Inscripción Milicias Gallegas en Madrid - Foto: Videa |
Galicia, vieja tierra de
gloriosa tradición liberal, cuyos hijos escribieron con sangre páginas
inmarcesibles de la Historia, no podía permanecer ajena a ese magnifico
sentimiento de solidaridad nacional que une a los naturales de las diversas
regiones de España en apretadas legiones defensoras de lo que hay más genuino
en el alma de la raza. Y he aquí que Galicia envía a sus hombres a luchar donde
se precise del esfuerzo marcial, en tanto no se abra el camino que a ella misma
conduzca.
Idea y acción
Tan pronto como el pueblo en
Madrid se movilizó para combatir a los facciosos, unos cuantos gallegos
concibieron la idea de formar Milicias gallegas en el corazón de Castilla para
dar a este corazón su propio corazón, como un baluarte más. Son estos hombres
el diputado Suárez Picallo, el abogado Enrique Peinador Porrúa, Juan José Pla,
capacidad de trabajo, organización. En su ayuda acudió, aportando su dinamismo,
su talento y su valor, uno de esos hombres en los que apunta el genio de las
circunstancias: Pedro Penabad, abogado y escritor, cuya prestancia marcial se
ha hecho popular ya en Madrid. Con su atuendo de guerrillero, Penabad, ubicuo e
infatigable, aparece en el momento oportuno allí donde hay que poner a prueba
la voluntad y la energía indomable. Y alrededor de estos hombres forman el
cuadro mozos nacidos de la entraña popular, gente de la clase media,
intelectuales, artistas y también campesinos, ya que al grito de alerta
respondieron centenares de esos segadores que por esta época vienen a Castilla.
Centro de
reclutamiento
El partido galleguista,
integrado en su totalidad por idealistas pobres, no tenía sede en Madrid. Hubo
que habilitar un local que sirviera de centro de reclutamiento, y se procedió a
la incautación de uno de eso casinillos políticos donde se urdía el drama que
vivimos.
Convocados por medio de la
Radio y la Prensa los gallegos, e invitados a alistarse en las Milicias de la
Libertad, en poco tiempo empezaron a funcionar regularmente las oficinas y
dependencias de este organismo improvisado.
En breves días se alistaron
más de cuatrocientos combatientes, reduciéndose el número por una escrupulosa
selección, atenta a las condiciones físicas del voluntariado.
En las oficinas del partido,
y para dar un carácter de organización militar a la leva, se formó un Consejo
directivo, compuesto por los jefes de las secciones en función. García Atadell
fué nombrado secretario general honorario, y efectivos, Juan José Pía y el
secretario de la Academia de Jurisprudencia, Enrique Peinador Porrúa.
De la sección sanitaria está
encargado el doctor Ramón Vidal Barreiro. De Prensa y Radio, Pedro Penabad.
Santa Marina tiene la jefatura de los negociados militares.
Las Milicias gallegas, desde
el primer momento, estuvieron en comunicación constante con la Inspección
General y diversos organismos militares.
Cuando aparezcan estas líneas
habrán sido acuarteladas y entrado ya en el período preparatorio y de instrucción
militar.
Todos los diputados por
Galicia pertenecientes al Frente Popular prestan su fervoroso apoyo para la
constitución de las Milicias gallegas.
Otros detalles
importantes
En las oficinas del partido
se ha instalado una magnífica estación radioemisora, por la cual el pueblo
gallego es informado de cuanto acontece en el resto de España. De esta estación
está encargado el catedrático Rodríguez Villafranca.
Los servicios de asistencia
social para huérfanos, y otros, corren a cargo del doctor Rodríguez
Pedreira.
En las Sociedades Anaquiños
da Terra y Lar Gallego se constituyó una Junta mixta para la creación de
talleres de confección de ropa, servicios sanitarios y otros complementarios.
El uniforme de las Milicias
gallegas es el clásico «mono» con la bandera gallega en el pecho, y en el
brazo, el distintivo de la organización a que cada uno de los milicianos
pertenece.
Crónica, 23 de agosto de 1936
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