España, envuelta en
sueño, despertando
como una cabellera
con espigas,
te vi nacer, tal
vez, entre las breñas
y las tinieblas,
labradora,
levantarte entre las
encinas y los montes
y recorrer el aire
con las venas abiertas.
Pero te vi atacada
en las esquinas
por los antiguos
bandoleros. Iban
enmascarados, con
sus cruces hechas
de víboras, con los
pies metidos
en el glacial
pantano de los muertos.
Entonces vi tu
cuerpo desprendido
de matorrales, roto
sobre la arena
encarnizada, abierto,
sin mundo,
aguijoneado en la agonía.
Hasta hoy corre el
agua de tus peñas
entre los calabozos,
y sostienes
tu corona de púas en
silencio,
a ver quién puede
más, si tus dolores
o los rostros que
cruzan sin mirarte.
Yo viví con tu
aurora de fusiles,
y quiero que de
nuevo pueblo y pólvora
sacudan los ramajes
deshonrados
hasta que tiemble el
sueño y se reúnan
los frutos divididos
en la tierra.
Pablo Neruda
Canto General, 1950
No hay comentarios:
Publicar un comentario