Un agricultor republicano defendiendo una granja contra las fuerzas franquistas. Un compañero yace muerto a su lado. Irún, 6 de septiembre de 1936 - (Foto de Keystone / Hulton Archive / Getty Images) |
Tu corazón caliente,
derribado,
levanta un
estandarte en la mañana
por la pendiente del
dolor cruzado.
Contra el
rumbo del aire, se devana
gran madeja de
muerte en tu cintura
enredada de sangre
en tu ventana.
Entre nieblas
de pólvora, va oscura
la mano que te lleva
hacia estaciones
que clavarán la
muerte en tu espesura.
¡Camaradas, de
esbeltos corazones,
vedle, muerto,
caído, prisionero,
del ataque de mudos
tiburones!
¡Vedle,
pronto, vosotros, marinero,
aviador, tanguista,
combatiente,
navegando sin vida,
sin remero!
¡Qué se
aparten las manos de su frente,
que en pañuelos de
sangre, no vencida,
van bordando un
gemido transparente!
De pie, junto
a su mano descendida,
firmes estamos, el
fusil al brazo,
muro ardiente sobre
la pena erguida
Adolfo Sánchez
Vázquez
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