En Collioure y en Segovia, simultáneamente, el día 22 de febrero, al cumplirse el vigésimo aniversario de la muerte de Antonio Machado, y en Madrid, el 3 de marzo, en el Paraninfo de la Universidad Central, los intelectuales y universitarios españoles han rendido un homenaje unánime a la memoria del gran poeta fallecido. Sobre el desarrollo mismo de estos actos no parece necesario volver en esta nota. A pesar del silencio oficial, la resonancia de este triple homenaje ha sido inmensa en nuestro país, e incluso fuera de España. Los pormenores, incidencias y emociones de aquellas memorables jornadas han ido difundiéndose rápidamente, merced a esa tan eficaz y especial red de telecomunicaciones de que dispone nuestro pueblo, para suplir el vacío desinformativo de las publicaciones periódicas oficiales. No estará de más, en cambio, volver sobre el significado de este homenaje a Machado, sobre las perspectivas que abre.
Lo
primero que se ha puesto de manifiesto a lo largo de su celebración es el
espíritu de reconciliación nacional que inspira a la inmensa, mayoría de los
intelectuales españoles. Cabe afirmar rotundamente que el Homenaje a Antonio
Machado ha alcanzado la profunda repercusión que todos hemos podido comprobar,
precisamente porque desde el primer momento fue concebido como un acto de
reconciliación nacional, como expresión viva y abocada al porvenir del deseo de
reconciliación de los intelectuales españoles. Por ello se decía, en la carta
circular enviada por la Comisión Organizadora del acto de Collioure, que «esta
ocasión puede hacer coincidir en torno al nombre de nuestro gran poeta a los
intelectuales españoles separados geográficamente por acontecimientos ya
lejanos y cuyas consecuencias es de interés fundamental para España eliminar
definitivamente». A lo que responde la voz venerable de don Ramón Menéndez
Pidal, en carta fechada en Madrid el 11 de febrero de 1959: «Este dolorido
recuerdo que dedicamos a Machado, el poeta amante de la soledad, es para
nosotros nostalgia soledosa, es voto anhelante y esperanzado de que estos
restos vayan pronto a descansar en la tierra a la que el poeta tanto afecto
consagró y en la que tanta inspiración hallaba. Que esta fúnebre
repatriación sea pronto símbolo de firme unidad de las dos Españas en la España
única que todos anhelamos.»
Este
anhelo de superar la división de las dos Españas, de la España única, este
anhelo de reconciliación nacional, en suma, ha sido la única, la clave de todos
los actos de homenaje a Machado. Así lo manifiesta Gerardo Diego: «No quiero
falte la expresión de mi deseo de que tales metas se realicen con el espíritu
de concordia y unidad a que alude la convocatoria». Y José María Valverde: «No
hay duda de que esta conmemoración cuenta con el sentir unánime de todos los
que entienden –en España y en cualquier país– lo que es ese uso profundo del
lenguaje humano que llamamos poesía. Por otra parte, aquí se evidenciará la
natural unión, en tarea y patria, de los escritores españoles. El hecho de que
los escritores de la generación hoy «decana» se vieran –como ustedes recuerdan–
«separados geográficamente» pertenece, para nosotros los más o menos jóvenes
–insistiendo en sus palabras– a los «acontecimientos ya lejanos». En nuestra
modesta jurisdicción propia, creo ver que entre los escritores surgidos después
de la guerra se ha cicatrizado toda fisura que pudiera alcanzar a aquellos
maestros, y está así en vigencia literaria una sustancial continuidad integral
de nuestra cultura, quizá en aumento en las más jóvenes generaciones. Así lo
expresa también Mosén Josep Dalmau: «Este encuentro de diferentes en
un mismo lugar inspira confianza, aviva la esperanza... El
intelectual –pese a su dualismo geográfico–se encuentra en un estado de madurez
capaz de encontrar un denominador común suficientemente amplio y profundo, este
homenaje lo demuestra, que permita unas bases de convivencia, de progreso y
hermandad». Así se expresan todos los mensajes, todas las declaraciones
motivadas por la celebración del homenaje a Machado, cuya reproducción es
imposible, porque llenaría las páginas de esta revista.
En
Collioure, además, bajo el sol tibio de febrero, frente a la tumba de Antonio
Machado y de Ana Ruiz, madre del poeta, este espíritu de reconciliación a que
aludimos plasmó de una forma visible, física. Allí estaban juntos, y juntos por
primera vez desde hace veinte años, varios centenares de escritores, de
artistas, de universitarios, de sencillos hombres y mujeres del pueblo, venidos
de diversos puntos de Francia y de España. Allí se alzaron las voces
emocionadas de «los de dentro» y de «los de fuera», que son las voces de la
España única invocada por Menéndez Pidal, ya que «dentro» y «fuera» son
conceptos rebasados por las realidades históricas, que solo mantiene, por la
fuerza, la pervivencia de una dictadura que se sitúa precisamente en las
antípodas del espíritu unánime de reconciliación nacional.
Y
esto nos lleva a destacar la segunda enseñanza que se desprende de los actos de
homenaje a la memoria de Antonio Machado. Que en ellos se ha puesto de relieve,
de una forma más explícita y rotunda que nunca, la oposición activa de los
intelectuales españoles al régimen de dictadura todavía imperante. En el
llamamiento profusamente distribuido en Madrid, por el que se convocaba al homenaje
de Segovia, se decía hablando de Machado: «Su nombre y su palabra no han dejado
de crecer y de extenderse, asumiendo en intensidad cada vez más estrecha la
realidad y sentimiento del pueblo español. De su arraigo en la indestructible
sustancia popular, de su fidelidad al pueblo, a su sabiduría sedimentada, a su
dolor y a su esperanza, procede sin duda esa extraordinaria robustez, esa
fuerza de crecimiento y expansión, esa hondura de humanidad total, que dura
contra el tiempo en la poesía de Machado y que da tan sólidas raíces a su
estatura de hombre singular y libre… Un homenaje a Antonio Machado resuena así,
inevitablemente, como un homenaje al pueblo español, al pueblo simple y
duradero…»
Ahora
bien, si estas palabras son de una claridad meridiana, en el contexto de la
actualidad histórica de España, no es menos clara la significación de las
firmas que al pie de dicho llamamiento se estampaban. De hecho no es en nuestra
España de hoy un secreto para nadie, aquellas firmas representan todos los matices
de la opinión antifranquista, todas las aspiraciones muy diversas pero
convergentes en un objetivo común: la sustitución pacífica del actual sistema
de gobierno dictatorial por un régimen de libertades públicas. Con motivo del
homenaje a Antonio Machado se ha constituido, en la práctica, un frente
nacional de los intelectuales españoles que se oponen a la corrupción, a la
incuria y a la estrechez del régimen actual.
No
ha escapado al Gobierno la significación profunda del homenaje a Machado. Por
eso ha organizado precipitadamente el acto de Soria. Pero han cambiado los
tiempos, radicalmente, en nuestro país. Lo único que ha conseguido el Gobierno
de la dictadura en su irreflexiva debilidad, es hacer resaltar con más relieve
aún los homenajes de Collioure y de Segovia, por contraste con la frialdad
burocrática de la reunión celebrada en Soria, en torno a la cual han hecho el
vacío los españoles de buena voluntad. ¡Pequeño servicio el prestado por Muñoz
Alonso a las jerarquías dictatoriales!
El
homenaje a Machado, en sus diversos actos, tiene pues una evidente
significación ciudadana, política. Relacionándolo con otros acontecimientos
políticos que vienen sucediéndose en nuestro país a lo largo de estas últimas
semanas, confirma de manera tangible el grado de descomposición alcanzado por
la dictadura. Para nosotros, que venimos preconizando consecuentemente, desde
las páginas de esta revista, la política de reconciliación nacional como única
salida real y duradera a la actual situación de nuestro país, la celebración
del homenaje a Antonio Machado es un estímulo a perseverar por el camino
emprendido. Es una confirmación esperanzadora y rotunda, de la justeza de
nuestras posiciones ideológicas, del realismo de nuestro enfoque concreto de la
situación y de las perspectivas españolas.
Antes
de examinar, sin embargo, lo que a nuestro juicio está exigiendo, en cuanto a
futuras empresas y actividades, la situación objetiva del país y las
aspiraciones reales de la intelectualidad española, conviene parar brevemente
la atención en otra de las enseñanzas, y no de las menos importantes, que
entrañan los actos del homenaje a Machado.
¿Por
qué ha sido posible que, en torno a la memoria del gran poeta, se exprese de
forma tan radical el espíritu de reconciliación de los españoles? Precisamente
porque Machado ha sido, durante toda su vida, un poeta del pueblo; porque ha
estado junto al pueblo, hasta su misma muerte, fundido con las luchas y las
esperanzas del pueblo. En este arraigo popular hay que buscar 1as raíces de la
universalidad de Machado, que a su vez ha hecho posible, en torno a la viva
lección de su vida y de su muerte, la cristalización del anhelo de una España
única.
En
el numero 5 de «Nuestras Ideas», al examinar los problemas concretos de la
acción de los intelectuales españoles contra la dictadura, llegábamos a la
conclusión de que habían madurado las condiciones para que la oposición
intelectual, fundiendo su lucha con la del pueblo en su conjunto, presentara de
una forma coordinada y abierta al gobierno dictatorial sus aspiraciones comunes
de libertad y de reconciliación nacional. Y nos preguntábamos,
textualmente: «¿es utópico pensar, por ejemplo, en una petición, pública y
abierta, de todos los intelectuales españoles, encabezada por sus más prestigiosas
figuras en favor de la amnistía para todos los presos y exilados políticos, en
favor de la convivencia nacional?». No era utópico pensarlo; la experiencia lo
ha demostrado. En el fondo de todos los actos de homenaje a Antonio Machado
late, de una forma más o menos explícita, esa petición de amnistía, esa
aspiración de establecer la convivencia nacional sobre bases de libertades
públicas. De lo que se trata ahora, a nuestro juicio, la idea que
someternos todos los grupos intelectuales que han participado en el homenaje a
Machado, es la de hacer de aquel contenido implícito un programa de acción
abierta; de hacer de esa coincidencia circunstancial de intelectuales de todas
las tendencias ideológicas en torno a la memoria de Machado algo permanente y
activo. Y pensamos, a la luz de la más reciente experiencia, que
tampoco esto es utópico. Más aún, que ya está gestándose en la práctica; que es
urgente y necesario acelerar su realización concreta.
En
estos días se cumple el vigésimo aniversario del final de la guerra civil. Todo
un período histórico cuyo balance de incuria, de corrupción desenfrenada, de
asfixia espiritual y de terrorismo político está a la vista de todos los
españoles. Ha llegado el momento de las acciones decisivas contra la dictadura.
Junto al pueblo, junto al «simple y duradero» pueblo del que Machado dijo que
era lo mejor de España, los
intelectuales deben –y están demostrando que pueden y saben–
desempeñar un papel activo en esas acciones decisivas que se avecinan. Esta es
la significación profunda del homenaje que la intelectualidad española acaba de
rendir a Antonio Machado. Ese el compromiso contraído en esta ocasión
memorable.
Nuestras Ideas *
Bruselas (Bélgica), 6 de mayo de 1959
* Nuestras Ideas, revista trimestral de «Teoría, política y cultura» impulsada por el Partido Comunista de España, se publicaba en Bruselas, de mayo de 1957 a marzo de 1962.
Al parecer, el personaje desconocido de la foto es Luis Marquesán, poeta e investigador mallorquín, que por esos días del homenaje a Antonio Machado, mantenía una relación sentimental con el poeta Jaime Gil de Biedma.
ResponderEliminarGracias por el aporte Julio. Un saludo.
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