino.
Nosotros la fundiremos,
para comprarles cañones
a los bravos artilleros,
y por haber sido buena,
bajando del cielo a vernos,
mientras los obuses zumben
nosotros la rezaremos.


Antonio Agraz
Marzo 1937











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